“El mal siempre triunfa gracias a la fuerza de sus espléndidos incautos; y en todas las épocas ha habido una alianza desastrosa entre la inocencia anormal y el pecado anormal.” G.K. Chesterton
Desde antes de 2018, mencioné que la llegada de un marxista al gobierno sería un peligroso acontecimiento, con riesgo de ser algo irreversible, porque ellos no llegan al poder para irse sino para cambiar, por todos los caminos, el estado de cosas de forma que se garantice su enquistamiento. El modelo marxista, siempre perverso y fracasado, en su manual operativo y de implementación, obliga a su ejecutor a destruir el aparato institucional existente que pueda limitarlo y acabar por asfixia o expropiación la alternativa privada, configurándose un inmenso monopolio público que se vuelve la única opción de los ciudadanos agobiados. Pero esto funciona si y solo sí los ciudadanos se empobrecen y sufren.
Cuando un marxista llega a la rama ejecutiva, que por definición “ejecuta” y por lo mismo quien se requiere allí es alguien que sepa administrar y no quien diga lo que la gente quiere oír, la ejecución deja de ser necesaria porque lo que exige el modelo marxista es que su operador sea bueno destruyendo y empobreciendo a la población. Por eso desgobierna hoy alguien comprobadamente inepto y con un gabinete plagado de ineptos que sirven de eco.
Algunos incautos creen que el déficit gigantesco de ejecución del gobierno es porque las personas elegidas para ejecutar no saben absolutamente nada del tema o tienen las peores y más nefastas ideas de cómo hacer las cosas inexorablemente mal. Sin duda que la ineptitud explica una parte de ello, pero no es la única ni principal causa de la falta de ejecución. Es algo premeditado y sincronizado con las elecciones de 2026.
La inoperancia del gobierno está provocando, y provocará más en 2025, una cadena de deficiencias para los ciudadanos en muchos ámbitos, solo como ejemplo menciono la salud, para que estén en 2026 tan exhaustos y desesperados que, precisamente en ese momento, aparecerá todo el dinero que tiene el gobierno acumulado por no haber ejecutado y de lo que se tomará de los fondos privados de pensiones, en forma de “regalos”, pagos de “mesadas atrasadas” y “subsidios; apoyados en decretos de urgencia y diciendo que el gobierno no había cumplido antes, supuestamente, por culpa de la “oligarquía” que lo tenía maniatado legal y fiscalmente. La necesidad provoca avidez insana de esperanza, que mezclada con hambre provoca el exilio de la neurona y que se razone con el estómago, que agradece con votos a quien le da lo que le había quitado previamente.
Me dicen que olvido que las instituciones judiciales y de control no permiten que el dinero se gaste de esa forma. Pero ¿no se han dado cuenta de que muchas de esas instituciones ya han sido tomadas durante estos primeros años, y que en 2025 están en la mira las faltantes, como por ejemplo la Procuraduría, Banco de la República, Corte Constitucional, Fondo Nacional del Café, y si ya no lo está, la Registraduría, quien podría contar los votos en el 2026 con una surrealista aritmética venezolana?
20 de enero de 2025