Unos encapuchados violentos no fueron sancionados, su accionar fue minimizado cuando el burgomaestre dijo que los daños no valían la pena, que eso se arreglaba con “pinturita”. Ahora tres de los más altos funcionarios de esta administración, que fueron despedidos con bombos y platillos por el alcalde, se mandaron a engrosar la campaña presidencial de Petro, su jefe político.
En muchos países del mundo y de distintas tendencias ideológicas, por el solo hecho de usar capuchas en manifestaciones públicas, los usuarios de esos elementos son sancionados con penas de cárcel de hasta veinte o más meses. La capucha se usa para esconder la identidad cuando se va a delinquir. Aquí se defienden con pinturita. No es de extrañar, nuestro alcalde también usó esa prenda en algunas oportunidades. ¿Para qué se escondía?
Es que el alcalde ha demostrado que el estar en ese alto cargo no es para prestarle sus servicios a la ciudad, a la comunidad que la habita, sino a su partido político y a sus miembros con aspiraciones. Por eso la ciudadanía pide con angustia que se revoque su elección y que vuelva Medellín a gozar de un buen funcionario como en años anteriores.
Pinturita está acabando con lo positivo que hicieron los administradores que lo antecedieron. Ya Medellín no es la tacita de plata. Ahora hay huecos por todas las calles de la villa. El tráfico se volvió imposible. Las basuras están regadas por las vías, las zonas verdes y los parques. Volvió la inseguridad, que estaba controlada. Las calles se llenaron de venteros ambulantes, cosa que se estaba arreglando con los bazares, para llevar allí a estas personas que preferían trabajar al sol y al agua, antes que delinquir, pero el alcalde prefiere venderle los locales a una firma de seguridad con sede principal en Bogotá y tirar otra vez a las calles a esta gente buena. El alcalde, que predica el izquierdismo, agrava las injusticias con los menos favorecidos para favorecer a unos amigos empresarios de la capital del país.
Es que la izquierda sirve para eso. Para fingir que favorece a los más necesitados, a los olvidados, a los más débiles. Pero cuando llega al poder hace todo lo contrario. Eso lo vemos ahora cuando Putin asesina a los niños en los hospitales infantiles, a los enfermos, a los ancianos. Para la extrema izquierda no hay barreras para usar las armas. Para acabar con los más pobres sin brindarles oportunidades. Prefieren usar la fuerza y disminuir la pobreza eliminando a quienes la padecen.
El alcalde seguirá en la práctica de preparar a su gente para engrosar las filas de la extrema izquierda y, así, llegar al poder para eliminar a los más débiles.
Ojo a las elecciones que se avecinan, el alcalde colabora preparando a su gente para el cambio que promete, pero no dice cómo
https://www.elcolombiano.com/, Medellín, 31 de marzo de 2022.