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Daniel Mera Villamizar

La deserción escolar agudizada por el crimen, una caída del aprendizaje estudiantil y el deterioro de la infraestructura física por la pandemia ameritan compromiso del MEN.

La deserción en Buenaventura según Simat está casi en el 17% (8957 alumnos menos que en 2021, cuando hubo 53188). La deserción de facto es mayor porque muchos matriculados no están asistiendo a clases, reportan los rectores. Previo a 2020, la deserción escolar nacional estaba por debajo del 3%. En la ciudad, el aumento dramático se asocia también a la inseguridad ciudadana, como veremos más adelante. 

En las pruebas Saber 11, el promedio del puntaje global de los bachilleres de Buenaventura cayó de 231 en el año 2017 a 219 en el 2021 (versus 250 de promedio nacional —sobre 500—). Aunque desde antes de la pandemia el promedio venía cayendo, tuvo en 2021 el retroceso más pronunciado: seis puntos, de 225 a 219.

De 3601 (693 de colegios privados) estudiantes inscritos a Saber 11 el año anterior, 364 no presentaron la prueba (63 del sector rural), cifra menor a la de 2020 (398), en un hecho inédito en esas proporciones antes de la pandemia. ¡Quince de las 42 instituciones educativas oficiales tienen promedios globales de Saber 11 inferiores a 200, incluyendo una con 158!  (El promedio en los colegios privados de la ciudad es 244 puntos).

Si bien las pruebas cognitivas estandarizadas solamente evalúan una parte (muy importante) de los fines de la educación, estos desempeños de los bachilleres bonaverenses son demasiado bajos para observarlos sin inmutarse. Son un desastre social.

Como sabemos, el año pasado hicimos Saber 3, 5, 7 y 9 muestral, es decir, tendremos en mayo resultados por macro-regiones y agregado nacional, no por entidad territorial y tampoco, claro, por institución educativa. Ver más en mi columna "Próximo gobierno y Pruebas Saber 3, 5, 7 y 9" (10/oct/2021). Básicamente, estaremos a tientas.

En infraestructura educativa, si antes de la pandemia el informe de 104 diagnósticos de instituciones que realizó OIM fue preocupante, a mediados de 2021 la situación de «precariedad de las infraestructuras de todas las instituciones educativas con sus respectivas sedes, con pocas dotaciones» hizo que un rector, Libardo Riascos (IE Ineterpo) le solicitara públicamente al alcalde "declarar la emergencia educativa".

La infraestructura es más importante de lo que se ha creído, tal como han mostrado algunos, incluyendo al exsecretario de Educación de Bogotá Óscar Sánchez. Ver más en mi columna "Infraestructura escolar y proyecto educativo (de país)" (15/nov/2021).

Y aquí volvemos a la deserción. El secretario de Educación distrital, Hamington Valencia, les envió una carta la semana pasada a los ministros de Educación y de Defensa pidiéndoles "un espacio de alto nivel para establecer acciones que permitan asegurar condiciones de seguridad que garanticen la debida prestación del servicio educativo, especialmente en las IE de la zona rural".

Les narra que en 2021 las actividades académicas se vieron interrumpidas en algunas Instituciones por "balaceras", "hechos violentos perpetrados en contra de líderes rurales", "desplazamientos masivos", "desaparición forzada", actores armados y "fronteras invisibles", y que en 2022 no ha mejorado la situación. Lo más triste es que no faltan menores de edad desescolarizados y armados que molestan a otros que sí quieren estudiar.

¿Cuántas entidades territoriales están igual de mal o peor que Buenaventura en materia educativa? (El Chocó, probablemente). El MEN debería saberlo, comunicarlo y emprender unas acciones estratégicas para demostrar que sí se puede controlar y revertir una crisis multidimensional en el sector. Es difícil que un mandatario de entidad territorial certificada se anime a declarar con la Asamblea o el Concejo una "emergencia educativa" porque las atribuciones legales no están claras, aunque se ha hecho.

Sin embargo, los ministros de Educación y de Defensa pueden responderle al secretario de Educación distrital y tal vez en una reunión bien preparada de capacidad decisoria encuentren la forma de tratar la situación como lo que es: una emergencia educativa, reflejo hiriente de la crisis educativa del país.

@DanielMeraV

El Espectador, Bogotá, febrero 7 de 2022.

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