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César Salas Pérez                                                                 

Muchos comentarios descalificadores e infundados he venido recibiendo por cuenta de mis últimas columnas de opinión en las que, según ellos, vengo atacando sin argumentos la gestión presidencial y con sesgo marcado de derecha.

Permítanme apreciados lectores hacer las siguientes aclaraciones a ese respecto:

Lo primero por decir es que desde que tengo uso de razón siempre me he identificado con las ideas y los postulados políticos, sociales, económicos, de la libertad y democracia desde la corriente de la derecha tanto adentro como fuera de Colombia. Desde entonces, no he tenido ni tengo por qué negar mis concepciones humanistas y pensantes del espectro político de derecha.

Ahí si como dice el coro de uno de los cánticos de mi equipo del alma, Millonarios, “esta es la herencia que me dejó papá”, herencia soportada en la disciplina, el orden, las libertades individuales y de mercado, en la iniciativa privada que son las que verdaderamente le generan riqueza a un país porque a decir verdad, el que quiera distribuir esa riqueza lo primero que debería hacer es tomarse la molestia de trabajar para crearla y lo segundo y no menos importante, que esa riqueza no se la roben. Lo sé y es como pedirle peras al olmo.

Nada es personal, no me interesa y para saber de qué estamos hechos y poder contrarrestar las tendencias de las ideas vagas y superfluas, los gritos de la moda progresista, los llamados emocionales de cambio que proponen populacheros frustrados y cargados de resentimiento, y la premeditada locura de aquellos que le han declarado la guerra a la vida misma proponiendo acabar con todo dizque por algo nuevo que de nuevo no tiene nada. Entonces, es preciso, no solo armarse de valor sino de conocimiento para no caer en semejantes yerros, evitando que tus tradiciones, fe en Dios, valores y virtudes no se contaminen por ese aire tóxico distorsionado y manipulado del que hoy preside el poder.

En segundo término, nada es personal porque mi libertad de expresión como la de todos, aparentemente, en un país libre y respetuoso de las instituciones y su estado de Derecho, así me lo han permitido. No es necesario tener la conciencia intranquila para expresar en un papel tu visión sociopolítica porque es el resultado de lo que aprendiste, de lo que crees y de lo que te hace como ser humano.

Cada quien ve las cosas desde su óptica y desafortunadamente, observo con profunda tristeza que el señor Petro está acabando con este país y pretende continuar en el poder. Así de simple.

Nada es personal porque siendo un profundo amante de la lectura recomiendo el libro “Cómo perder un país” de la escritora turca Ece Temelkuran. Aquí se vislumbran los siete pasos que han de seguir los déspotas para pasar de una democracia a una dictadura, y a decir verdad, me da la impresión que Petro ya leyó el texto porque está próximo a completar esos siete pasos:  “Crear un movimiento, trasnochar la lógica y atentar contra el lenguaje, eliminar la vergüenza y apostar por la posverdad, desmantelar los mecanismos judiciales y políticos, diseñar tu propio modelo de ciudadano, dejar que ese ciudadano se ría del horror y construir un país a tu medida”.

Si los miramos uno a uno el tipo prácticamente los tiene listos, le faltaría el último solo si llega a reelegirse, pero como nunca habrá crimen perfecto, el guerrillero que jamás se desmovilizó carece de algo tan profundo como esencial para saciarse de gloria, el amor del pueblo. Excepto su comité de aplausos, sus delincuentes de entrañables experiencias maléficas, sus socios íntimos con los que ha repartido jugosos presupuestos públicos y con impunidad, y quizá menos de la tercera parte de quienes lo eligieron, a decir verdad, son más los que lo aborrecen que los que lo alientan.

El es tan consciente de esto que no le queda otro camino diferente para llamar la atención que cazar más peleas, ser el bravucón del continente, posar de revolucionario, dárselas de intelectual y echarle la culpa a los demás de su propia incompetencia y fracaso gubernamental.

Pues bien, a un año y medio para que cese la  horrible noche, Petro ha pisado el acelerador con su política de pánico atada a su personalidad misógina en el sentido de seguir acrecentando el caos social, económico y político, que la salud se acabe de hundir, las FFMM se queden sin recursos e inteligencia y sin logística aérea para recuperar los territorios inundados de coca y guerrilla, obviamente continua su propósito de hacer estallar varios Catatumbo en una decena de departamentos y patear la lonchera comercial gringa so pretexto ideológico de no arrodillarse ante el imperio.

Nada es personal, la realidad y los hechos hablan por si solos, el país está en una UCI y no tiene dolientes, ni siquiera los a politiqueros congresistas sinvergüenzas que alistan su reelecció les duele tanto este país como a la gente de la vida anónima colombiana, esos que nadie conoce pero que sufren de primera mano este desastroso e indolente gobierno corrupto.

Sin embargo, es preciso aclarar que el día que se escriba con objeto personal, estaría renunciando a mi utopía para convertirla absurdamente en distopía injusta y caótica.

Publicado en Columnistas Regionales

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