Una Acarigua envuelta en el escozor de la década de los veinte los vio nacer en el respetado hogar de Luis Antonio Herrera y Rosalía Campins. Un niño sumamente inquieto comenzó a recorrer aquel zaguán familiar como escrutando cada paso que daba. Al no contar la comarca con una institución educativa de secundaria, tuvo que mudarse al vecino Barquisimeto para realizarlos en el célebre Colegio La Salle. Su encuentro fue sin duda una conexión espiritual que lo sumergiría en el espiral de toda la vida. Un adolescente, siempre tratando de encontrar respuestas, de pronto consiguió un templo de sabiduría bien amalgamada por los hermanos lasallistas. Se fue integrando para devorarse los libros de la biblioteca. El museo le regocijaba el espíritu. Conocer las distintas civilizaciones con sus osadas características lo envolvían en aquel misticismo de la aventura intelectual en ciernes. El gran conocimiento adquirido en poco tiempo fue invitándolo a escribir. El diario El Impulso fue abriéndole caminos en sus páginas de opinión. Una pluma recia fue transformándose en la desembocadura de las ideas socialcristianas que desafiaban al férreo delta de lo establecido. Su liderazgo estudiantil fue crecimiento con un discurso con fuerte raigambre en lo social. Fue un sello comprometedor con aquel país palúdico y enfermo de abusos. Todavía arrastrando cadenas del pasado gomecista y en la búsqueda del pleno despertar democrático. Era un polemista letal que sabía diferenciar el criterio disímil con la amistad sincera.
Conoció a Rafael Caldera, es una pequeña concentración en Barquisimeto. Aquellas ideas que revoloteaban en las encíclicas papales de León XIII se hacían cuerpo presente en la voz de un yaracuyano tan vinculado a Lara como Luis Herrera. La política lo fue llevando hasta escenarios de compromiso. Al marcharse a Caracas se llevaba a La Salle en el corazón. Se alistaba para convertirse en protagonista de los hechos venideros. En la capital se involucra más decididamente en la política. Sus opiniones son requeridas con mayor asiduidad porque contienen mucho contenido. Es un analista metódico e inteligente. La historia venezolana la va sumando a su colección. Años de persecuciones, oscuridad y destierro. Cuatro meses detenido por la tenebrosa seguridad nacional. Su expulsión del país lo lleva a recorrer Europa. Lee y escribe mucho en los años en donde era necesaria una guía. Aquel inquieto hombre tiene a Venezuela entre sus cejas. La lucha se renueva cada día en horizontes que cauteriza la lejanía. Crece a raudales su nivel cultural. Forma periódicos y colabora en los más importantes. Colateralmente, se hace experto en el conocimiento de las civilizaciones antiguas. En 1952- antes de ser apresado- había estado en Las Bermudas indagando sobre teorías que hablaban que la Atlántida se había hundido allí. Igualmente sobre los misteriosos casos en el triángulo. Desarrolló una gran amistad con Francisco Aniceto Lugo, un experto venezolano sobre los ovnis, el antiguo Egipto y otros temas como las pistas de Nazca en Perú. Quien lo acompañó en algunos de estos encuentros fue el gran periodista Óscar Yáñez. Un hombre lleno de sueños regresa a la patria. La oscuridad de la muerte totalitaria daba paso a la luz de la libertad. Un país secuestrado por los vejámenes comenzaba a experimentar los primeros rayos de un albor incomprensible. Luis Herrera recorre a Venezuela comenzando por el estado Lara. Una visita a Santa Rosa para reafirmar su fe. Otra al Colegio La Salle en el reconocimiento de sus raíces.
Los tiempos de la política lo llevan a ser diputado por el estado Lara. Su labor titánica lo hace una voz transformadora. El país lo percibe en una dimensión que se va vistiendo de presidenciable. Como un buen llanero aguarda su turno sin sobresalto. Sabe que el momento en que se cruzaran los ríos lo espera mucho más allá de los morichales que reverdecen a pesar del incesante clima. Es un político sagaz que sabe medir cada paso. La turbulencia interna le impidió ser el candidato socialcristiano frente a Carlos Andrés Pérez. Acción Democrática regresaba a Miraflores. Luis Herrera se convierte en el campeón del retorno. Un largo camino haciendo de los mismos el sendero por donde regresaran al gobierno con el sello de un hombre con proverbial acento en lo popular. Como abanderado presidencial de Copei realiza una campaña novedosa. Penetra la fibra del venezolano buscándola hasta sus sitios de origen. Entre el pueblo se mueve como pez en el agua. No es una postura de hipócrita en la necesidad de captar adeptos. Es simplemente la esencia de aquel que viene de sus riberas. La victoria se viste de verde como las anchurosas sabanas llaneras. Un triunfo lleno de compromiso con aquellos que menos tienen.
Su administración se transformó en el fortalecimiento de la cultura, el deporte y la educación como pocas veces ocurrió en la historia venezolana. Gobierna un hombre lleno de una honestidad tan grande que se confundía con su humildad. Nada de ínfulas de los que se creen predestinados. Va al encuentro de los pobres con el abrazo genuino de quien creía firmemente en los sueños atragantados de las mayorías en dificultades. Es sencillamente uno de ellos con la responsabilidad de la nación. Venezuela se llenó de obras importantísimas. Las deudas de años se pagaron con creces. Algunas que para los grandes medios no significaban trascendencia. Eran vitales para comunidades echadas al olvido. Cuando se inauguraba el teatro Teresa Carreño obra cumbre que nos colocó en la elite del planeta al poder contar con un escenario fantástico. Casi al mismo tiempo llegaba la electricidad al caserío La Panchera del entonces Distrito Crespo del estado Lara. Para ellos significaba la muerte de la lámpara de querosén. El progreso se apersonaba en una jornada histórica. Dos hechos significativos- cada uno en su ámbito- una manera de graficar a Luis Herrera como alguien comprometido con todos los sectores. Un presidente que hoy podía compartir una mesa con el rey Juan Carlos de Borbón de España y mañana disfrutar de unas cachapas con queso y café en pocillo de peltre en casa del líder social Rito Hernández de caserío Campo Solo también de Crespo. Esa dualidad lo hizo ganarse el respeto de todos. Otro aspecto fundamental fue su idea transformadora de lograr el crecimiento en todos los órdenes. El proyecto del ministro Luis Alberto Machado sobre el desarrollo de la inteligencia enseñando a pensar tanto a los estudiantes, así como al personal profesoral, significaba la mejor propuesta pedagógica en décadas. Sus primeros resultados fueron auspiciosos, Era: ´´sembrar el petróleo´´ en las mentes de futuro. Lamentablemente no hubo continuidad administrativa. Este proyecto luego fue puesto en práctica por los gobiernos de Japón, Alemania y Noruega con un gran éxito.
En materia de política exterior la del gobierno de Luis Herrera fue altamente nacionalista. La voz de Venezuela resonó con gran autonomía ante los centros de poder hegemónico. Eso le granjeó un buen prestigio. Dos hechos significativos que nos brindan la posibilidad de la comprensión histórica. Su firme posición para lograr la paz en Centroamérica en la búsqueda de la estabilidad política en una región convulsionada por la violencia. La otra fue el apoyo decidido que la brindó a la Argentina en la guerra de Las Malvinas. Estas acciones demostraban la coherencia de un gobierno democrático. Cien años de un hombre auténtico. Una limpia hoja de servicio al país que puede ser auscultaba sin temor. Su obra pública y privada es un ejemplo de grandeza en el proceder. Los errores cometidos por fragilidad humana y política no podrán jamás poner en duda su honradez en el ejercicio administrativo. El juicio de la historia siempre será un escenario en donde como buen llanero saldrá con el cuchillo al cinto y el alma victoriosa.
@alecambero