Carlos Salas Silva
Aunque quisiéramos que los cambios se produjeran más rápidamente y que quedaran en el pasado los terribles años de la amenaza del castro chavismo que ha puesto en jaque a nuestras democracias con un modelo que se comenzó a implementar desde el Foro de Sao Paulo, maquinación surgida de la mente de unos verdaderos lunáticos encabezados por Fidel Castro, desde hace ya casi tres décadas, puedo vislumbrar que las cosas van por buen camino. El mequetrefe se quedó en el pasado creyéndo que lo mismo que aplicó el desgraciado de Chávez, instruido por la tiranía cubana siguiendo el guion del socialismo del siglo XXI, lo podría hacer ahora. Tuvo la suerte, para nosotros la desgracia, de que en USA gobernara un Biden que fue cómplice pasivo del esquema criminal con el que llegaron al poder de la manera más absurda gobiernos como el suyo apoyados por las mafias del narcotráfico escudados en una supuesta izquierda con lo que justifican sus arbitrariedades y su corrupción. Es solo oír a Maduro, a Ortega, a Lula o a Petro para que se nos pongan los pelos de punta ante tanta ignorancia y descarada arrogancia no solo a los que somos de derecha sino también a los de centro y hasta de la misma izquierda. Pero las cosas también están cambiando por acá.
Rafael Rodríguez-Jaraba*
La Consulta Popular, junto con el Plebiscito, el Referendo, la Revocatoria del Mandato y el Cabildo Abierto, entre otros, son mecanismos de participación ciudadana consagrados en la Constitución del 1991, orientados a hacer que la democracia colombiana, antes que representativa, sea viva, activa y participativa.
Álvaro Ramírez González
Conocí personalmente al empresario y exalcalde de Cali, Mauricie Armitage en un desayuno, invitación de Autopistas del Café, en Dosquebradas.
Luís Alonso Colmenares R.
Conversando con un amigo en Bogotá respecto al panorama político de La Guajira y la solución de los problemas de la gente, coincidimos en la frustración por el cinismo electoral que se ha instalado como sombra permanente sobre el departamento.
Alfonso Monsalve Solórzano
El país ha sido tomado políticamente por la propuesta del señor Gustavo Petro, probablemente aconsejada por el señor Benedetti, de convocar una consulta popular sobre las reformas en trámite ante el congreso porque, supuestamente, éste se niega a obedecer el mandato popular que significó el triunfo del petrismo.
José Obdulio Gaviria*
“Para la izquierda, las Consultas Populares no son un fin sino un medio; son un mecanismo electoral para hacer proselitismo. Por ejemplo, en 2018, Claudia López y su partido Verde promovieron la “Consulta contra la corrupción”, que en realidad fue su campaña presidencial personalista (luego, para la alcaldía) y, finalmente, la campaña para que sus compadres verdes aumentaran cinco curules en el senado.
Darío Acevedo C.
El trío Petro, Sarabia, Benedetti renace de las cenizas y quiere imponerle al país su tóxica agenda: enredar a la oposición en debates de gran intensidad como los de la legalización de la cocaína y la convocatoria a una consulta popular que, dadas las circunstancias, supone un enfrentamiento profundo y peligroso para la democracia en cuanto revela el viejo anhelo autoritario y golpista de Petro de eliminar el Congreso.
Rafael Nieto Loaiza
No es la primera vez que Petro dice que acudirá al “pueblo”. Antes habló de "poder constituyente”, de un “referendo” y de una “asamblea nacional popular". También propuso, varias veces, la última a mediados del año pasado como respuesta a la decisión del Congreso de hundir su propuesta de reforma a la salud, convocar una "asamblea constituyente”.
Eduardo Mackenzie
Cuando Gustavo Petro dice que convocará una consulta popular para imponer por encima del Congreso y de todas las instituciones sus desgraciadas “reformas” él está hablando en realidad de una “consulta popular”. Entendámonos. Petro no pretende consultarle nada al país. El pretende golpear a la ciudadanía con una o varias olas de violencia de todo tipo, en el campo y en las ciudades, para dictar enseguida uno o varios miserables decretos dictatoriales con las aberraciones que el Congreso, de la manera más legal y constitucional, se negó a convertir en leyes en estos días.