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El Colombiano (Editorial)                                                                                                     

¿Cuál es el secreto tan grave que guarda Armando Benedetti de los manejos irregulares de la campaña de Gustavo Petro?

Nunca había sido testigo Colombia de un hecho igual: un personaje como Armando Benedetti, investigado por la Corte Suprema de Justicia, señalado de golpear a sus parejas y que está intentando salir de difíciles adicciones a las drogas y al alcohol, da una entrevista para anunciarle al país con bombos y platillos que ahora será asesor del Presidente de la República.

Cada nombramiento carga un símbolo y este de Benedetti, sin duda, es un gran insulto de Gustavo Petro a Colombia.

El desconcierto y la indignación se dan no solo por la terrible reputación del nuevo asesor presidencial, sino por lo que esta decisión revela del propio mandatario. Los principios de ética y transparencia, de respeto a los derechos humanos y de equidad de género que Petro dice defender, quedan como una vulgar mentira con este nombramiento.

Cómo será esta designación de trágica que hasta la actriz Margarita Rosa de Francisco, que se ha convertido en una defensora acérrima de Petro, ayer no tuvo cómo defenderlo y trinó dos veces sobre ese anuncio de Benedetti, la primera vez diciendo “Devastadora noticia ¿es verdad?” Y la segunda: “Sólo les digo que tengo muchas ganas de llorar”.

¿Por qué su nombramiento es tan cuestionable? Primero, porque Armando Benedetti tiene investigaciones en la Corte Suprema, una de ellas por enriquecimiento ilícito de más de $3.000 millones. El futuro asesor del Presidente se defiende con un supuesto préstamo hecho en efectivo por Euclides Torres, el cuestionado contratista, amigo suyo y socio político.

Segundo, porque Benedetti tiene secretos ácidos de Petro: los audios revelados por la revista Semana hace un año y medio dejan al descubierto lo que sería un entramado de corrupción en la financiación de la campaña presidencial. No sobra hacer un recorderis de lo que se le oyó decir en ese entonces a Benedetti en conversación con Laura Sarabia, hoy mano derecha de Petro: “No te estoy amenazando, pero si tú quieres que te amenace, yo salgo y cuento todo lo que sé. Que sé bastante para acabar con el mundo, ¿oíste? Con el de ustedes y con el mío”, decía Benedetti, visiblemente alterado porque no lo habían atendido en Palacio.

“En el momento en que yo diga quién dio la plata aquí en la Costa, yo sé que es esa mondá... ¡Lee cómo empezó el hijueputa 8.000!, ahí está la clave de todo lo que te va a pasar”, le increpaba Benedetti comparando lo ocurrido en la campaña de Petro con la financiación de narcos de Cali a la campaña de Ernesto Samper. “Yo hice cien reuniones y conseguí 15.000 millones de pesos, es más, si no es por mí, no ganan (...) pateo y ahí nos caemos todos”, se le oía en otro punto del audio. “Nos hundimos todos. Nos acabamos todos. Nos vamos presos”.

Después de estos audios, desde febrero pasado hasta ahora, Armando Benedetti ha disfrutado de un exilio dorado en Roma, como embajador de Colombia en la FAO, delegación diplomática que se abrió solo para tenerlo tranquilo, y que en los primeros seis meses ya les había costado cerca de $1.700 millones a los colombianos, a razón de $75 millones en salario, más $10 millones cada mes por gastos de representación, arriendo y servicios inmobiliarios por $362 millones y un Mercedes Benz por $403 millones.

Ahora deja botado todo el montaje (así como también había dejado botada la embajada en Caracas) y vuelve a Colombia. Es evidente que entiende que necesita estar en Bogotá para mover hilos y acomodarse bien para la próxima Presidencia. Curiosamente, hizo unos primeros pinitos en la entrevista a Semana, echándole varios piropos a Vicky Dávila. ¿O cómo más se interpreta que un asesor del presidente Petro decida hablar bellezas de la gran contradictora del mismo? No sobra recordar que Benedetti se supo acomodar en el gobierno de Uribe, después en el de Santos y luego en el de Petro. Un salto más es parte de su libreto de vida.

El tercer capítulo, pero no el menos importante, el que hace imposible tragarse el sapo de tener a Benedetti como asesor presidencial, son los señalamientos que le han hecho de maltrato a sus parejas. Él ha tenido cuatro esposas y cada una de ellas ha vivido su historia en silencio. La actual decidió romper el molde y lo denunció en Madrid por violencia de género. Si bien está de por medio la presunción de inocencia, la gravedad de estas acusaciones debería ser suficiente para exigir que Benedetti no ocupe cargos en el Estado mientras se esclarecen los hechos.

Así pues llegará Armando Benedetti, con esa aura de haber jugado el papel de El Padrino en la campaña, con sus escándalos a cuestas, a llenar algún espacio en medio de la soledad que vive Gustavo Petro en la Casa de Nariño, entre otras cosas porque su oficio está concentrado en la red social X y en salir a dar discursos aquí y allá.

¿Por qué el anuncio de su nuevo cargo lo hizo el propio Benedetti con tanta convicción y no lo hizo el presidente Petro como acostumbra a través de su cuenta de X? ¿Cuándo antes, en la historia de este país, se ha visto que alguien salga a decir: les cuento que me han nombrado Ministro o asesor del Presidente, sin esperar a que sea el propio Gobierno el que lo dé a conocer?

Lo que demuestra el hecho es la absoluta confianza que se tiene Benedetti, de que nada ni nadie podría parar su nombramiento. Una convicción que pone al descubierto una vez más el interrogante de cuál es el secreto tan grave que guarda Armando Benedetti de los manejos irregulares de la campaña de Gustavo Petro.

25 de noviembre de 2024

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Publicado en Editorial

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