Pues bien, queda una vez más demostrado que Petro es un auténtico ignorante, un individuo lleno de odio y venganza al que le ha faltado diplomacia y buenos modales para entender que cada nación es completamente autónoma para diseñar e implementar sus políticas migratorias conforme al valor supremo de su seguridad nacional y de controlar quiénes pueden o no entrar a su país, guste o no.
¿Pero quién respalda esto? Los millones de norteamericanos que votaron por una nación soberana y fronteras seguras. Como dijo un senador republicano de origen colombiano (Bernie Moreno por el Estado de Ohio): “La era de fronteras abiertas de J. Biden ha terminado”.
“Si quieres venir a Estados Unidos, sigue las reglas”. Petro dentro de sus desordenadas agendas privadas, sus vicios, malas amistades, ideología putrefacta y con el peor gobierno de toda nuestra historia republicana por toda la corrupción que lo carcome vivo, por la escalada violenta de sus pares guerrilleros, por la descomunal producción de cocaína sin antecedente alguno y por la destrucción del país y su tejido productivo y social, no acepta que a la nación más poderosa del mundo llegó una persona que ama su país y ha empezado a darle un giro radical a su política exterior.
En términos generales, esta desgracia de gobierno no contento con sumir en la miseria y la narcocracia al país, ahora deja mal heridas las relaciones bilaterales históricas entre Washington y Bogotá.
Pero el fondo de mis líneas va dirigido a algo gravísimo que probablemente sucederá en muy poco y es la suspensión de la ayuda económica exterior ya ordenada por la directriz del jefe de la diplomacia M. Rubio ( por tres meses) con miras a estudiar que “cada nueva concesión o prolongación propuesta haya sido revisada y aprobada”. Pasados estos noventas días blanco es gallina lo pone y revuelto se come, no habrá ayuda militar y en millones de dólares sencillamente porque Petro está alineado con sus guerrillas del alma y con la narcodictadura de Maduro para replicar lo acontecido en la región del Catatumbo o imperios cocaleros en varios departamentos colombianos, es decir, la evidente aquiescencia o permisividad de este miserable gobierno con los alzados en armas para destrozar la soberanía y acabar con la seguridad nacional que le aseguraría un paro armado politizado para obligar a que la gente vote por él o por su ungido (a), conforme a las circunstancias que se den. Así ganaron en el 2022 sin contar las corruptelas y los pactos privados con el grueso del hampa criolla.
Eso por un lado, con esta agenda gubernamental pro crimen, pro guerrilla, pro dictadura venezolana, con esta agenda promuerte y pro destrucción libertaria y democrática, no habrá ayuda.
Por otro lado, por allá en el mes de septiembre el departamento de Estado de los EEUU emitirá la certificación o descertificación de Colombia conforme a los resultados en su lucha frontal contra el narcotráfico y las drogas ilícitas. Ya los hechos hablan por sí solos, Petro nos tiene nadando en coca y su excusa para tanto despistado y pocos informados ha sido su fracasada paz total que nos ha devuelto a épocas de finales de los años noventas y principios del milenio, un caos total, pero hoy día y paradójicamente, los delincuentes y alzados en armas no solo se pasean por pueblos y ciudades sin resistencia de la fuerza legítimamente constituida la cual está inmóvil por orden presidencial, sino que además esos mismos insurgentes y criminales que han heredado esa violencia mafiosa, cogobiernan con el fanático narcisista que jamás se desmovilizó.
Según mi discreta opinión no sucederá con Trump lo que si con B. Clinton cuando en ese momento (1994- 1998) aquí el presidente era el elefante Ernesto Samper, elegido por el cartel de Cali, quien entonces tuvo tres sanciones, una simbólica o presión diplomática, otra, sanción cosmética o intensa como haberle quitado la visa y la más dolorosa en 1997, la promoción del ostracismo global del país como una narcodemocracia.
En una y otra instancia pendular, todos los caminos conducen a Roma, la descertificación. Y no por que lo diga un simple parroquiano en esta columna de opinión sino más bien porque la permisividad y poca estatura de J. Biden en el 2024 dejó entrever una certificación bastante condicionada a nuevos esfuerzos y mejores estrategias gubernamentales para erradicar las mal contadas 300.000 hectáreas de hoja de coca que hoy inundan nuestros campos y son el combustible de las viejas y nuevas violencias que azotan con todo rigor a Colombia.
Para nadie es un secreto que este desagradable gobierno ha sido el directo responsable de toda esta ascendente consolidación de una narco criminalidad organizada y el secretario de Estado americano hace años que lo tiene muy en claro. Es una lástima que toda esta barbarie suceda en una patria hermosa, buena, resiliente, trabajadora que ojalá haya aprendido la lección que vender su voto o hacerlo por emociones circunstanciales con demagogia y promesas falsas trae como consecuencia un lamentable gobierno y un profundo dolor de patria.