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Eduardo Mackenzie                                                                      

Cuando Gustavo Petro dice que convocará una consulta popular para imponer por encima del Congreso y de todas las instituciones sus desgraciadas “reformas” él está hablando en realidad de una “consulta popular”. Entendámonos. Petro no pretende consultarle nada al país. El pretende golpear a la ciudadanía con una o varias olas de violencia de todo tipo, en el campo y en las ciudades, para dictar enseguida uno o varios miserables decretos dictatoriales con las aberraciones que el Congreso, de la manera más legal y constitucional, se negó a convertir en leyes en estos días.

Luego esa fórmula, “consulta popular”, debe ser escrita siempre entre comillas. Las comillas son útiles en lenguaje escrito. Fueron inventadas para encerrar frases reproducidas textualmente que otro produjo, pero también para que el autor de un artículo de opinión marque una cierta distancia respecto del término o de la frase citada. Es la mejor forma de indicar al lector que esa frase o ese vocablo deben ser tomados con precaución. 

Si los periodistas, editorialistas, juristas, influenciadores, políticos y publicistas, no empleamos las comillas en términos como “consulta popular”, “paz total”, “paro cívico”, “nazi”, “genocidio”, etc, las mentiras, equívocos y otras imposturas de Gustavo Petro las asumimos como verdades, es decir marchamos en el pantano ideológico de él, en su campo cognitivo, dando a entender que la consulta popular es lo que indican esos dos términos, cuando lo que está organizando Petro no respeta las condiciones de los artículos 103 y 104 de la Constitución. Es lo inverso de una consulta: una serie de disturbios y actos criminales de minorías violentas contra las mayorías a los que él les reconocerá la legitimidad de una ley, por lo cual él podría ser llamado a juicio por incitación a acciones contra el orden constitucional.

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Colombia: fugas de información militar secreta

Eduardo Mackenzie

El martes 11 de marzo, a las 11h09, el presidente Gustavo Petro, en su cuenta @petrogustavo, reveló mediante un mensaje en X, de apariencia anodina y “social”, lo siguiente: “El ejército y su batallón de ingenieros llevan el puente que reemplazará el que el EMC dinamitó en contra de la comunidad en el valle del Micay, Cauca”. El EMC es el “Estado Mayor Central”, un escuadrón de la muerte de una temible facción “disidente” de la guerrilla FARC.

Horas después, ese escuadrón, que también se hace llamar “frente Carlos Patiño”, se emboscó no lejos del punto designado por el texto de Petro, en el área rural de Balboa, en el suroeste de Colombia, donde los soldados debían reconstruir un puente que los narcoterroristas habían destruido a principios de marzo pasado. Durante la noche del mismo martes, los terroristas atacaron con explosivos el convoy militar en plena carretera, la única hacia el puente. El balance fue de cinco militares muertos y 16 heridos.

Un líder de la oposición al gobierno de Petro, Enrique Gómez, escribió en X: “Muy difícil hacer operaciones cuando el presidente, por su afán incontrolado de publicar, delata detalles e información crucial al enemigo. Una sola vía existía para llegar al sitio, 25 km según los comandantes, y Gustavo Petro le avisa a las FARC un día antes. ¿Conclusiones?” (*).

Es obvio que Petro, al revelar que un destacamento de las fuerzas del orden iba hacia un punto exacto de la geografía nacional, donde las bandas criminales actúan y desangran el territorio, no fue un simple error sino una delación gravísima del jefe de Estado que le permitió a los criminales plantar sus explosivos y esperar la llegada de los militares para atacarlos a mansalva y sobreseguro.

Hasta el momento el ministro de Defensa, general (r.) Pedro Sánchez, no ha levantado su voz para denunciar el manejo absurdo de la información militar de parte de Gustavo Petro, ni ha pedido a las autoridades evitar que esas conductas se vuelvan rutinarias. El Senado tampoco ha ordenado investigar al respecto.

El gobernador del Cauca, Octavio Guzmán, criticó tímidamente el hecho. Recordó que la Fuerza Pública ha sido debilitada por el gobierno con argumentos pacifistas, lo cual resulta en un refuerzo de los violentos. “No podemos permitir que éstos sigan ganando terreno en esta lucha que nos afecta a todos y pone en riesgo nuestro futuro”, declaró.

El grave incidente en la vereda la Esperanza, de Balboa, Cauca, permite pensar que la guerra subversiva que padece Colombia dispone ahora de un nuevo dispositivo altamente mortífero: el jefe de Estado libera “por error” información militar sensible y ultra confidencial que los enemigos armados del Estado explotan para golpear a la fuerza pública y desmoralizar al país.  Que el presidente haga eso mediante una red social, bajo la apariencia de un banal comentario, no debe engañar a nadie. Gustavo Petro sabía perfectamente que el “frente Carlos Patiño” se desplaza fácilmente por esa zona martirizada del Cauca y que difundir ese dato no podía tener un efecto distinto al sufrido por los soldados asesinados y heridos.

No es la primera vez que ocurre ese tipo de fenómeno. El 2 de febrero pasado, Gustavo Petro difundió, en la red X, una foto que permitía establecer que, en la vereda de Puerto Barracas, en Tibú, se encontraba un destacamento del ELN. Eliminada después, ese dato era militar pues había choques armados y desplazamientos de población forzados por la narco-guerrilla en esa región.

La pregunta no es, pues, qué conclusiones se pueden sacar de estos graves actos de delación sino quién y cómo se debe sancionar el delito que comete un jefe de Estado que revela información militar que conduce a la muerte violenta de miembros de las fuerzas armadas de Colombia.

(*).- https://twitter.com/Enrique_GomezM/status/1900181947839631848

Publicado en Columnistas Nacionales

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