Las cifras centrales son las siguientes -pongo entre paréntesis las correspondientes al CNC de hace unas semanas, para que el lector las tenga en mente-: Según Invamer, Petro sacaría en 1ª vuelta el 43.6% de los votos (38%), mientras que Gutiérrez el 26.7 (23.8%). Para la segunda vuelta, Petro obtendría el 52% (44.8) y Gutiérrez el 45.2% (36.95).
Hay analistas que dicen que la ventaja, en esa encuesta de Gutiérrez sobre su rival es que tiene menos imagen negativa, el 24.7%, frente al 40.4% de su rival, mientras que en imagen positiva prácticamente empatan: 41.8 y 41.9% respectivamente.
En conclusión, Petro sigue ganando y Gutiérrez está creciendo aunque todavía está lejos, pero tiene la mitad de imagen negativa que su contendor.
Por otro lado, la encuesta de Invamer no alcanza a reflejar el impacto del apoyo oficial del Partido Liberal a la campaña de Gutiérrez y el que recibirá de Cambio Radical y del Centro Democrático, aunque debe tenerse en cuenta que muchos de estos electores, especialmente del CD, ya lo han apoyado desde la consulta, por lo que está por ver cuál es su real contribución, que de todas maneras será positiva y valiosa.
La migración de votos desde Fajardo, que está en caída libre-6.5%, y Hernández -13.9%- que espera recoger los escombros que deja la estrellada contra la realidad del primero -entre los dos suman el 20.4 %- más el 0.5 posible de Ingrid Betancourt, para un posible 21%, es algo que se resolverá en segunda vuelta, pero ahí hay un buen número de votos para Gutiérrez y Petro. Ahora bien, la otra gran batalla se daría por los indecisos que son el 13,2%. Ambos sectores se decantarán por las propuestas programáticas y afinidad ideológica de última instancia al modelo de país de cada uno de esos votantes.
Por eso, para la campaña de Gutiérrez es tan importante enfocar los esfuerzos de persuasión en esos sectores. El programa debe ser tan amplio que todos se sientan representados, sin ningún tipo de exclusión y con un fuerte énfasis social, sin que se renuncie a las libertades individuales ya la democracia representativa. Ningún sector de ese abanico de fuerzas puede pensar que se lleva todo. Estamos en la coyuntura de un gran acuerdo nacional que de consolidarse debe durar el tiempo suficiente para que la amenaza de una dictadura populista de izquierda pueda ser desarticulada. De lo contrario en cuatro años, si es que se gana ahora, estaremos en igual o peor situación
Falta un mes dramático en el que cualquier cosa puede pasar, desde actos violentos y provocaciones de quienes han anunciado que no se resignarán a perder en caso de que sean derrotados, hasta la intervención de gobiernos extranjeros en ciberataques y cibermanipulación de la opinión y de los resultados.
Sería deseable que el gobierno nacional especificara cuál es su plan de contención, de preservación del orden público y de garantía del derecho al voto, que ya está siendo constreñido por violentos en algunas zonas del país. Es impactante, además, observar que pareciera que los partidos que defienden la democracia y la libertad duermen el sueño de los justos -salvo el expresidente Pastrana- en exigir acciones que garanticen la transparencia de la registraduría en las elecciones de mayo y junio. ¿Qué ocurre? ¿Están resignados a perder las elecciones?