Eduardo Mackenzie
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El presidente colombiano, Gustavo Petro, demostró una vez más su sometimiento a los dictados de Vladimir Putin. Exhibió también su pasmosa indiferencia ante los sufrimientos del pueblo de Ucrania causados por la invasión y la desproporcionada agresión rusa.
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No es una alianza, no es un pacto, no es un sano acuerdo electoral. Es una desorientada yunta de agrupaciones --partido socialista, partido comunista, ecologistas y otros 40 matices del “progresismo”, como el grupúsculo Nuevo Partido Anticapitalista (0,15 % de los votos)— que aceptaron amarrarse, a las carreras (en cuatro días), botando por la ventana sus principios, a una formación que ellos criticaban como antisemita la víspera. La Francia Insumisa, el partido de Jean-Luc Mélenchon, que siembra el caos y la destrucción en las calles y exhibe banderas palestinas en la Asamblea Nacional, que sueña destruir las instituciones y hacer de Francia una Venezuela en el Viejo Continente, logró amarrar a su carro a esos grupos y montar con ellos un organismo para participar en la elección legislativa anticipada del 30 de junio y 7 de julio bajo el nombre de “nuevo frente popular” (1).
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La venganza del presidente Gustavo Petro por la liberación en Gaza de cuatro jóvenes judíos rehenes de Hamas, incluida una mujer, Noa Argamani, en una operación antier del ejército y la policía israelí en el centro de la franja, fue dar la orden, este 8 de junio, de prohibir toda nueva exportación de carbón a Israel hasta que éste “detenga el genocidio”.
La situación en Medio Oriente es utilizada por Petro como pretexto para agravar los golpes que él ya le ha dado a Colombia en dos sectores estratégicos: el energético y el de defensa. El mandatario utiliza la mentira del “genocidio” para impedir que la opinión vea el fondo del asunto: el jefe de Estado colombiano acude a la desinformación más grotesca para hacer pasar su ideología y sus compromisos con agentes extranjeros por encima de los intereses de Colombia.
Con su absurdo decreto, que sin duda será demandado ante la justicia colombiana, Petro ingresa a la lista de responsables políticos que le apuestan a la destrucción de Israel, la única democracia del Medio Oriente. Israel es un país amigo de Colombia y un gran importador de carbón de Colombia. De hecho, las exportaciones minero-energéticas son la mayor fuente de divisas de Colombia. Prescindir de esas exportaciones es gangrenar la economía. Gustavo Petro, además, incluye a Colombia a la lista detestable de gobiernos --como Siria, Líbano, Irán y Turquía--, que practican el injusto boicot y la amenaza contra Israel, mientras que la mayoría de los Estados árabes abandonaron esa táctica y se benefician del comercio con Israel. Ellos saben que ese boicot afecta sobre todo a los palestinos como lo explicó el New York Times en un artículo del 28 de septiembre de 2021.
Colombia será el único perdedor en este asunto del carbón: Israel encontrará otros países, como Australia y Kazajistán, que le suministrarán ese mineral.
Al enterarse de la orden de Petro, la Asociación Colombiana de Minería (ACM) protestó: “Israel es un destino clave para las exportaciones de carbón térmico de Colombia, representa en impuestos, regalías y contribuciones 650.000 millones de pesos cada año, de los cuales más de 100.000 millones van directamente a las regiones de La Guajira y el Cesar”.
Gustavo Petro ya había roto las relaciones diplomáticas de Colombia con Israel el 1 de mayo pasado, lo que afectó puntos muy sensibles de la defensa militar y de la seguridad de Colombia.
El ocupante de la Casa de Nariño no cesa de calumniar a Israel, a sus autoridades y a su pueblo. Para él, todos ellos son “nazis” y “genocidas”. Así es como él quiere que los colombianos vean a Israel y las acciones militares defensivas contra Hamas, la organización islamista que ejecutó el pogrom del 7 de octubre de 2023, la mayor masacre antisemita desde el fin de la Shoah de la Alemania hitleriana durante segunda guerra mundial.
Tres de los rehenes rescatados, Almog Meir Jan, Andrey Kozlov y Shlomi Zia, estaban retenidos en la casa de Abdallah Al-Jamal, un vocero del ministerio de Trabajo de Hamás. Abdallah, su esposa Fátima y su padre, el Dr. Ahmed Al-Jamal, murieron durante el ataque israelí al apartamento donde tenían a los rehenes. Abdallah Al-Jamal trabajaba también como periodista en la cadena qatarí Al-Jazeera.
El pasado 7 de octubre, Abdallah Al-Jamal celebró así en las redes sociales el ataque de Hamás contra Israel: “Alabado sea Dios, muchas gracias, Oh Dios, paga, Oh Dios, paga, Oh Dios, paga, Oh Dios, prometiste la victoria. Oh Dios, acéptalo, acéptalo, concédenos tu victoria.” Bassam Tawil, un analista árabe musulmán que vive en Oriente Medio, escribió en la revista del Gatestone Institute que ello “confirma lo que muchos israelíes y palestinos saben desde hace varios meses: que los civiles palestinos fueron, y siguen siendo, cómplices de los crímenes perpetrados por la organización terrorista Hamás antes, durante y después del 7 de octubre de 2023”.
Con su decreto estúpido Gustavo Petro se muestra tal como es: un individuo que explota el cargo de presidente de la República de Colombia para golpear los intereses vitales de su propio país, para exhibir su idolatría por la violencia y su antisemitismo. Petro pervierte la diplomacia de Colombia para reconstruir la imagen que de él tuvieron en un momento las dictaduras que lo ayudaron a encaramarse al poder. Estas han visto en los últimos meses el naufragio de su administración y ya están buscándole un reemplazo.
¿Cómo es posible entonces que los jefes políticos, tanto de derecha, centro e izquierda, los verdes, ecologistas y animalistas, de oposición o no, pero que, desde sus diferentes cosmovisiones, se preocupan por el futuro de sus familias y de Colombia en general sigan alimentando ilusiones con la idea de que la mejor vía es aplazar, hasta la elección presidencial de 2026, la lucha para impedir la reelección de ese peligro para el país y para el continente?
¿Cómo pueden creer que un individuo comprometido con tan perversas agendas dejará que sus adversarios se organicen, a sabiendas de que él no se retirará de la escena sin antes haber demolido los planes de la Patria Boba?
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(2) ¿La izquierda francesa en crisis pactará con un partido pro-Hamás?
Eduardo Mackenzie
El domingo pasado, el partido de derecha Reunión Nacional (RN) obtuvo 31.3% de los votos mientras que el partido de gobierno, Renacimiento, quedó en segundo lugar con 13.8%.
Cuatro formaciones de la izquierda francesa --el Partido Socialista (PS), los Ecologistas (EELV), La Francia Insumisa (LFI) y el Partido Comunista (PCF)--, obtuvieron porcentajes menores. Pero creen que con un pacto electoral ellos podrán acaparar el 38.83% de los votos lo que les daría una posibilidad de alcanzar el cargo de primer ministro el 7 de julio próximo, si RN no los sobrepasa. La táctica de la izquierda es, pues, presentar “candidatos únicos” en la primera vuelta de las elecciones legislativas anticipadas del próximo 30 de junio.
Sin embargo, la presencia en esa eventual negociación de LFI, la organización que dirige Jean-Luc Mélenchon, desató una fuerte controversia que podría frustrar esos planes. Las instituciones judías en Francia denunciaron esa extraña movida pues consideran que entrar en componendas con La Francia Insumisa (LFI), a la que acusan de antisemitismo, es una “vergüenza” y una “infamia”.
Debido a los malos resultados de su partido Renacimiento en las elecciones europeas Emmanuel Macron sorprendió al anunciar el mismo domingo en la noche que, como se lo permite la Constitución, la Asamblea Nacional quedaba disuelta y que habrá elecciones legislativas, en dos vueltas, el 30 de junio y el 7 de julio, para dotar al país de una nueva Asamblea Nacional.
La explicación que surge entre los especialistas es que el presidente está convencido que esa maniobra le permitirá bloquear el auge del RN --que él define como una peligrosa formación de extrema derecha, anti UE, pro Putin y anti OTAN--, a la presidencia de la República. Si el partido de Marine Le Pen gana el 7 de julio, el nuevo primer ministro tendría que ser del partido RN. Es lo que en Francia denominan “gobierno de cohabitación” (un presidente de un partido y un primer ministro de un partido opuesto). El cálculo de Macron sería que después de tres agotadores años de gobierno, Jordan Bardella, el número dos de RN, termine quemado lo que reduciría las posibilidades de que Marine Le Pen gane la presidencia en 2027.
En ese contexto, los sectores de izquierda, como los otros partidos, tratan de hacer rápidamente un “frente amplio” tipo allendista que bautizan “nuevo Frente Popular”, para recuperar el terreno que perdieron en los últimos 20 años. No obstante, las diferencias entre ellos, las querellas personales y el rabioso palestinismo de LFI dificultan esa unidad. La Liga contra el Racismo y el Antisemitismo (Licra) le reprocha al PS dirigido por Olivier Faure haber “olvidado su propia historia, su cultura política y sus luchas humanistas”. Philippe Meyer, presidente en Francia de la ONG judía Bnai Brith, dijo que ese pacto con LFI sería “vergonzoso, irresponsable y suicida”. El colectivo We Live, fundado tras el atentado de Hamás en Israel el 7 de octubre, declaró que tal pacto “es una vergüenza” porque la lucha contra la extrema derecha –el partido Reunión Nacional (RN) de Marine Le Pen--, “no justifica ninguna alianza con los antisemitas”. Ariel Goldmann, presidente del Fondo Social Judío Unido (FSJU), advirtió que “el plato de lentejas del PS es una alianza con un partido pro-Hamás” y que todavía “hay tiempo para renunciar a este infame acuerdo”.
¿La izquierda logrará aislar al ogro Mélenchon? El socialista Raphaël Glucksmann (13.8% de los votos) está en eso, pero con notable debilidad: acepta una alianza con LFI si ésta asume el compromiso de “moderar su brutalidad en el debate político”. El PS rechaza que Jean-Luc Mélenchon, en caso de victoria de esa alianza, aspire a ser nombrado primer ministro. Ese cargo tendría que recaer sobre Glucksmann. Pero falta saber si esos no son más que planes en el aire pues el macronismo y el lepenismo también están tratando, cada uno por su lado, de trabar alianzas que les permita alcanzar la mayoría parlamentaria el 7 de julio.
Eduardo Mackenzie
En la interesante entrevista de Vicky Dávila con Álvaro Leyva Durán hay muchas cosas que merecen un análisis. Tomemos dos o tres puntos secundarios, antes de ir al problema de fondo. Leyva, por ejemplo, se autodefine como un “hombre libre”. ¿Lo es realmente? Durante décadas él fue el principal agente de influencia de las Farc en Colombia, el gran inventor de recuerdos, quien ideó el encuentro de Caquetania entre Andrés Pastrana y Tirofijo --que abrió el camino a la desmilitarización del Caguán y a la ampliación de la capacidad narcoterrorista de las Farc--. Leyva en 1988 fue acusado por la Fiscalía de haber recibido un cheque de 80 mil dólares de una red. Luego que no venga ahora a desplegar ese autobombo como si el país no lo conociera, como si Colombia no tuviera memoria.
Eduardo Mackenzie
La Constitución nos defiende de los tiranos. Solo basta leerla y no tener miedo de lo que ella dice.
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La aparición en las redes sociales, el 29 de mayo, de un volante firmado por los ocho grupúsculos que apoyan al gobierno de Gustavo Petro, alarmó con justa razón a la opinión pública. Allí anuncian que la llamada “asamblea nacional por las reformas sociales” había sido “reprogramada para el 18, 19 y 20 de julio”, días en que se tomarían las calles “en defensa del gobierno del cambio”.
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El plan para salvar del derrumbe final al gobierno de Gustavo Petro, esbozado este 23 de mayo por el exministro Álvaro Leyva Durán, en corto discurso en una red social, llega tarde y es inaceptable.
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De nuevo el ocupante de la Casa de Nariño intenta inventar una nueva Constitución, por la vía espuria de la interpretación, para poder ejercer su dictadura sin mayores molestias. Esta vez, en una arenga “con el pueblo” como él dice, en Cali, insistió de nuevo en su falsa teoría de la inmunidad de los funcionarios “elegidos por voto popular”. Estos, según Petro, no deben ser investigados ni sancionados por la Procuraduría.