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Ariel Peña           

El ataque a la Revista Semana por parte de un grupo de indígenas de la comunidad Misak, el 29 de septiembre, violó el artículo 19 de La Declaración Universal  de los Derechos Humanos de la ONU, que a la letra, dice: “Todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y de expresión; este derecho incluye el de no ser molestado a causa de sus opiniones, el de investigar y recibir  informaciones y opiniones, y el de difundir, sin limitaciones de fronteras, por cualquier medio de expresión”: de manera que estos indígenas que vinieron a engordar la manifestación de Gustavo Petro del 27 de septiembre, debían de saber que estaban quebrantando un Derecho Humano, que de ninguna manera  puede ser  justificado por la postura política de esa comunidad indígena.

En cualquier parte del mundo,   un medio de comunicación está expuesto a difundir noticias erróneas y desde luego a corregir, pero que sectores que se creen intocables, porque gozan del beneplácito del gobierno, atenten en contra de la libertad de prensa, eso es un atropello a un derecho fundamental, sin ninguna duda, que solo responde a la  doctrina marxista que en este caso, usa de máscara al indigenismo; sin olvidar que de acuerdo al rigor histórico el fascismo es hijo del marxismo; de ahí que atacar a un medio de comunicación se circunscribe dentro de una práctica fascista.

En el gobierno de Gustavo Petro no solo se ataca la libertad de prensa, sino que además se ha divido al movimiento sindical, que ha sido víctima de los diferentes actores armados, en el conflicto político militar que ha vivido Colombia; puesto que desde la elección de Petro, sectores triunfalistas y envalentonados del Pacto Histórico que fungen como sindicalistas, han perseguido a sus contradictores, por no plegarse mansamente al proyecto absolutista  en ciernes.

La libertad de expresión y de información son pilares de la democracia. Lastimosamente son permanentemente atacados por el odio de los sectores totalitarios que solo quieren ver y escuchar lo que les conviene. Por ello acuden a la irracionalidad como lo ocurrido con la Revista Semana, subrayando que el comunismo es uno de los principales predadores de la libertad de prensa en la historia, ya que una de las figuras más connotadas del comunismo en Latinoamérica, tal es el caso del criminal genocida del Che Guevara, afirmaba de manera arrogante: “Hay que acabar con todos los periódicos. Una revolución no se puede lograr con libertad de prensa”; demostrándose el ensañamiento que ha tenido la secta marxista leninista para acabar con el periodismo libre.

Tampoco se puede pasar por alto, que en las negociaciones de La Habana, los cabecillas de las Farc, hablaron de un triconflicto, en donde  se incluían a los medios de comunicación, semejante aberración está en contra de cualquier forma de civilidad; lo que dice a las claras  que el socialismo del siglo XXl (otro remoquete del comunismo), ha tomado en Latinoamérica como uno de sus enemigos principales a la libertad de expresión, lo que denomina oligopolio mediático, puesto que es bien conocido que en las dictaduras comunistas, no existe libertad de prensa  y es para allá a donde quieren llevar al país.

En 60 años del conflicto armado, que fue propiciado por las guerrillas comunistas de las Farc y el Eln, para tomarse el poder, el periodismo ha sido una de las principales víctimas de esas bandas armadas, pues no se puede olvidar las amenazas proferidas por  Tirofijo en las negociaciones del Caguan en contra de los medios de comunicación que no eran de su agrado, así que la amenaza y la intimidación, han sido un método comunista para amordazar a  la prensa libre.

De manera que la prensa libre y el sindicalismo, fundamentales en la democracia corren peligro, en un régimen de corte marxista, debido a que no se explica, que en la convocatoria que hizo Gustavo Petro a sus huestes el 27 de septiembre, para que respaldaran a su gobierno, de forma inamisible  algunos sindicalistas  utilizaron  a sus  organizaciones para ser rebaño del gobierno;  contradiciendo en su génesis al  sindicalismo que nació hace 200 años con independencia, autonomía, pluralismo y solidaridad; resaltando nuevamente que el movimiento obrero apareció mucho antes  de que el señor Karl Marx, difundiera sus entelequias estatistas, burocráticas y violentas.

Es claro que el comunismo como padre de la mentira y el odio, es liberticida y  desde luego que  en el no existe verdad; por eso persigue a la libertad de prensa y quiere adueñarse del sindicalismo para sus torvos fines, luego no es difícil  suponer que el gobierno de Petro, pretende romper al movimiento sindical en Colombia, como lo hizo Chávez  en Venezuela, para que solo sobreviva el sindicalismo gobiernero, que  le sirva de caja de resonancia, creando un bloque de poder de poder hegemónico comunista para adocenar, enajenar y envilecer a las masas, volviéndolas más dúctiles a los apetitos de la élite marxista leninista, que usa diferentes etiquetas para engañar incautos.

 
Publicado en Columnistas Nacionales

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