Petro no se concibe como expresidente. ¿Quién se preocuparía de lo que diga o haga estando fuera del cargo? Solo en el poder puede expeler eficazmente el odio, el resentimiento y la vulgaridad que motivan todos sus actos cotidianos, y únicamente el gobierno puede darle la satisfacción de todos los placeres públicos que hacen incomparable el goce del despotismo: incontables y fastuosos viajes, desfiles, manifestaciones, tv y prensa, etc., al lado de los privados y sensuales placeres de la mórbida y clandestina agenda privada (“¡hoy en Bogotá y mañana en cualquier lugar del mundo!”).
Jamás se privará ya Petro del abuso diario del poder, porque en él, la libido imperandi no distingue entre lo público y lo privado.
En los días finales del año viejo se popularizó en Colombia la expresión kakistocracia, para referirse a lo peor (kakistos) y al gobierno (cratos). Aquí, es eso lo que tenemos, y el jefe del Estado es precisamente el kakas (del griego kakis, y del latín cacare, como puede verse en el DRAE).
Por esta razón, La Linterna Azul no se cansará, en el presente año, de predicar la necesidad y la urgencia de la unión de todas las fuerzas democráticas bajo un liderazgo común y desde hoy. La primera tarea, de la mayor importancia, es la de activar los mecanismos institucionales previstos en el artículo 109 de la Carta, para destituir a Petro, porque, si no, él destruirá todas las instituciones en los próximos 15 meses y se posesionará “maduramente” el 7 de agosto de 2026.
¡Las elecciones de 2026 no serán un alegre paseo dominical, sino la batalla final, para la cual no nos estamos preparando!