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Nicolás Pérez         

Más allá de la reforma rural y la eventual distribución de la tierra que propicie el Gobierno, como País debemos concentrar nuestros esfuerzos presupuestales e institucionales en potenciar aquellos cultivos agropecuarios en los que podemos hacer la diferencia a nivel regional-global, en vez de encasillarnos en intentar sacar adelante bienes con niveles de competencia demasiado exigentes donde no vamos a brillar.

Como tal, de las 40 millones de hectáreas que podemos sembrar en Colombia, solamente tenemos cultivadas 7 millones, lo que significa que estamos desaprovechando el 82.5% de nuestro potencial agrícola. Una cifra difícil de entender si se tiene en cuenta que el 36.3% de la población vive en condición de pobreza y el campo, en vez de ser el gran potencializador de nuestra economía, se convirtió en un actor de segundo plano.

De hecho, las dificultades de productividad del sector rural han llevado a que tan solo el 22% de los colombianos vivan allí. Los jóvenes cada vez tienen menos interés en continuar con la actividad agrícola de sus padres y abuelos y las ciudades despiertan la pasión que se apaga de a poco en el campo.

Una cruda realidad donde inciden, por un lado, tanto los altos índices de informalidad que superan el 80% como la tasa de pobreza que es diez puntos más alta que la media nacional. Por otro lado, el hecho que en Colombia no hemos sabido concentrar nuestra actividad agropecuaria en aquellos productos que podemos sembrar para cubrir la demanda en el exterior sin que exista una competencia directa.

Es decir, de nada nos sirve sembrar miles de hectáreas de productos en los cuales no somos competitivos en los mercados internacionales, dado que los retornos de esas inversiones son demasiado bajos y no se traducen en riqueza para los productores.

Por ejemplo, nuestro potencial para sembrar papaya asciende a 13 millones de hectáreas, con lo cual, en principio, uno podría pensar que es una gran opción de inversión. Sin embargo, a nivel internacional México concentra el 44.7% de las exportaciones de este fruto, seguido por Guatemala y Brasil, lo que evidencia que este es un mercado demasiado cerrado con unos competidores bien posicionados.

De manera semejante, a pesar de que en Colombia podríamos cosechar un total de 16 millones de hectáreas de maíz tecnificado, este mercado es ampliamente dominado por Estados Unidos, quien es el principal productor, consumidor y exportador del producto con más de 36.4 millones de hectáreas sembradas al año.

En otras palabras, el norte de nuestra política agropecuaria debería ser identificar cuáles son las demandas del mercado, qué productos podemos sembrar con las condiciones geográficas que tenemos y en qué sectores la oferta es lo suficientemente diversificada como para entrar a competir en condiciones de fortaleza.

Para lograrlo, es clave que el Gobierno, a través del Departamento Nacional de Planeación y el Ministerio de Agricultura, en coordinación con el sector privado adelante los estudios pertinentes y determine técnicamente cuáles son los mercados a los cuales podemos ingresar con éxito. Una tarea que se podría impulsar en la discusión del Plan Nacional de Desarrollo y que permitiría que los incentivos para la producción agropecuaria se enfoquen en sacar adelante esos productos.

Ahora bien, cabe señalar que con esto no estoy proponiendo una planificación central de la economía. El Estado jamás tendrá las capacidades suficientes para adaptarse al cambio y propiciar el desarrollo económico como el sector privado.

Lo que digo es que debemos ser inteligentes, leer las realidades del mercado y trabajar coordinadamente hacía un rumbo claro que nos haga competitivos. Potenciemos cultivos de cacao, aguacate hass, café, cannabis medicinal, palma africana, mango, flores e ítems semejantes que tengan alta demanda en el exterior y poca oferta por parte de otros países.

De esta manera, la cadena productiva del campo se beneficiará de un impulso económico que mejorará sus condiciones laborales y presupuestales y el sector rural se convertirá en el gran motor de crecimiento del País.

 
Publicado en Columnistas Nacionales

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