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César Salas Pérez                                                                         

En Arabia Saudita se están llevando a cabo reuniones de altísimo nivel entre EEUU y Rusia con miras a trazar una agenda político-militar que permita cuanto antes ponerle punto final a tres años de conflicto bélico de Rusia en contra de Ucrania.

De este alentador inicio en las conversaciones de paz hay varios puntos que requieren ser analizados con buen juicio y pensando en salvar vidas.

El primero de ellos es que Trump prometió en campaña acabar con todas las guerras en donde Estados Unidos tuviera intereses. Se equivoca el mundo progresista al tildar al presidente Trump de tirano cuando es él quien está liderando una campaña estratégica para devolverle al mundo la estabilidad y paz entre los pueblos.

Lo segundo por decir es que sin titubeos ni medias tintas la Europa libertina y casi que musulmán junto con el propio Zelensky de Ucrania han quedado por fuera de estas primeras conversaciones que no tienen objetivo distinto que sentar cuanto antes en la misma mesa a Trump y a Putin para discutir las posibles condiciones sobre el acuerdo de paz ucraniano. Una Europa débil y sin consensos fuertes intenta hacerse sentir e intentar acordar en Paris una buena estrategia de defensa para hacer un frente común ante la gestión claramente excluyente de Trump.

El contexto esta así, es evidente que Washington tiene marcadas diferencias con las actuales políticas migratorias, de defensa y de valores en el viejo continente, dado que el excesivo progresismo político de países insignias como Francia, Alemania, incluso la misma Inglaterra y los países nórdicos por cuenta de la mundialización tiende a destruir la soberanía y la independencia política de las naciones. Me explico, la administración Trump es excesivamente conservadora, nacionalista, antimigratoria, centrada en la seguridad y la soberanía de su territorio, mientras que en Europa lo que ha gobernado en los últimos veinte años han sido políticas contrarias a los principios de D. Trump como persona y como mandatario.

Por eso vemos una Europa que está perdiendo su identidad cultural e histórica, inundada de musulmanes y africanos ilegales, una Europa que se dedicó al multiculturalismo impuesto por la ONU, la OMS y ONGs encargadas de atar de pies y manos a presidentes y primeros ministros hasta socavar en la autonomía e independencia de sus agendas de gobierno.

Occidente es hoy un bello recuerdo de valores e identidad cultural y un pésimo mensajero del social/comunismo.

En tercera medida, lo que está pasando entre EEUU y la Unión Europea (UE) es una vieja pero muy actual cuenta de cobro político por el olvido y el ostracismo paquidérmico en que se convirtió la OTAN como una alianza de países de Europa y América del Norte para garantizar la libertad y seguridad de sus miembros por medios políticos o militares.

Pues bien, la ruptura transatlántica que hoy le cobra Trump a los europeos es precisamente su descuido premeditado en la no promoción de los valores democráticos  y de cooperación en una  gama amplia de áreas relacionadas con la defensa y la seguridad. Se dedicaron a otros menesteres y descuidaron su capacidad militar, su cierres de fronteras contra la migración ilegal,  despreciaron el cristianismo eterno romano por el Islam, equipararon a sus ciudadanos con otros recién llegados y por fuera de la normatividad, le apostaron a las minorías aun por encima de las mayorías sometiendo a estas últimas, pero lo más delicado de todo ha sido la inacción de esos Estados para enfrentar a grandes amenazas en la escena internacional como ha sido el caso puntual frente a Rusia en la invasión a Ucrania.  Hasta ahora se acuerdan de que había que enviar no solo millones de Euros a Ucrania sino miles de soldados, aviones militares y armamento para repeler la arremetida rusa.

Así las cosas, un cuarto punto de análisis sería el de comprender por qué mientras la UE le apostaba al amor y la pasión por una Europa libre y feliz no midió los alcances y el poder de la Rusia de Putin para avanzar territorialmente y estar dispuesta a atacarlos militarmente en cualquier momento.

De hecho, los alemanes que son el motor económico están en recesión con tintes de crisis estructural y no hay quien ayude y menos quien releve. Esto se traduce en una pérdida de impulso, de poder y presencia de una Europa desgastada en el mundo actual. Es que si no puedes ordenar tu propia casa cómo vas a pretender ordenar el vecindario. Con Ucrania ha pasado igual, tres años de reuniones, foros, conferencias, comunicados, resoluciones, donaciones, fotos y prensa, pero cero soluciones, con una diplomacia de micrófono y sin liderazgos.

A esto súmele un cóctel envenenado, una Eurozona en crisis energética, desindustrialización acelerada, pérdida de competitividad y retraso tecnológico. Mejor dicho, una Euro vieja y enferma, dependiente y vulnerable. Para esto hay una pregunta ¿cómo enfrentará entonces la UE el proteccionismo de Trump?

Rusia, China y EE. UU. se posicionan mientras que la Eurozona no identifica aún cuál debería ser su giro de orientación para un proyecto sólido a gran escala en el tablero mundial.

Creería que USA ha empezado un fuerte ciclo represivo contra la UE para terminar de absorber la poca autonomía política que les queda.  De ahí su desprecio por sentarlos en esta mesa pro paz para la paz de Ucrania. De aquí la importancia de siempre resaltar la identidad de una nación y no confundirla jamás con modas progresistas circunstanciales que conllevan al declive de lo que alguna vez fue la cuna de la civilización e historia del mundo entero.

Publicado en Columnistas Regionales

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