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Carlos Salas Silva                                                                   

Se me ha acusado de destilar odio en mis artículos y de mantener una posición radical. No me extraña esa acusación, aunque podría decir varias cosas en mi defensa. Hay un lado de mi personalidad que tiende a la conciliación junto a otra, más visible, que es intransigente cuando cree estar del lado de lo justo. Así y todo, muchas veces se me ha demostrado estar equivocado, ya sea por hechos o por argumentos. Esto me ocurre no solo con los polémicos asuntos políticos sino también con los del arte. En ambos la pasión juega un rol fuerte que opaca a la razón y a la tolerancia por el furor del discurso cuando se trata de defender posiciones que tienden a volverse extremas.

En mi anterior artículo mencioné a Bazar Al-Assad como “el tenebroso dictador de Siria”. Podría haber sido más medido y, siguiendo a Rulfo, no utilizar adjetivos. Considero que para referirme a semejante monstruo me quedé corto. Habría podido añadirle, sin caer en la exageración, que es un asesino, un torturador, un alma del demonio y mucho más. En el mismo párrafo hice alusión a “los brabucones de estos lados… que han instalado sus voluminosos traseros sobre sillones que apestan”. Realmente no es muy comedido con los lectores que haga mención de esas partes de su anatomía, pero es poca cosa, y me sabrán perdonar quienes gentilmente leen mis artículos, conociendo el horror que ha significado para millones el que hayan destruido las economías de países de nuestra América, otrora ricos, implantando regímenes criminales.

He querido por otra parte mencionar lo menos posible con nombre propio a quien usurpa el poder en Colombia y hablar del mequetrefe o del mamarracho.  De pronto de ahí surge el reclamo a mi poca corrección en el lenguaje y que destilo odio con mis opiniones. Aclaro que mi percepción de ese tipejo como un mamarracho y un mequetrefe me viene de tiempo atrás y no entendía, y sigo sin entender, que existieran, y existan, quienes se refieran a él con respeto, y mucho menos luego de haber padecido durante dos años y cuatro meses su desastrosa gestión y de ser testigo de sus malos hábitos y sus pocas cualidades personales. Cómo no destilar odio ante la bajeza del mequetrefe… perdón, del mamarracho.

Se me puede decir que destilo odio con mis menciones a Maduro. Lo confieso, su sola mención me hierve la sangre, ni al corrupto Biden, que lo único bueno que se puede esperar de él es su pronta salida lo que significará el fin del peor gobierno de la historia de Estados Unidos. También he mencionado a otro gran corrupto como Sánchez de España. A Ortega, Correa, Morales, Kirchner, Lula y otros de esa misma calaña les he dedicado una que otra frase sin dejar de utilizar adjetivos poco correctos para quienes consideran que hacerlo es destilar odio y para mí también, lo siento mucho… no, en realidad no lo siento ni cinco.

El anterior es una breve muestra de unos pecados muy en consonancia con mi incorrección política. No me arrepiento de ellos, de ninguna manera. Hay una rabia que no se puede extinguir y menos cuando lo que está en juego es el futuro de nuestra nación y del mundo, para hacer la cosa más dramática, del que hacemos parte. Con Duque tuve la ingenua ilusión de que se emprendería la batalla cultural desde la derecha y no se dio. ¡Qué decepción! Ahora sufrimos las consecuencias. En buena parte del mandato del siniestro Juan Manuel Santos mantuve mi incorrección en mis participaciones en las redes, cosa de la que tampoco me arrepiento así haya perdido amigos y se me cancelara en un medio artístico tan de izquierda como “lameculos” … Ayayay se me fue otra, no tengo remedio.

Acabo de ver por segunda vez la parte dos de “Joker”. En el juicio, cuando él ya ha asumido su propia defensa, hace un comentario contra los guardianes de la cárcel en la que lo tienen recluido. Al llegar le tenían un recibimiento desproporcionado a sus palabras. Tremenda muenda le dieron. Dejando al Joker molido en la celda la cogieron con un joven que comenzó a cantar como gesto de solidaridad con la victima de la paliza. Con él, a los guardias se les fue la mano y terminaron ahogándolo sin piedad. Espero que mi incorrección no llegue a tener tan funestas consecuencias… tengo amigos que me han dicho que debo tener cuidado.

KienyKe

Publicado en Columnistas Nacionales

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