Por muchas maniobras que haga es imposible que la monumental paliza en las urnas pueda ser desdeñada. Fue una de las mayores hazañas ciudadanas que se recuerde en nuestra América. Un pueblo decidido a ser libre destrozó electoralmente a una granítica estructura de poder forjada desde la trampa. Fue una barrida a lo largo y ancho del país manifestado en una voluntad de cambio de Venezuela entera. El hartazgo por tantos años de corrupción y pronunciados abusos sencillamente se exteriorizó en millones de voluntades que venciendo sus miedos avanzó hasta reducirlos a la nada. Aguas adentro el mayúsculo grado de frustración por una derrota que sigue calando hondo. Horas de funeral en Miraflores en reuniones de los fieles aglutinados en torno a la más dolorosa de las derrotas. Con rostros compungidos y cada factor culpando al otro de la debacle avanzaron hasta llegar a la conclusión que tenían que robárselas. Una vil patraña del eunuco CNE con el servil TSJ inició la ofensiva. Los candidatos lambes suelas fueron para prestarse al juego. Alguno con aires de querer ser la razón del momento también acudió. Todo un montaje para proclamar al autócrata. Hicieron su show ante el rechazo absoluto del mundo democrático. Un robo tan descarado que solo es posible en un sistema como este. Luego la reforma constitucional que busca liquidar el estado democrático para devenir en un modelo caricaturesco que convierta al ejercicio del sufragio en una pantomima. Una deformación del Estado de derecho para transformarlo en el brazo ejecutor de la voluntad de un tirano. Para ello cuentan con la total genuflexión de la Asamblea Nacional. Allí la incondicionalidad marca la pauta. Una que otra voz que disiente en temas nimios y fríamente calculados. En la búsqueda del señuelo para capturar incautos. Un ente castrado que solo aplaude como focas las payasadas oficiales.
El otro punto son las desaguisadas elecciones parlamentarias del 27 de abril. El interés de la dictadura es que pasemos la página. Que los venezolanos caigamos en una especie de Alzheimer colectivo en donde todos olvidemos lo que ocurrió acá el día 28 de julio cuando Edmundo González derrotó de manera contundente a Nicolás Maduro en las elecciones presidenciales del 2024. Negarlo absolutamente todo es su estrategia. Primero utilizaron a sus serviles. Esos extraños personajes del inframundo cloacal. Salieron del estiércol para exponer sus membretados argumentos. Oficialistas y pseudo opositores afloraron de su cofradía maligna para abrazar la misma causa. El dinero mal habido siempre hará coincidir a quienes no tienen principios.
Nótese que convenientemente ya no disertan sobre la clamorosa victoria del 28 de julio. De manera sumamente extraña han borrado de su memoria este épico evento para sumarse a la causa oficialista de que acá eso no ocurrió. Un silencio con olor a complicidad en desmedro del futuro venezolano.
Ahora te hablan de que tenemos que defender los espacios, pero niegan el obtenido por Edmundo González, que por cierto es infinitamente superior al de todos ellos. Lo mismo hicieron cuando el Alcalde de Maracaibo, Rafael Ramírez Colina, el más eficiente de Venezuela, al igual que Javier Oropeza, un hombre con una hoja de servicios impecable. Burgomaestre del pujante Municipio Torres del estado Lara, fueron vulgarmente despojados de sus cargos, inventándoles expedientes y una serie de galimatías propios de lo indecoroso de sus malsanos procederes. Simplemente por ser funcionarios extraordinarios que no se arrastraron, como otros, ante la infecta dictadura. ¿Quién puede garantizar que no hagan lo mismo con otro que les estorbe a sus negocios? Ya de ese rollo tenemos un saco.
¿O será que lo que salvaguardan son los intereses y las enormes ganancias que suponen sus importantes cargos? Antetodo, este desastre guardan silencio. No abrieron la boca para condenar el fraude, sino que lo convalidan. Aceptan- como siempre- a quien desgobierna desde Miraflores. Son las alfombras en donde descansa su impudicia. Cuando son convocados por el ejecutivo casi amanecen durmiendo en la puerta del palacio presidencial. Con las mismas sonrisas y las carpeticas de ocasión.
En la campaña electoral marcaron distancia. Jugaron a desarticular a las verdaderas fuerzas democráticas en la búsqueda de desmoralizarlas. Como agentes de la dictadura trataron de detener al gran tsunami electoral que se lo llevó por delante. En muchos casos se infiltraron en los comandos de campaña para pasarle información al gobierno. Hoy se han terminado de quitar el antifaz.
Son los artífices de las mañosas elecciones del 27 de abril. Con el mismo CNE Que se confabuló como actor principal del conocido fraude. ¿Quién puede entender eso? Solicitan un acto de buena fe a la satrapía que tiene veintiséis años vulnerando los derechos constitucionales. Encarcelando a ciudadanos honorables, persiguiendo a mansalva, pisoteándoles los derechos humanos de todo aquel que no se deja domesticar. ¿Será que todavía a estas alturas del partido se puede esperan un acto de bondad de parte de la mayor salvajada de la historia americana?
La verdad este proceso comicial busca cerrar definitivamente el capítulo del 28 de julio. Vendernos una normalidad política que no existe. En el fondo es igualmente un acto de traición a millones de venezolanos que escogimos a Edmundo González como presidente de la República. Obligarnos a que la dictadura se quede por siempre destrozando nuestra realidad.
En la vida la dignidad no se negocia. Los valores y principios son más importantes que un cargo. Que es lo que defienden. Sus negocios que le generan vidas de esplendor mientras el pueblo se muere de hambre, nuevamente los venezolanos les daremos una lección al régimen y sus socios.
@alecambero