Columnistas Nacionales
Alfonso Monsalve Solórzano
El país ha sido tomado políticamente por la propuesta del señor Gustavo Petro, probablemente aconsejada por el señor Benedetti, de convocar una consulta popular sobre las reformas en trámite ante el congreso porque, supuestamente, éste se niega a obedecer el mandato popular que significó el triunfo del petrismo.
José Obdulio Gaviria*
“Para la izquierda, las Consultas Populares no son un fin sino un medio; son un mecanismo electoral para hacer proselitismo. Por ejemplo, en 2018, Claudia López y su partido Verde promovieron la “Consulta contra la corrupción”, que en realidad fue su campaña presidencial personalista (luego, para la alcaldía) y, finalmente, la campaña para que sus compadres verdes aumentaran cinco curules en el senado.
Darío Acevedo C.
El trío Petro, Sarabia, Benedetti renace de las cenizas y quiere imponerle al país su tóxica agenda: enredar a la oposición en debates de gran intensidad como los de la legalización de la cocaína y la convocatoria a una consulta popular que, dadas las circunstancias, supone un enfrentamiento profundo y peligroso para la democracia en cuanto revela el viejo anhelo autoritario y golpista de Petro de eliminar el Congreso.
Rafael Nieto Loaiza
No es la primera vez que Petro dice que acudirá al “pueblo”. Antes habló de "poder constituyente”, de un “referendo” y de una “asamblea nacional popular". También propuso, varias veces, la última a mediados del año pasado como respuesta a la decisión del Congreso de hundir su propuesta de reforma a la salud, convocar una "asamblea constituyente”.
Eduardo Mackenzie
Cuando Gustavo Petro dice que convocará una consulta popular para imponer por encima del Congreso y de todas las instituciones sus desgraciadas “reformas” él está hablando en realidad de una “consulta popular”. Entendámonos. Petro no pretende consultarle nada al país. El pretende golpear a la ciudadanía con una o varias olas de violencia de todo tipo, en el campo y en las ciudades, para dictar enseguida uno o varios miserables decretos dictatoriales con las aberraciones que el Congreso, de la manera más legal y constitucional, se negó a convertir en leyes en estos días.