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Alfonso Monsalve Solórzano                                                                               

El país ha sido tomado políticamente por la propuesta del señor Gustavo Petro, probablemente aconsejada por el señor Benedetti, de convocar una consulta popular sobre las reformas en trámite ante el congreso porque, supuestamente, éste se niega a obedecer el mandato popular que significó el triunfo del petrismo.

Acusar al Senado de no respetar el voto popular es una falacia y una forma abyecta de autoritarismo y de desprecio al estado de derecho, que busca, al mejor estilo fascio–comunista, centralizar todo el poder del estado en manos del presidente, porque los senadores también fueron elegidos por votación popular y su función es, precisamente, aprobar o rechazar proyectos de leyes y hacer control político al ejecutivo, en representación del pueblo, que es lo que está haciendo. El petrismo irrespeta la constitución, violando la independencia de poderes, al chantajear, de manera inadmisible, a ese órgano legislativo, como bien señala Alfredo Rangel (https://www.eltiempo.com/opinion/columnistas/inviable-hipocrita-y-oportunista-3435298). Y, además, abusa del poder, decretando día cívico el próximo martes 18 para que sus súbditos salgan a la calle, sin consecuencias salariales, para “apoyar” las reformas.

Pero, así mismo, tal iniciativa, desde el punto de vista de la estrategia política, es una acción inteligente. Veamos.

Supongamos que la propuesta es un cañazo para presionar a la Comisión Séptima del Senado y al Senado mismo, para que le aprueben la reforma laboral; si le funciona, lo mostrará como un gran triunfo y aplicará la misma táctica para la de la salud, aunque con esta tendría mayores dificultades.

Yo creo, no obstante, que Petro podría estar jugado por precipitar la consulta popular, porque cree a pie juntillas con Benedetti, que “les dieron la papayita”. Y que se concentrará en la reforma laboral porque piensan que es más taquillera. Ya incluso sus subordinados han enunciado algunas preguntas: ¿respalda usted el contrato laboral obligatorio para trabajar con el estado? ¿respalda usted el pago a las prácticas de los estudiantes del Sena? ¿piensa usted que la jornada laboral nocturna debe comenzar a las 6 pm?

El petrismo sabe que, si el senado rechaza la reforma laboral, con la consulta tomará la iniciativa política, convirtiéndola desde ya en una campaña electoral permanente por lo que resta del 2025 y en 2026 hasta las elecciones presidenciales, pero también de congreso. Como dice Semana, en su edición de ayer, el presidente ganaría con la propuesta de la consulta, aun perdiendo.

Yo creo que la revista tiene razón porque el petrismo toma la iniciativa en la campaña electoral agitando propuestas que sectores de la población podrían asumir como suyas y poniendo al país a estar pendiente del desarrollo de los acontecimientos que provocarán. Esto acompañado de una incitación permanente a la movilización bajo la sombra de la violencia del estallido antisocial (como lo llama Alfredo Rangel en el artículo citado) y otras formas de intimidación a los ciudadanos en campos y ciudades (Este punto lo desarrollaré más abajo cuando hable de la base social irrestricta del petrismo. Y súmese a esto, que es una excelente manera de desviar la atención sobre el desgobierno y la corrupción de Petro y sus adláteres en la jefatura del estado.

Analicemos ahora lo que puede ocurrir en términos prácticos, para determinar la estrategia y la táctica de la oposición. La propuesta de consulta podría ser o no ser aprobada en el senado; y si lo es, el petrismo podrá ganar o perder en las votaciones, que tienen un umbral de participación de unos 13.600.000 votos, de los cuales la mitad más uno de cada pregunta es requerido para ser aprobada. Algo así como 6.8 millones de votos, más uno.

Por eso, la oposición debe pensar su estrategia previendo los escenarios que pueden presentarse, sopesando lo que se pierde y lo que se gana en cada uno de ellos para hacer, por decirlo en la jerga, control de daños; incluso tratando de sacar partido de la coyuntura, en la medida delo posible.

Coincido con muchos analistas en que lo más conveniente para el país es que el Senado rechace la consulta. Esto es así porque evitaría la campaña electoral de la consulta popular petrista sobre consignas afirmativas con respaldo en ciertos sectores sociales y el temor a la violencia de centenares de miles de colombianos, que, atemorizados por las fuerzas del presidente y sus aliados, votarían por sus verdugos. A eso apuestan ellos.

Supongamos, no obstante, que la iniciativa pasa en el Senado. La estrategia de la oposición, como lo propuso José Obdulio Gaviria, debería ser la abstención ACTIVA (https://x.com/joseobdulio/status/1899842710309151175?s=48&t=BldHuY7M7qYVdULcvQF9iw). Como dije más arriba, el umbral es de 13.6 millones de votos, algo muy difícil de alcanzar para Petro, que en el 2022 sacó 11.2 millones en la segunda vuelta.

Así las cosas, si va a la consulta solo, el petrismo difícilmente llegará al umbral de votación; pero si la oposición participa con el NO, sumaría votos que podrían llevar a obtenerlo: en ese escenario, 6.8 millones de votos más uno, no serían imposibles  para esa fuerza, pues en la actualidad Petro tiene el 30% de favorabilidad, es decir unos 4.1 millones de ciudadanos que lo respaldan; pero, la mermelada, los subsidios desbordados y la violencia ejercida sobre amplios sectores de la población,  podrían sumarle los 2.7 millones de votos que le faltarían al gobierno. En efecto, eso, por improbable que parezca, no es imposible. ¡Petro y su grupo ganarían la consulta, gracias a la oposición!

Alguien podría decir que, con la participación del NO, no se aprobarían todas las preguntas.  Pero una victoria parcial del petrismo sería tomada por este como un gran triunfo, y de lo que se trata es de derrotarlo totalmente. Cualquier tema que, eventualmente, sea pertinente y justo debe tramitarse en el congreso.

Ahora bien, en todos los escenarios, lo único cierto es que el país va a enfrentar una actitud cada vez más agresiva de Petro y sus aliados, con aumento de la violencia, las presiones, las amenazas, e incluso, el saboteo de las elecciones del 2026, si piensan que van a perder, allanando el camino a un autogolpe.

La base social irrestricta de Petro se compone, en el sector urbano, de algunos trabajadores formales, sobre todo del Estado y activistas del magisterio y de los estudiantes y muchos lumpen dedicados al narcotráfico; y de algunos campesinos, indígenas y afrodescendientes, y de los narcotraficantes de los GAOS, en el campo. Podrán no ser muchos, pero su capacidad desestabilizadora ya está probada en el estallido antisocial pasado.  Es seguro que habrá movilizaciones y protestas violentas en la calle y en el campo, cobijadas en las urbes por la primera línea en alianza con las bandas del narcotráfico; y en las zonas rurales por los GAOS. Y este resto de año y comienzos del 2026 hasta las elecciones de mayo, será constante y creciente.

Ese ya es un presupuesto sobre el que debe trabajar la oposición en su accionar político para sacar al petrismo del poder; y por supuesto, en esta etapa de la vida política nacional. No podemos llamarnos a engaños. Pero tampoco intimidarnos. Por eso, la oposición debe unirse en el Frente por la Defensa de la Democracia o como lo quieran llamar, para crear la fuerza política que se necesita para contener la marea que se avecina, resistiendo hasta superarla, usando los mecanismos democráticos que el estado de derecho permite.

Así como el desafío es grande, la oportunidad de enfrentarlo también lo es. El rechazo a la consulta debe ser coordinado, en el senado, en el que hay que apoyar a los promotores de su hundimiento; y si pasa en esa corporación; en la campaña por la abstención activa. En los dos casos, en las calles, con gigantescas movilizaciones; en los medios y redes sociales; en la comunidad internacional; en todos los sitios en los que sea necesario enfrentar esta situación de emergencia. En la práctica y con la voluntad política de los tomadores de decisiones del antipetrismo en Colombia, se creará el Frente que llevaría a la victoria final en 2026.

Publicado en Columnistas Nacionales

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