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José Obdulio Gaviria*                                                                                    

“La casa de la familia Castañeda era toda de madera, una preciosidad. Cierto día descubrieron en el techo un pequeño nido de comején. Nadie se alarmó; un nido de insectos era algo controlable. El señor Castañeda averiguó cuánto le valdría fumigar la casa y eliminar el nido, pero cuando los hijos vieron el presupuesto pusieron el grito en el cielo: ¡eso está muy caro!, dijeron; ¿para qué gastar tanto en algo tan pequeño? Y los Castañeda prefirieron ignorar el problema y aplazar la solución.

Los comejenes, felices, siguieron multiplicándose y alimentándose con la madera. Nadie notaba las grietas ni los ruidos, nadie parecía comprender que la casa estaba siendo demolida lenta e imperceptiblemente.

Un día -ese día tenía que llegar- se escuchó un estruendo. Era el techo que se desplomaba. Los comejenes a los que no se había querido enfrentar, habían destruido la casa y ahora el costo de fumigar, que les había parecido tan elevado, era insignificante comparado con el de reconstruirla desde cero.

Los Castañeda pagaron un precio muy alto por aprender la lección de que hay que enfrentar los problemas antes de que se agranden; de que hay que invertir en soluciones preventivas y no esperar lo irreversible. @CeDemocratico” (Noviembre 18)

* Publicado en su cuenta de X (@JOSEOBDULIO).

Publicado en Columnistas Nacionales

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