Si analizamos los resultados de la jornada del domingo vemos un vencedor y dos perdedores. El primero, claramente, es Rodolfo Hernández. Sin necesidad de atomizar plazas públicas, llenar las ciudades de vallas, saturar los medios con publicidad y transmitiendo un discurso directo y sencillo por redes sociales logró conquistar el corazón de los colombianos.
Su mensaje no está marcado por tecnicismos jurídicos o financieros que confunden a la opinión. Habla de la manera más coloquial posible y ataca el primer malestar del País: la corrupción. La gente está cansada de los escándalos y quiere a un capitán que maneje el barco con firmeza y sin miedo. Alguien que tenga solucionada su vida económica y no busque llegar al poder para enriquecerse.
Y eso es precisamente lo que encarna el ingeniero. Una esperanza. Su propuesta de acabar con gastos innecesarios como las suntuosas posesiones presidenciales, el exceso de viáticos o las consejerías presidenciales, algo que venimos pidiendo hace varios años, es una acción más que justa que le gustó a las personas. No se puede gastar dinero en lujos y corbatas cuando hay tantas necesidades de por medio. Y a pesar de que el hecho de no haber participado en las consultas de marzo lo invisibilizó al inicio del año, supo concretar una remontada en el último mes propia de una película de superhéroes. Remó contra la corriente y al final derrotó a quienes montaron el caballo antes de ensillarlo.
Frente a los perdedores hay varias cosas por decir. Por un lado, Fico no aprovechó el impulso que le dio la consulta del Equipo por Colombia y se estancó desde marzo en el 20%. Su campaña, que arrancó con un mensaje que generó ilusión en las personas, poco a poco se fue desvaneciendo. Faltó contenido en su programa de gobierno, no se manejaron bien las cifras en los debates, algo que, por ejemplo, Duque supo hacer a la perfección hace cuatro años, y la inocultable cercanía con la Casa de Nariño pasó factura.
Las personas querían un cambio y Fico no logró presentarse como una alternativa. El apoyo de los partidos tradicionales le terminó generando un desgaste en la opinión y ni siquiera la elección de Rodrigo Lara como fórmula vicepresidencial fue suficiente para atraer al votante de centro.
Por otro lado, si bien Petro ganó, es el que más preocupado debe estar. Se confirmó que tiene techo y su espacio para crecer de cara a la segunda vuelta es más que reducido. Es demasiado difícil que alguien que votó por Fico en primera cambie su opinión y termine apoyando un proyecto diametralmente distinto en segunda. La gran mayoría de esos 5 millones de votos del ex Alcalde de Medellín terminarán con el ingeniero, con lo cual se repetirá el escenario de 2018.
De hecho, el único espacio factible de Petro para crecer es intentar conquistar una parte del electorado de Fajardo, pero ni consiguiéndolo en su totalidad, algo que veo difícil que suceda, le dan los números para ganar. El Pacto Histórico era consciente que necesitaba ganar en primera vuelta, lo cual no solamente no logró, sino que terminó con un boleto para enfrentar en segunda al contendiente más difícil.
Y precisamente creo que ese fue el factor diferenciador de esta elección. El ingeniero es el único que puede derrotar a Petro. Si Fico pasaba a segunda vuelta, una parte considerable de los votos de Rodolfo y Fajardo se hubieran ido con el Pacto Histórico en busca de un cambio, lo que explica que en todas las encuestas Petro aventajaba a Fico por casi diez puntos. Lo mejor para Petro era competir con Fico.
Afortunadamente eso no pasó. Colombia ganó y después de muchos meses de incertidumbre se ve la luz al final del túnel. Rodolfo tiene material para enamorar a los votantes y evitar el salto al vacío que significa Petro. Quedan tres semanas duras de campaña donde se vendrán todo tipo de ataques y acusaciones, pero al ingeniero le sobra temple para afrontarlos y llegar al Gobierno Nacional a cumplir las promesas de cambio que nos hizo a los colombianos.