Para Ludwing von Mises, quien escribió a comienzos del siglo pasado, el liberalismo era a la par una filosofía y un acertado movimiento político y económico centrado en la igualdad ante la ley, en las limitaciones del estado y en el justo ejercicio de las libertades individuales a la asociación, a la religión y a la libertad de expresión. El liberalismo clásico defiende, en especial, la propiedad privada y la autonomía.
“El liberalismo -afirmó- es el resultado de una evolución en la forma en que los humanos organizan la sociedad, con la intención de liberarnos de reyes, de señores feudales y de dictadores. Esto, con la intención de ser libres para ser propietarios, de contratar para beneficio mutuo de quienes participan en el contrato, libres para no vivir bajo leyes arbitrarias aplicadas a todos”.
“Nunca -continúa Mises- fue diseñado el liberalismo para hacernos iguales o para distribuir la riqueza, y menos aún, para liberarnos del trabajo, de las jerarquías o de las diferencias humanas. De hecho, las diferencias impulsan la especialización, las ventajas comparativas y las necesarias competencias entre los comerciantes”.
“El liberalismo de los tiempos de Mises, en marcado contraste con el de hoy, no era un llamado a la igualdad o a la adopción de políticas universales”.
El exitoso liberalismo clásico considera que la prosperidad nacional requiere que los gobiernos manejen la economía con el fin de mantener bajos tanto el desempleo como la inflación y para mantener elevado el crecimiento económico.
Mis conclusiones. El paticojo nuevo liberalismo se rige hoy por casi todos los principios del liberalismo clásico en momentos en que problemas universales como el cambio climático y las pandemias requieren políticas universales.
Pero con el pretexto de evitar las recesiones económicas globales, los crecimientos exagerados de la población y los problemas del párrafo anterior, el nuevo liberalismo de los países ricos les ató las manos a los gobiernos de los pobres, para alcanzar la prosperidad nacional, al imponernos las dictaduras universales de la globalización y del libre comercio, a expensas de la pérdida de empleos manufactureros y agropecuarios en las comunidades en desarrollo.
El nuevo liberalismo de los países ricos es una política global para invitar el mundo a poner en primer lugar los intereses de su hegemonía y de su globalismo. Es una terrible metamorfosis de los nacionalismos hacia la globalización y hacia el libre comercio en lugar de promover un comercio justo con empleo y sin migraciones. El nuevo liberalismo ha incrementado las diferencias entre países ricos y pobres.
Referencia. Digitar en Google: The New Postliberalism. Autor: Jeff Deist.