Pero creo que, excepto los académicos marxistas que le aplauden como focas todos los males y desastres que ha causado, habrá historiadores sensatos que desnudarán la tragicomedia por él propiciada.
Tengamos la certeza de que no gozará de ser reconocido por su gloriosa gestión.
Si nos detenemos a revisar a los grandes líderes de la izquierda internacional, no por sus obras pías ni por sus enaltecedoras realizaciones, pero sí porque lograron conquistar espacios y realizar acciones que estremecieron a sus pueblos y el mundo: ¿cómo no mirar a Lenin y a Trotsky con la revolución de octubre, a Stalin como el jefe comunista que junto con los Aliados derrotó al nazismo, transformó la geopolítica y creó nuevo mapa político? O a Mao al frente de la revolución China triunfante en 1949, al comunista pro soviético Ho Chi Min vencedor del colonialismo francés en la guerra en Indochina y a los norteamericanos en la de Vietnam en 1973. En Latinoamérica a Fidel, algo más florido y reluciente en su verbo revolucionario que Petro.
Hay muchos más que nos haríamos extensos mencionándolos. Nada bueno para la humanidad, pero, exitosos, impactantes y reconocidos por gobiernos hasta el punto de ser indispensable su mención en los textos de historia, aunque hayan brillado por su ejercicio tiránico y dictatorial del poder.
Al lado de ellos, Petro no logrará posicionarse ni ascenderá a los altares de la grandeza y de las luminarias comunistas. Y no llegará por muchas razones, la primera es que sufre del síndrome del mártir, del héroe y del conductor de multitudes. Él intenta llenar ese vacío usando una retórica farragosa, plagada de incoherencias, insulsa y desbordante, pretenciosa y desordenada. Petro es un revolucionario carente de estructura lógica como otras tristes figuras de su ambiente, nacidas al calor del Foro de Sao Paulo, una cofradía que quiere construir una nueva alternativa remozada del comunismo hundido en el estruendoso derrumbe de la Unión Soviética y la transformación capitalista de la China de Mao.
Una versión revisionista anacrónica puesto que el paciente yace sin posibilidad de resucitar. Pobre de pensamiento, esquemática, llena de lugares comunes, aliada con sectores y tendencias que los comunistas de antes odiaban y despreciaban, corrupta, con nexos no santos con redes del narcotráfico internacional.
Petro quiere hacerse grande e integrarse al Olimpo marxista ocupando un pedestal en la historia de la izquierda mundial.
Trata de allanar su meta arrimándose al ecologismo, a la "comunidad" LGBTI+, a las tendencias "alternativas", pronunciando discursos en los que arrasa con todo sin ninguna demostración, diciendo barrabasadas sin ninguna evidencia y con soporte en su inflamada retórica, como la del sapo que como se infla se desinfla. Y queriendo pasar por víctima de la oligarquía con un sector de la cual se alía, dando órdenes inconstitucionales a su ejército y a su policía, renegando de la historia de Colombia, peleando con las altas cortes, con el Congreso, con Uribe, insultando a diestra y siniestra. En fin, Petro busca llenar sus delirios con poses de intelectual y de audaz conductor de multitudes. Pero, como dicen por ahí "lo que natura no da..."
* Publicados en su cuenta de X (@darioacevedoc) el 12 de octubre de 2024.