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Carlos Salas Silva                                             

No tengo duda alguna, Colombia se salvará de una manera o de otra. La pregunta es cuándo y cómo.

Estamos pasando por uno de los momentos más críticos de nuestra historia sin lograr entender cómo caímos tan bajo en tan corto tiempo. ¿Cuál fue nuestro descuido? Sabíamos muy bien el riesgo que corríamos, pero, de una manera o de otra, sorteábamos los peligros. Comenzando el siglo la situación era catastrófica, con el cuento del Caguán los narcoterroristas, todavía disfrazados de guerrillas políticas, tenían asolado al país y muy cerca de hacerse al poder. Faltaba poco para que se tomarán las grandes ciudades, lo que habrían alcanzado si no es porque se impuso la voluntad política de un pueblo que se la jugó eligiendo a un líder que devolvió la esperanza y cumplió con creces su designio (recuerdo a mi padre pregonando que surgiría un líder y regocijándose al constatar su repentina aparición). Y millones de colombianos lo seguimos con fervor patriótico. Luego, en una jugada que no logramos comprender, todo lo hecho se fue al garete cuando, en nuestro afán de ver culminada la labor titánica de nuestro líder, insistimos en cambiar la Constitución para reelegirlo. El líder se vio acorralado por ataques continuos de parte de sus enemigos y sus seguidores que éramos mayoría, fuimos marcados como ultraderechistas y hasta de paramilitares.

Recientemente me preguntaron si seguía siendo uribista. No, fue mi respuesta bien sabida por mis allegados (y hasta por el mismo corrector de Word en mi computador que por falta de usarla desconoció la palabra “uribista”). Lo fui y lo seguí siendo a pesar de los grandes errores cometidos por el líder, entre los que se cuentan llevar a la presidencia a un personaje nefasto como Santos; la insistencia en apadrinar a Duque, un joven que se mostraba como una excelente opción pero que terminó decepcionando a quienes lo llevamos a la presidencia; y el haber negociado el NO en el plebiscito. Hasta ahí la cosa podía justificarse en honor a los logros del pasado, pero el que Uribe facilitara la llegada al poder del mamarracho que tiene al país cayendo en el abismo, no tiene perdón.

¿Y a quién sigues ahora? Me preguntaron. A María Corina, fue mi respuesta.

Colombia se salvó en 2002 y se salvará de nuevo. Lo que llegue a pasar en Venezuela antes de terminar el año, determinará el futuro de la región y muy especialmente el de nuestro país. Por eso confío en el liderazgo de María Corina como confié en el de Uribe. El proceso de destrucción en el país vecino ha sido continuo a diferencia del nuestro que ha sido de sube y baja. Ahora vamos en una caída acelerada dando la apariencia de que nuestros temores de encontrarnos como los venezolanos se están haciendo realidad, pero, para nuestra tranquilidad, los dos años del mequetrefe en el poder no le van a alcanzar y si pretende perpetuarse sería con un fraude colosal que no lo vamos a permitir si seguimos al pie de la letra lo ejecutado por la oposición venezolana en las recientes elecciones. 

¿Qué se requerirá de un liderazgo? sin duda. ¿Quién o quienes serán nuestros líderes? Tenemos menos de un año para definirlo. Las elecciones primarias de la Plataforma Unitaria en Venezuela, que ganó María Corina Machado con un 92 % de los votos, se realizaron el 22 de octubre de 2023. Hay que tener en cuenta que esas elecciones fueron anunciadas por la oposición el 16 de mayo de 2022. Si siguiéramos el cronograma de la oposición venezolana se nos está haciendo tarde. Considero que si iniciamos un proceso de primarias para ir con un candidato único –lo que acapararía la atención desviándola de la que reclama y por la que tanto sufre el mequetrefe quien comenzaría a sentir la soledad del poder cuando vea al país más interesado en el futuro cercano que en el desastroso presente-, se despertarían del letargo nuestras esperanzas.

Nos llegó la hora de tomar decisiones. Un año y cinco meses antes, la oposición venezolana anunció las primarias y, a pesar de todos los obstáculos, las realizó en la fecha convocada con inmensa participación ciudadana, las controló para que no hubiese intromisión de la dictadura y escogió a su líder. Para los escépticos de las elecciones democráticas en nuestros países, lo que ha venido aconteciendo en Venezuela debe ser motivo de reflexión. Sin esa posibilidad de convocar de forma pacífica al pueblo no se habría producido lo que hoy es una realidad: Un pueblo unido que puede tumbar a una represiva y destructora dictadura chavista, fruto del Foro de Sao Paulo y de la arremetida de la izquierda progresista en América Latina que tiene sus mejores aliados en la criminalidad narco terrorista.

KienyKe

Publicado en Columnistas Nacionales

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