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Alfonso Monsalve Solórzano                                                                             

En la comunicación política, como en todos los campos de las actividades sociales, existen dos niveles: el ser, es decir, la manera como realmente funcionan; y, el deber ser, que habla de cómo deberían funcionar para que sean correctas, justas, benéficas para el conjunto de la sociedad. En el campo de las teorías, es la diferencia entre la sociología y la antropología, de un lado, y la filosofía, del otro.

Una actividad esencial en la humanidad es la política, que es la interacción de los individuos en torno al poder, que a su vez refiere a la dominación. Una cosa es cómo se ejerce, en los hechos, y otra, cómo debería ser ejercida para que el poder de los dominadores sea admitido y aceptado voluntariamente por los dominados; es decir, para que sea legítimo. Y ese ejercicio está ligado a las nociones citadas de bien, justicia y corrección, que tienen que ver con las distintas concepciones de la moral y la ética, pero referidas a lo público.

Algunos estarán pensando luego de leer lo anterior, que el problema es que hay muchas concepciones del bien, de la corrección y de la justicia, y, por tanto, de ejercicio del poder, y están en lo cierto.

En la cultura occidental, la democracia ha sido un referente. El argumento es prácticamente incontestable: sólo es posible la admisión voluntaria del poder de otro si este es elegido por la comunidad política en la que interactúan.

 Pero es un concepto que ha evolucionado: los filósofos griegos inauguran la reflexión sobre el bien y la justicia, y algunos defendieron la democracia como el derecho del pueblo de escoger a sus gobernantes y el derecho de los ciudadanos a deliberar y tomar decisiones que afectaban a toda la polis (ciudad – estado), pero aceptaban el esclavismo como una institución social legítima y necesaria; por lo que la democracia era para la minoría de libres que estaba asentada en un número mucho mayor de esclavos; y no existían para los libres, derechos individuales más allá de participar en las decisiones políticas, que una vez tomadas no podían cuestionar sino obedecer, No había posibilidad de disenso.

Al día de hoy, las democracias modernas se estructuran en un modelo político que se basa en el voto universal para elegir  y ser elegido en los cargos del ejecutivo y de los legisladores, y en la división de poderes para evitar que el poder se concentre en una sola persona; la periodicidad de los mandatos, es decir, el derecho a cambiar de mandatario cada cierto tiempo, encarnado en  el derecho a elegir y ser elegido periódicamente y la pluralidad de las opciones políticas; todo eso, unido a un catálogo de derechos individuales y libertades inalienables como el derecho a la vida y a la seguridad, el derecho a la propiedad individual y a las libertades de pensamiento,  expresión, culto, movilidad, y una justicia imparcial y el debido proceso. Este tránsito fue muy bien explicado por Banjamin Constant (ver, por ejemplo, https://educacion.uncuyo.edu.ar/upload/de-la-libertad-de-los-antiguos-comparada-con-la-de-los-modernos-benjamin-constant.pdf).

En este contexto, la comunicación política debe permitir la expresión de todas las tendencias sociales que no atenten contra la estabilidad política del sistema. Los poderes deben usar los medios de comunicación evitando la manipulación, informar la verdad; evitar el uso abusivo de dichos medios de estos, garantizando el equilibrio informativo.

En el mundo, incluyendo Occidente, hay otras concepciones políticas que se pueden resumir en sistemas dictatoriales que concentran el ejercicio del poder en una sola persona o camarilla, que controla la justicia y dicta sus propias leyes, se auto elige indefinidamente, convierte a los medios de comunicación en máquinas de propaganda a favor de su monocracia y someten a sus ciudadanos a la represión. Los paradigmas han sido en los tiempos modernos el nazi – fascismo y el comunismo. Muchos creen que son radicalmente diferentes, pero si se analiza su estructura y sus prácticas políticas, son idénticos, más allá de que tengan objetivos aparentemente distintos: la superioridad de la raza o la supresión de la propiedad privada, según el caso.

En ambos modelos el uso de la comunicación política como propaganda es la regla para afianzar su poder dictatorial, desfigurar la verdad para cambiarla por propaganda que adoctrine a las masas, las controle y movilice. Y para ello, el manejo a voluntad de los medios de comunicación es clave.

Se dice que Goebbels es, en la historia, el mayor teórico de la propaganda política de los regímenes totalitarios.  Eso no es cierto. Goebbels llevó unos diarios recuperados después de la Segunda Guerra Mundial, pero quien los explicitó fue el estadounidense Leonard W. Dobb en su libro 'Public Opinion and Propaganda' (1948). Lo que sí hizo fue “adaptar con eficacia enseñanzas del marketing publicitario estadounidense (de Edward Bernays, que por cierto era un judío austríaco, y otros) y otras ya aplicadas por los bolcheviques en la URSS, organizando al servicio del Estado todos los medios de comunicación, desde el cine, la prensa y la radio hasta los eventos públicos y cualquier cosa que permitiera emitir constantemente mensajes directos o subliminales. (https://www.marca.com/tiramillas/actualidad/2024/05/02/6633f2b022601df6718b459f.html).  En ese mismo artículo se encuentran dos clasificaciones de los principios de propaganda de Goebbels, la del español Marçal Moliné,, que enumera 11 y los de Leonard W. Dobb, que plantea 19.

Para lo que nos ocupa, el dato clave es que estos métodos ya habían sido aplicaos por los comunistas de la URSS. Mi tesis es que Petro también los aplica, igual que Maduro, Díaz -Canel u Ortega, de manera sistemática, para manipular la opinión pública colombiana e imponerle un régimen totalitario.

Miremos algunas reglas propuestas por Web. Algunos de los ejemplos que pondré, cumplen más de una regla.

2. La propaganda debe ser planificada y ejecutada por una autoridad única. Petro, en Colombia, es esa autoridad: lanza una consigna e inmediatamente se coordinan sus operadores para poner en marcha sus campañas de desinformación, especialmente en las redes sociales, desde donde él personalmente gobierna, desgobierna, califica y descalifica en X y en las que tiene un ejército de bodegueros a su servicio.  Abusa, manejando totalmente RVTC, y ahora planea someter a los canales de televisión privados, a nombre de la transparencia y el equilibrio informativo, a pesar de que esos canales han sido un paradigma en ese sentido, conservando el sentido crítico, algo que el tirano que hay en Petro, no admite.

4. La propaganda debe afectar a la política/táctica y las acciones del enemigo. Por eso, ahora, habla de citar una consulta popular con preguntas que se desprenden de la reforma laboral y aprovecha su presencia en la TV privada para anunciar que hará por decreto la reforma a la salud. Y por eso desacredita mentirosamente a sus contradictores para evitar el control político y el ejercicio de la oposición, de los gremios y otras organizaciones de la sociedad civil.

11. La propaganda 'negra' (no declarada o de 'falsa bandera') mejor que la blanca puede ser utilizada cuando esta última sea menos creíble o produzca efectos indeseables. Por eso, por ejemplo, miente descaradamente sobre el desabastecimiento de medicamentos y les echa la culpa a las empresas privadas a las que, para agudizar la crisis, se niega a pagar lo que debe el estado.

14. La propaganda debe etiquetar a los acontecimientos y a las personas con lemas o frases distintivas/características. Estas frases: a. Deben provocar las respuestas deseadas que la audiencia previamente posee [explotar los deseos, ideas y sentimientos de la audiencia que convengan al propagandista]. b. Deben poder aprenderse y recordarse con facilidad. c. Deben ser utilizadas una y otra vez, pero solo en las situaciones adecuadas. d. No deben poder volverse en contra. Por eso habla del pueblo contra los ricos a toda hora y tilda constantemente de asesinos y mafiosos para etiquetar a políticos de la oposición, miembros de los gremios y destacados periodistas.

18. La propaganda debe facilitar el camino de la agresión, especificando los objetivos para el odio. Por eso amenaza y pone como objetivo de agresión con sus hordas de la primera línea o guardias indígenas o campesinas, a todo el que lo contradice. Lo hace con las Cortes y el congreso y la oposición ciudadana.

19. La propaganda no puede afectar de inmediato a las tendencias en contra muy fuertes; en lugar de ello, deberá ofrecer algún tipo de acción o distracción, o ambas (Si no puedes negar las malas noticias, inventa otras que les distraigan). Por eso, para desviar la atención sobre la crisis en el sistema de salud que él y su ministro han desatado, inventa distractores e inventa noticias, como la de que una distribuidora de fármacos tenía medicamentos acaparados. Esto con el fin de provocar una reacción ciudadana que le permite lavarse las manos y asaltar el sector privado. No olvidemos que también, se hizo ver en Panamá con una travesti cuando los problemas con el CNE estaban en ebullición. Esto para citar solo unos casos.

Estamos ahora en un nuevo nivel del esfuerzo totalitario para apoderarse de todos los sistemas de información, a 16 meses del fin de su mandato y a 14 de las elecciones presidenciales. Le ha fracasado todo hasta ahora, pero eso lo hace más peligroso. Intentará su último esfuerzo, asaltando la televisión privada, transmitiendo continuamente sus “consejos de ministros” en horarios de alta sintonía, en una demostración de abuso del poder y aumentando su presencia, aún más en las redes sociales y medios alternativos.  

Está en juego la libertad de expresión, columna vertebral de la pluralidad de opiniones y debemos defenderla de este feroz ataque. La propaganda mentirosa ha logrado ser contrarrestada, en parte, por los medios de comunicación independientes y en parte, por algunos ciudadanos que actúan en las redes sociales, que trabajan sin ninguna coordinación. La mentira del petrismo debe ser neutralizada con la verdad, de una manera decisiva y sistemática. Otra razón para movilizarnos masivamente, antes de que sea tarde.

Publicado en Columnistas Nacionales
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