El famoso “test del pato” nos recuerda que en ocasiones dudamos de lo evidente porque sospechamos de la contundencia de lo obvio o porque, por alguna razón personal, prejuicio o deseo, no queremos aceptar lo que no es material para la duda.
En estas semanas me han preguntado repetidamente cuáles podrían ser algunos efectos para Colombia de la invasión rusa en Ucrania. Serían principalmente económicos y políticos. Colombia, como el resto del mundo, podría verse afectado, dependiendo de la evolución del conflicto y de si Putin, improbablemente, no queda satisfecho tomándose Ucrania y la convierte en una especie de Bielorrusia, básicamente por los incrementos en el precio de los energéticos y los alimentos. El aumento de los precios del petróleo podría ser una “buena noticia” para productores latinoamericanos como Venezuela, México, Ecuador, Colombia y el nuevo minipetrolero Guyana, pero, aunque las arcas de Ecopetrol estarían felices, los bolsillos de los colombianos no tanto, pues el precio de la gasolina en Colombia está reglado para parecerse al precio internacional. El fuerte vínculo entre la disponibilidad y precio de los hidrocarburos con la producción y precio de los fertilizantes también hace pensar que tanto los alimentos producidos en el país como los importados serían más altos. Finalmente, sería el bolsillo de todos el más afectado.
Pero también hay que tener en cuenta potenciales efectos políticos. En la lógica de Putin, su invasión a Ucrania es la reacción justificada a lo que él considera un acorralamiento de EE. UU., por medio de la Otan, a Rusia. Putin asume que le están “respirando en la nuca” y lo están molestando por intermedio de sus vecinos, y eso debe tener una respuesta simétrica. Si EE. UU. me molesta en mi vecindario, molestaremos a EE. UU. en los suyos. Y aunque América Latina no es un subcontinente prioritario para los poderosos, por eso apoya a Cuba, a Nicaragua y a Venezuela. Pero si quiere aumentar la dosis de molestia a EE. UU. en América Latina, la mejor opción para Putin es lograr que Colombia deje de ser el aliado y amigo confiable en la región, y eso solo es posible si el próximo presidente del país es un camarada marxista en el discurso, pero capitalista en su billetera y en sus gustos.
La intervención en redes sociales en el fallido golpe de Estado de marzo y abril del año pasado en Colombia, disfrazado de protesta social o escudado en ella, fue una muestra de la intervención rusa en este país, que veríamos reactivada para las elecciones y posteriormente, si el resultado no es el que desean.
Es evidente que Putin tiene candidato en Colombia y empieza con P de Putin, más que con p de pato.
https://www.elcolombiano.com/, Medellín, 07 de marzo de 2022.