Carlos Salas Silva
Carlos Salas Silva
Nos sirve de consuelo pensar que habría podido ser peor lo que ya de por sí consideramos poco favorable.
Carlos Salas Silva
En la casa que habito desde hace doce días alcanzo a escuchar las oraciones que proceden de la cercana mezquita. Hoy lunes y mañana martes son días de fiesta religiosa. En Marruecos celebran el cumpleaños del profeta.
Carlos Salas Silva
Estoy en Casablanca gracias a una invitación de la Gallery 38, que hace parte de Le Studio des Arts Vivants, a una residencia de trabajo con el fin de preparar una exposición para el año entrante. Ya llevo casi una semana de intenso trabajo luego de una preparación mental y física que me tomó un buen tiempo en La Calera.
Carlos Salas Silva
Hace unos años leí por primera vez “Austerlitz” de W. G. Sebald y dejé subrayado un párrafo que, como vine a comprobar en la relectura que he emprendido recientemente de este conmovedor libro, me dejó tan pensativo en el pasado como ahora. Dice lo siguiente:
Carlos Salas
A mi tío Pepe le gustaba contar sus historias con aires de seriedad lo que hacía que todo lo que se le ocurriese sonara como verdadero. Siendo yo un adolescente me contó que, en nuestro pueblo en donde se acostumbraba a tomar directamente de la botella un buen trago de Doble anís, un tipo se zampó uno muy generoso, pero cometiendo la torpeza de coger una botella que no contenía licor sino gasolina. En su desespero, el señor aquel comenzó a convulsionar y arrancó a correr dándole varias vueltas al parque principal y de repente cayó al piso.
Carlos Salas Silva
Pocas bolas le han parado a mi propuesta de estudiar el caso de Venezuela para aplicarlo con urgencia en Colombia, por lo que me permito insistir en el tema.
Carlos Salas Silva
No tengo duda alguna, Colombia se salvará de una manera o de otra. La pregunta es cuándo y cómo.
Carlos Salas Silva
Que estamos en un mundo de locos, no tengo ninguna duda; que Colombia sobresale en locura, desde luego. Y qué decir de Venezuela... ¿Quiénes son los locos los que gobiernan o los gobernados? Luego de años en los que nos tienen acostumbrados a las más aberrantes chifladuras, se llega a un estado en donde no se puede distinguir entre cuerdos y alienados. Confieso que me estoy chiflando cada día más y veo con preocupación que si no le pongo estate quieto la cosa puede pasar a mayores. Algunos dirán que son los años, esos que nos hacen temer que nuestros cerebros dejen de estar en óptimas condiciones y quedemos expuestos a una u otra de esas enfermedades que tanto aterran a quien las llegue a padecer como a sus familiares.