Dicen que a ‘Otoniel’ le están violando sus derechos humanos, porque lo vigilan 24/7, ante las versiones de planes de fuga y hasta intentos de soborno a su círculo de vigilancia. Y que eso coarta su libertad de declarar ante la justicia. Pero, además, que el otro día le apretaron demasiado sus esposas. (Las de las muñecas, aclaro. No las conyugales). No podemos tolerar semejante tratamiento.
No podemos, porque asegura estar dispuesto a contarle toda la verdad a la Comisión de la Verdad. Hasta ha pedido que lo reciban en la JEP, donde ya anuncia que confesará graves violaciones de los derechos humanos por parte del Ejército y el DAS. Pero esas declaraciones vienen con premio, que como últimamente en lo judicial será, por algún lado, la cabeza de Álvaro Uribe. Ofrece contar sus fechorías “en compañía de políticos del Casanare y Urabá, aliados de Uribe, así como de alcaldes y congresistas de la coalición de gobierno”, con los que cometió asesinatos, secuestros, amenazas, atentados, desplazamientos de familias campesinas. Momento de gloria que por tanto tiempo llevan esperando los enemigos del expresidente.
Y para qué. ‘Otoniel’ es un hombre de admirable carrera delictiva. La hizo completica. Se educó en las Farc, validó en el Epl, universidad en las autodefensas, y en posgrado montó su propio y millonario negocio narco bajo tres nombres distintos. A él le gusta llamarse jefe de las Autodefensas Gaitanistas de Colombia. Pero no le molesta el nombre de ‘clan del Golfo’ ni que lo llamen jefe de ‘los Urabeños’.
Pero con una carrera tan fructífera, sus defensores han encontrado obstáculos en acomodarle su pasado para que lo acepten en la JEP. Han tenido que asegurar que cometió el grueso de sus delitos antes del 1.º de diciembre del 2016, requisito para ser premiado por la JEP. ¿Qué hizo ‘Otoniel’ entre 2017 y 2021? ¿Obras de caridad?
Pero para la JEP, falta cuadrar otras cositas. Allá no reciben paramilitares, y sus defensores dicen que ‘Otoniel’ no lo es en estricto sentido, porque fue expulsado de Justicia y Paz en 2015. Ni siquiera exhibirán para el efecto su valioso pasaporte guerrillero. Solo validarán su condición de empresario narco, como tercero financiador del conflicto. La pregunta es: ¿‘Otoniel’ es un tercero, o un actor que sigue delinquiendo?
Y no ha podido contar la verdad, según sus defensores, porque siempre está vigilado, no porque sea el narco más buscado del mundo, sino para amedrentarlo y mantenerlo callado.
No es que pidan que las medidas de seguridad se reduzcan, faltaba más, sino que “no afecten su confidencialidad y privacidad”. ¿Qué sugieren sus defensores para interrogar a ‘Otoniel’ sin vigilarlo?
Si no se atraviesa la JEP, y lo suelta y le facilita su fuga, lo esperan en la justicia colombiana siete condenas, diez procesos en curso, ocho medidas de aseguramiento, 137 órdenes de captura, 33 investigaciones de la Fiscalía, más tres procesos por narcotráfico en EE. UU. Paga allá, y tendrá que venir a pagar lo que debe acá.
Pero no quieren dejar, y para ambientar que no se lo lleven, ya se le han construido tres mentiras monumentales. Una, que se entregó voluntariamente y eso contradice que se quiera volar. Esa versión ha sido suficientemente desmentida. Dos, que si se va a EE. UU., no sabremos nada de sus delitos en Colombia. Falso. La extradición es la máxima figura de cooperación penal internacional, porque la criminalidad es cada vez más transnacional. Desde EE. UU. podrá ser interrogado cuantas veces quiera por la justicia colombiana. Hasta Iván Cepeda, Piedad Córdoba y Rodrigo Lara podrán ir a interrogarlo a la cárcel, como han hecho con otros extraditados. El solo Mancuso, preso en EE. UU., tuvo más de 1.000 oportunidades para contar su verdad. Pero, eso sí, ni modo de pedir que en EE. UU. no lo esposen, o que no le aprieten mucho las cadenas de los pies, y menos que dejen de vigilarlo tanto para que no se cohíba. Y la tercera mentira, que se robaron las confesiones de ‘Otoniel’ ante la Comisión de la Verdad. Robaron, sí, unas grabadoras utilizadas por un comisionado en su oficio, lo cual es lamentable, pero estaban vacías. Lo de ‘Otoniel’ quedó debidamente guardado. Pero qué escándalo el que se armó. ¡Durante varias horas se habían robado la confesión de ‘Otoniel’!
Propongo que para ayudarlo a hablar sin miedo, hagamos de su cárcel un spa. Que las esposas se las diseñe su esposa propia, bien acolchaditas, asesorada por el cirujano plástico que dejaba idénticas a sus esposas subalternas. Que sus guardias lo dejen tranquilo. Y que en su lugar acudan a cuidarlo unas masajistas, no escogidas por la Dijín. Y que le tengan una bolsa de sus ‘snacks’ favoritos, para que cada vez que abra la boca y mencione el nombre de Álvaro Uribe le tiren una cosita rica a su boca. ‘Otoniel’ se merece eso y más. Alma bendita.
https://www.eltiempo.com/, Bogotá, 27 de febrero de 2022.