Predecir algo es osado así sea en las pequeñas cosas y en cortos tiempos. Puedo predecir que en cinco minutos seguiré escribiendo esta columna con pocas posibilidades de fallar. Pero podría ocurrir que una llamada urgente me saque de mi labor o cualquier otra contingencia. ¡Cómo no cuando se trata de la voluble política! ¿Cuáles podrían ser los riesgos de un pronóstico ante lo que pueda pasar en apenas cuatro días? Aparte de quedar, quien se atreve a dar pronósticos, como un estúpido en caso de que los hechos refuten sus predicciones no veo mayores consecuencias cuando se trata de opinar y opinar, a lo que nos hemos venido acostumbrando. Que un comentarista diga esto o aquello parece que importa muy poco. Si acierta, se podrá dar por satisfecho siendo alimentada su vanidad. Si se equivoca se hará el de la vista gorda y continuará como si nada. Casos se han visto por ejemplo con los que aseguraban que Harris derrotaría holgadamente a Trump contrastando con los que no dudábamos del triunfo aplastante de Trump que no dejaría espacio al fraude.
He dicho, osadamente, que el 10 marcará un antes y un después y ¡colmo de los colmos! me atrevo a asegurar que lo será para toda América. ¿En qué me baso? En mi intuición alimentada por el seguimiento continuo a los múltiples canales digitales que dan noticias minuto a minuto de lo que viene ocurriendo en torno al conflicto venezolano desde que la dictadura chavista desconoció el triunfo de Edmundo González Urrutia en las elecciones del 28 de julio de 2024. No son pocos los analistas que se han venido ocupando del tema con una audiencia de miles y miles de personas en el mundo, especialmente en América, que los escuchan alimentando una fe que se ha encendido luego de la labor titánica de la líder María Corina Machado a quien nadie, ni siquiera los brutales sádicos que controlan con mano de hierro el país, han podido doblegar.
Y soy más osado aun atreviéndome a pronosticar la caída del régimen. Y no me quedo ahí, se viene la caída estrepitosa de la infame tiranía de Cuba, la espantable de Nicaragua, la hipócrita y servil de Brasil y otras por el estilo que han causado pobreza, atraso, violencia y dolor en nuestros países. Ya es hora de que las cosas cambien para bien y por largo tiempo. Las oposiciones funcionales que han permitido cobardemente la permanencia de gobernantes no solo mediocres sino también ordinarios, vulgares y tan poca cosa, secundadas de otros de su misma o peor calaña, tienen que ser cuestionada para dejar paso a verdaderos opositores que tengan la valentía de enfrentar a los que con el disfraz de un socialismo benefactor se han convertido en los opresores de sus propios pueblos.
La visita de Edmundo González Urrutia a Milei ha sido trascendental. El emocionante recibimiento al presidente electo en Buenos Aires fue realmente conmovedor. Imagino cómo sería en Colombia con los millones de venezolanos que han buscado refugio en nuestra tierra. Para el 9 de enero María Corina ha llamado a una gran movilización mundial. Espero que Colombia no se quede atrás y de muestras de su solidaridad con el movimiento de liberación de ese rico país que se merece un lugar destacado como nación soberana y libre.
Pienso en el día en el que un venezolano tenga de nuevo la ilusión de retornar a su patria porque allá contará con las posibilidades de un desarrollo personal junto a sus familiares y amigos. Pero también en miles de colombianos que tendrán, como en el pasado, la opción de encontrar trabajos dignos y bien remunerados en el país hermano.
Los acontecimientos se acelerarán desde el 9 de enero cuando el llamado de María Corina a las calles sea correspondido con multitudes que hagan temblar a la tiranía que no se atreverá a proclamar al imbécil y cobarde de Maduro como presidente el 10 de enero. El refuerzo llegará diez días después con la llegada al poder de Trump y su equipo. Los villanos no tendrán escapatoria.
Y cómo no llenarme de esperanza de que con esto sucederá muy pronto la esperada caída del payaso que usufructúa la presidencia de Colombia. Se le vienen tiempos oscuros al mequetrefe y claros para quienes guardamos la fe en una Colombia en paz camino al progreso.
KienyKe