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Juan Gómez Martínez 

No voté por Álvaro Uribe cuando se lanzó de candidato para la gobernación de Antioquia. No voté por él cuando ganó la presidencia de la República. Empezó a gobernar con autoridad, como me gusta, y me volví el más uribista de todos. En algún momento, en la comisión quinta del Senado, el senador Jorge Enrique Robledo me criticó por mi uribismo. Yo le dije que no era uribista, Robledo se sorprendió y me dijo: “¿No es uribista?”. Le contesté: “Soy furibista”. Y lo sigo siendo por lo que ha hecho por Colombia y por los colombianos.

Cuando llegó a la presidencia organizó las caravanas turísticas. Explico lo que era esto para los jóvenes que no conocen el pasado y se han dejado influenciar por los predicadores de la izquierda. En aquella época no podíamos salir por las carreteras, no podíamos ir al campo a descansar, no podíamos puebliar, como llamábamos a los viajes para conocer los distintos municipios. En fin, en fines de semana y vacaciones nos teníamos que quedar encerrados en la casa para evitar el secuestro o los llamados retenes extorsivos. Se posesionó Uribe como presidente de la República, hizo que miembros del ejército acompañaran a los viajeros delante y detrás de los grupos de vehículos y recuperamos los viajes a los municipios, a las fincas y al campo. Se acabaron los llamados retenes.

Se acabaron también los secuestros en las vías del país porque las distintas carreteras eran vigiladas por las autoridades de policía y por miembros del ejército.

Los jóvenes, desconocedores de lo que pasaba en los primeros años del siglo XXI, hablan de los paramilitares sin saber que Álvaro Uribe los sometió, los puso a trabajar como detenidos, no le cumplieron y los extraditó. Distinto a lo que pasó después, cuando Santos premió a los miembros de las Farc, llevó al Congreso a los viejos que no aguantaban más el monte, no entregaron las armas, no entregaron las caletas llenas de dinero, las Farc siguieron vivas, delinquiendo, y Santos, disfrutando de sus propiedades en el exterior.

El presidente Uribe combatió los cultivos ilícitos y los laboratorios para producir drogas. Bombardeó los campamentos de los sediciosos, lo mismo que los laboratorios donde se producía la cocaína. Asperjó con glifosato los cultivos hasta reducirlos a su mínima capacidad de producción. Santos, con el acuerdo de paz, o mejor, de entrega, dejó multiplicar por mucho la producción de drogas, lo mismo que los cultivos de coca. Ahora no se pueden bombardear los campamentos, de pronto hay niños como carne de cañón. No se puede fumigar con glifosato, es cancerígeno cuando se asperja la coca, pero no lo es cuando se utiliza en otros cultivos para el consumo humano.

Pastrana, con las conversaciones del Caguán, tan criticadas, nos mostró que era imposible llegar a un acuerdo de paz con la subversión; Santos nos mostró que era posible llegar a un acuerdo si se les entregaba el país. El Plan Colombia sirvió para destapar las ambiciones de los subversivos y la forma como se debían combatir, como lo hizo Uribe. Por todo eso, soy furibista.

https://www.elcolombiano.com/, Medellín, 28 de abril de 2022.

Publicado en Columnistas Nacionales

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