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Alfonso Monsalve Solórzano

Avanza el gobierno de Petro, sin haberse posesionado aún. Las políticas esenciales y los métodos de actuación política están sobre la mesa, por lo menos, aquellos de los que pueden hablar libremente y las intenciones ocultas ya no lo son tanto, en la medida que enuncia unas y otros, dejando ver un panorama oscuro para la democracia liberal en Colombia. Veamos:

a) Está claro que habrá una negociación con los actores armados, sin condición previa alguna, más allá de un cese el fuego bilateral.

b) Estrechamente ligado a lo anterior, está la política frente a los cultivos por ahora ilícitos, en los que se privilegiará la negociación con las comunidades en los territorios y la reforma agraria, concebida básicamente como un reparto de tierras privadas sobre la base de la compra, a precios fijados por el estado, de predios improductivos, adjetivo que no ha sido definido con claridad y , por tanto, tiene la vaguedad suficiente para que cualquier tope quepa, predios que, además, serán sometidos a impuestos crecientes hasta hacer insostenible su propiedad.

c) Los ítems a) y b) se relacionan con la política de empoderamiento de las comunidades en el territorio, algo que, en principio, sería plausible si no fuese porque en las circunstancias actuales eso significa consolidar el domino al que someten a muchas de ellas, los grupos armados ilegales, ligados al narcotráfico como corazón de sus intereses estratégicos. Negociación de paz que no implique el fin del dominio político y económico de estos actores en los múltiples territorios que actualmente manejan, no funciona, pues podrán seguir manteniendo los cultivos y las rutas del narcotráfico, por la fuerza. Y si no, miren a México en donde los cárteles manejan estados enteros y mantienen ejércitos privados sin la disculpa de ser insurgentes.

Si de verdad se quisiera proceder a desmontar esas estructuras -lo propuse en algún artículo- debería legalizarse la producción de coca y su destino a transformaciones lícitas y perseguir las ilícitas. Pero eso no es lo que quieren esos grupos, como tampoco la legalización de la pequeña minería, para convertir a los pequeños mineros en propietarios que respeten las normas ambientales. Si hay un sector al que le interese el tráfico ilegal es los grandes narcotraficantes y mineros ilegales, es decir, a los grupos armados ilegales, a los que, por supuesto, no les importa la conservación de la naturaleza, que es, según dice el presidente electo, una de sus grandes metas como promotor de la vida y del medio ambiente.

d) Relacionado con lo anterior están las relaciones internacionales. Yo he defendido. dese el momento mismo que comenzó a perfilarse la estrategia internacional de Biden, la normalización de las relaciones con el gobierno de Maduro. Pero esta no pude hacerse sin condiciones, la primera de las cuales es el desmonte de la presencia de los grupos ilegales narcotraficantes colombianos aliados y la no alineación a la corriente bolivariana, porque eso significa dejar de lado las relaciones privilegiadas con USA para mantener las de servilismo con Rusia, China e Irán.

e) Las señales recibidas indican que la violación de la constitución del 91 a través del fast track que anunció Barreras, es el método elegido para transformar en el menor tiempo posible la democracia  liberal colombiana, impulsando una reforma tributaria que afectará a millones de personas con pequeños ingresos de dos o teres millones de pesos -por menos Petro incendió el país- eliminar las EPS, cuyo sistema ha permitido proveer el servicio de salud al 96% de los colombianos -sin que lo que acabo de afirmar quiera decir que no haya que acabar con las  ineficientes y abusivas, algo en lo que se ha avanzado mucho-, tomarse el ahorro privado de los fondos de pensiones,  eliminar la Procuraduría y otras reformas que abran la posibilidad de una Constituyente según los cánones bolivarianos, habiendo ya cooptado con mermelada a la mayoría del congreso -a pesar de que el Pacto Histórico dice haber hecho suya la bandera contra la corrupción - y tener la simpatía de muchos de los altos cargos del poder judicial.

A esto súmesele el manejo que dará a la producción de combustibles -ya dijeron que no al fracking- y expresaron tal cantidad de medidas restrictivas que la producción de hidrocarburos peligra, con lo que eso significa para la economía nacional por los ingresos que dejaría de producir, pero, además, por los que tendría que gastar para mantener la demanda interna. Asimismo, las señales económicas que han dados han disparado el dólar y la inflación y no sólo por la crisis internacional, sino también por las cosas que dice o que calla Petro y su círculo cercano.

Y claro está, piénsese en la creación de un super funcionario anticorrupción conocido por su radicalismo contra sus oponentes y el discurso del matoneo que ya está en uso por parte de las primeras líneas digital y la sindical, que comienzan a intimidar a los que expresan sus opiniones en contra de los designios de sus jefes. Muchos piensan que la primera línea constituirá la guardia de choque del nuevo régimen. Esperemos que no, pero preparémonos para que sí.

La anterior es una enumeración breve de lo que se percibe en el horizonte. Desde el punto de vista político, lo peor es la cooptación de la “clase política” tradicional, que por una cucharada de mermelada. Esto reducirá el margen de oposición en el país. Hasta el momento, sólo el Centro Democrático ha dicho que ejercerá tal papel, pero hay que decir que es una fuerza muy pequeña hoy y que es necesario fortalecerla porque es vital para la defensa de la democracia. Pero habría que pensar en construir un frente amplio de oposición que pueda ser un contrapeso real al nuevo gobierno, en el congreso, hasta donde se pueda, pero también y principalmente, en la sociedad civil, en la calle, en las comunidades y en las regiones, desde ya, para pensar a corto, mediano y largo plazo. Junto a la andanada de reformas que se vienen ahora, hay que pensar, además, en el poder local y regional que tendrá elecciones el año entrante. En este frente cabrían todos los que tengan motivos para oponerse al nuevo régimen, sin sectarismos y mirando al futuro. Todo con seriedad, ponderación y responsabilidad, en defensa de los derechos y las libertades en un estado democrático y social de derecho, como se define hoy en la Constitución.

Publicado en Columnistas Nacionales

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