Se trata, ni más ni menos de que se está concretando de manera acelerada la pérdida de soberanía de una porción muy grande del Norte de Santander, a manos del ELN en alianza con los mandamases venezolanos del cartel de los soles, para blindar la frontera occidental del vecino país como medida de protección del régimen bolivariano ante una posible invasión desde Colombia; blindaje que ya se habría concretado en Arauca donde esa guerrilla ya controlaría de hecho más del 90% de ese territorio. Esta estrategia, consistente en exterminar al Frente 33 de las disidencias en esa región del país, habría comenzado en el 2024, y ha tenido su clímax en los días pasados. Semana publica un excelente artículo al respecto en su edición de ayer (https://www.semana.com/nacion/articulo/el-plan-de-nicolas-maduro-y-el-eln-semana-revela-la-historia-secreta-detras-del-violento-ataque-del-grupo-criminal-en-el-catatumbo/202508/).
El papel del madurismo salta a la vista: la inmensa mayoría de los 2350 combatientes del ELN que participan en la operación y que hoy custodian El Catatumbo con los que hicieron abrumadora mayoría en la confrontación, llegaron por Venezuela; y, es claro que no lo hubieran podido hacer si no contasen con la complicidad y apoyo logístico de la dictadura bolivariana para asumir el exterminio de los 450 miembros de las disidencias, quienes, dice el informe de Semana, fueron expulsados y hostigados de Venezuela para facilitar su matanza.
La razón: El cartel de los soles envió en 2024 a sus emisarios “a inyectar cientos de millones de pesos colombianos para recuperar el mercado de la hoja de coca y confirmaron la “indisciplina” en ese lado de la frontera por parte de las Farc, que no estaría cumpliendo los mínimos acuerdos para estar en el terreno. Esas disidencias nunca fueron del agrado de Caracas” (ver el artículo citado).
En cambio, el ELN siempre ha sido cercano al régimen. De hecho, se trata de un grupo armado binacional que en Colombia es un GAO, pero en Venezuela es una milicia paramilitar que responde al régimen en tareas de control de población y territorio y en el rol de defensa ante cualquier amenaza a la seguridad de la dictadura. Y es evidente que, ante el fraude, la ilegitimidad y rechazo creciente que esta tiene en el ámbito internacional, no sólo por ser una violadora contumaz de los derechos humanos de los venezolanos sino también por su vinculación en el mundo del narcotráfico, el régimen teme por su supervivencia; más ahora, ante los cambios en la geopolítica mundial. No descarta ninguna acción en su contra, incluida una hipotética invasión, que podría llegar desde el territorio colombiano. De ahí que, como dije más arriba, esté buscando controlar la frontera con Colombia, interviniendo en el conflicto de una manera brutal, que es lo que ha ocurrido en estos días. Nuestra soberanía está en alto riesgo.
¿Y qué ha hecho Petro? En lugar de defender nuestro territorio, colabora con el enemigo. Quiere hacerle creer al país que el reconocimiento de hecho de la dictadura, las reuniones con Padrino dizque para sellar los pasos fronterizos a los grupos armados -¡qué cinismo!- la autorización de vuelos de “de aquí para allá y de allá para acá” y el beneplácito con el que celebra la canallada de Maduro y Cabello de oficiar como almas compasivas estableciendo en Venezuela campamentos para recibir desplazados colombianos (ocultando sus manos ensangrentadas de victimarios), son, todas ellas, acciones para proteger a los pobladores del Catatumbo.
Más aun, frente al ELN, se niega a romper las conversaciones con ese grupo que ha dado muestras fehacientes de no querer la paz. Además, sigue manteniendo diálogos con quienes, como esa organización, pero también los otros GAOs que han utilizado la renuncia petrista a defender la soberanía interna por parte del gobierno en el departamento del Cauca, etc., para ganar territorios con el objetivo de convertirlos en republiquetas gobernadas por narcotraficantes, que se alían y coluden entre sí bajo la mirada complaciente y cómplice de este gobierno.
Y si no me creen, miren estas cifras tomadas del El Tiempo 20.01.2025; “Según documentos de inteligencia, en 2023 el Ejército se estaba enfrentando a 18.334 bandidos en armas, miembros de grupos como el Eln, las disidencias de las Farc, el 'clan del Golfo', la Segunda Marquetalia y la banda de 'Los Pachenca'. Esa cifra, en 2024, se elevó a 21.201, registrando un crecimiento del 14 por ciento, explicó el alto oficial a cargo de entregar los datos tras manifestar que esas cifras salían de las agencias de inteligencia de Ejército, la Armada, la Fuerza Aérea Colombiana, la Policía y datos de Fiscalía”.
En realidad, cada vez más somos un estado fallido , concepto que aunque discutido puede reflejar lo que nos está sucediendo: “Se puede decir que un Estado tiene «éxito» si, en los términos de Max Weber, mantiene el monopolio del uso legítimo de la fuerza dentro de sus fronteras. Cuando no se da esta condición (por ejemplo cuando dominan el panorama los señores de la guerra, los grupos paramilitares o se presentan situaciones sistemáticas de terrorismo), la existencia misma del Estado resulta dudosa, y suele considerárselo como fallido (https://es.wikipedia.org/wiki/Estado_fallido#:~:text=Corrupci%C3%B3n%20pol%C3%ADtica%20e%20ineficacia%20policial,a%20los%20dos%20puntos%20anteriores.). Esa definición puede aplicarse a El Catatumbo, Arauca, El Cauca, Chocó, Bajo Cauca y nordeste antioqueño, etc., lugares que habían sido recuperados por el estado de derecho, pero ahora obedecen a señores de la guerra narcotraficantes. Y súmenle a eso, la abierta intervención de dictadura venezolana en nuestro conflicto.
Las acciones de Petro son, en realidad, una traición a la patria y la demostración palmaria de que la estrategia de la paz total sólo sirve para fortalecer a los enemigos internos y externos. El país se ha cansado de hacer alertas tempranas como la que hizo la Defensora del Pueblo desde el 15 de noviembre pasado. La única respuesta que obtiene es la indolencia del gobierno y su desprecio a las víctimas: recordemos que en medio de la crisis del Catatumbo el presidente y el ministro de defensa estaban de paseo en Haití. Y para colmo, implanta la conmoción interior para hacer por la puerta de atrás la reforma tributaria, a la que llamó ley de financiamiento, que el congreso le negó el año pasado.
Los colombianos debemos movilizarnos masivamente para defender la unidad territorial y política de Colombia. La defensa de nuestra soberanía, junto con la defensa de la salud de los colombianos, amenazada hasta el punto de convertirse en una catástrofe social, son motivos más que suficientes para marchar, Es hora de reaccionar. Porque podría ocurrir que en el 2026 sólo podamos votar en algunos lugares del centro y en ninguno de la periferia,