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El Colombiano (Editorial)

Neonazi es la misma expresión que Putin ha venido utilizando para convencer al pueblo ruso de su feroz ataque a Ucrania.

Gustavo Petro, puntero en las encuestas hacia la presidencia de la República, asume en ocasiones un tono moderado y sereno. Tal vez eso le han aconsejado sus asesores, temerosos de que su lado más radical ahuyente y asuste a los colombianos. Pero hay momentos en los cuales, al calor del teclado y del celular, ese lado radical emerge sin velos y sin máscara.

El más reciente de esos episodios sucedió el pasado lunes. Noticias RCN publicó un trino que decía: “En varias ocasiones Petro, el candidato por 12 años a la presidencia, ha soltado amenazas contra la propiedad privada: @ghitis”. Y de inmediato el candidato Gustavo Petro respondió al trino diciendo: “Neonazis en RCN”.

La opinión de David Ghitis era una crítica a la propuesta de reforma pensional del candidato del Pacto Histórico. Una crítica que cualquiera tiene derecho a hacer. Y quien es objeto de la crítica tiene derecho a disgustarse. Pero a lo que no tiene nadie derecho es a estigmatizar de esa manera tan grave. Ser calificado de neonazi es afirmar la afinidad o la pertenencia a un grupo responsable de los mayores horrores de la historia reciente. Y peor aún si, por la manera ambigua como Gustavo Petro escribe y el plural que utiliza, la descalificación no va dirigida a una sola persona, sino al medio de comunicación y sus periodistas en general.

Todo esto produce mayor alarma cuando quien insulta y estigmatiza al columnista no es un parroquiano cualquiera, sino alguien que aspira a ser presidente de la República. Si esas son sus reacciones ante una opinión crítica de sus ideas, que hoy son meras propuestas, cabe la pregunta de cuál va a ser el tono de esas reacciones cuando Gustavo Petro tenga en sus manos instrumentos efectivos de poder.

En el mundo ya son varios los mandatarios populistas y con tintes totalitarios que parecen seguir un patrón de conducta: la libertad de prensa les gusta únicamente cuando se dicen cosas que les agradan o les convienen, o cosas que son afines a sus ideas. De lo contrario, se despachan en las más feroces descalificaciones contra quienes libremente informan o expresan su parecer.

La Fundación para la Libertad de Prensa (Flip), en un enfático comunicado de rechazo a la descalificación de Petro a RCN, señala que este no es un episodio aislado: “Estas estigmatizaciones no son nuevas, lesionan gravemente la libertad de prensa y, por reiterativas, estas se interpretan como una campaña de desprestigio”. El mismo comunicado advierte que no es la primera vez que RCN sufre estas agresiones de Petro: “En distintos escenarios, ha lanzado mensajes estigmatizantes contra el medio y ha deslegitimado, de manera infundada, su trabajo periodístico”.

Es lamentable, además, que la palabra utilizada por Gustavo Petro sea la de “neonazi”. Es la misma expresión que Vladímir Putin ha venido utilizando en los últimos meses —en una narrativa falsa— para convencer al pueblo ruso de que tienen que atacar a Ucrania. A propósito, llama la atención que hasta hace muy poco la expresión más recurrida por Petro para este tipo de guerra dialéctica era la de paramilitar. ¿Por qué y cuándo decidió cambiarla por la de neonazi?

A Petro no le gusta que lo comparen con Chávez ni con otros tiranos de izquierda, pero su conducta tiene coincidencias con el trato que le han dado a la prensa esos autoritarismos: todo lo que los apoye es libre y digno, todo lo que se les oponga es fascismo, nazismo, ultraderecha y paramilitarismo. Todos estos tiranos, además, han usado herramientas varias para intimidar a los medios que no se pliegan a su doctrina. En Venezuela, por ejemplo, los colectivos chavistas frecuentemente atacaban las sedes de los medios y hostigaban en las calles a los periodistas críticos de Chávez. Si recordamos que durante las protestas del año pasado grupos de encapuchados y de “primera línea” hostigaron y atacaron en reiteradas ocasiones a periodistas y medios como Semana y RCN, a los que, con la sonrisa complaciente de sus orientadores políticos, llaman “fachos”, no es descabellado temer que en un gobierno de Petro los medios que no sean de sus afectos puedan ser objeto de hostigamiento y ataque por parte de colectivos fanáticos.

https://www.elcolombiano.com/, Medellín, 31 de marzo de 2022.

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