He visto últimamente muchas visiones esperanzadas, y hasta ingenuas, sobre las posibles ventajas de la impetuosa propagación de la variante ómicron, porque, tal vez, sería una forma barata y veloz de inmunización colectiva. Incluso piensan que encontramos la manera de alcanzar la tan cacareada “inmunidad de rebaño”, que a mí me suena más a esos conceptos estadísticos que hacen creerle a la gente que la vida de todos y todo se comporta como el promedio de los datos.
Algunos dicen, y ojalá estén en lo cierto, que el virus chino pasará pronto a ser algo endémico, como esas gripas o personas que reaparecen de cuando en vez a joderte la vida, y no una amenaza pandémica. Eso no ocurriría sino hasta cuando “todo” el planeta esté vacunado, y en el mejor caso eso solo pasaría en el primer semestre del 2023.
No es que sea pesimista, porque tampoco soy optimista, sino “posibilista”, como escribí hace tiempo, pero me asusta que tanta irresponsabilidad o ingenuidad esté generando la falsa sensación de seguridad de que la pandemia está resuelta y las medidas de protección y cuidado son para los pendejos. Creo que se equivocan. Además de los antisociales antivacuna, veo a otros antisociales andando sin mascarilla o mal puesta, que viene siendo lo mismo, que no tienen derecho a aumentar los riesgos de salud de los demás.
Justifican no usar estrictamente las mascarillas porque ya hay vacuna y la variante ómicron es “menos peligrosa”, pero olvidan que tiene mayor capacidad de transmisión y, probablemente, las variantes que le sucedan la tengan más, lo que garantiza que la amenaza se extenderá en el tiempo, pues el virus es un organismo especializado en transmitirse, reproducirse y mutar. Y esto último es una apuesta a la que no deben someternos los irresponsables. Estamos jugando a la ruleta rusa y no sabemos a quién le va a tocar la bala del tambor.
Todavía no estamos seguros de las evoluciones del virus, como la nueva variante ómicron BA.2, para estar jugando a la soberbia y confianza malsana. La variante ómicron no es tan peligrosa como sus predecesoras, pero su perfil de reinfección haría que la capacidad del organismo para tener anticuerpos suficientes se agote más rápido que la generada por otras variantes.
Hay menos muertos que antes, pero el daño de la sola infección no es igual para todos y de todas maneras los efectos en la sociedad son muy delicados. Un ejemplo. En la semana del 17 de enero, solo en EE. UU. no fueron a trabajar cerca de quince millones de personas. ¿Ya hicieron cuenta de lo que le puede pasar a la economía mundial si seguimos creyendo que la vacuna evita el contagio? ¿Saben cuánto más durará la crisis logística si seguimos teniendo tantas incapacidades?
Pónganse la mascarilla y bien.
https://www.elcolombiano.com/, Medellín, 31 de enero de 2022.