Debemos empezar por señalar que en la nueva era clave será retomar el liderazgo político, económico y militar será la carta de presentación de Trump ante el mundo y más cuando su antecesor y según connotados analistas políticos estadounidenses han empezado a calificar a J. Biden como el peor presidente de los últimos sesenta años y el más bajo y para el olvido entre su partido demócrata.
Y no es para menos, dadas las actuales circunstancias donde, por ejemplo, la inseguridad está desbordada, un Estados Unidos como nunca se vio con sus ciudadanos temerosos por las altas cifras en comisión de delitos, una migración hecha una vena rota que gracias a la omisión e impericia de Biden, tiene inundada sus calles con los peores delincuentes venidos ilegalmente del sur y del centro de América. Es realmente asombroso ver cómo este país en los últimos cuatro años no tuvo en marcha un plan estratégico de alto nivel que cerrará fronteras a la ilegalidad migratoria o al menos, llevar a cabo un control amplio y significativo de quiénes llegaban y a dónde se dirigían.
En cuanto al tema predilecto por los americanos, el manejo de la economía, quedan varias reflexiones y entre las principales están en que la carga impositiva de los impuestos ha sido alta sobre todo para aquella clase media que ha debido pagarle más y más al fisco y éste retribuyendo en subsidios a ciertos sectores sociales por desempleo extendido como quien dice, ahorcando a unos para complacer a otros. El resultado, la presión inflacionaria que llegó a 9.1% la más alta en cuarenta años en el 2023, lo que generó un aumento en el costo de vida de los más pobres. Cabe resaltar que esto se da por una serie de medidas expansivas del gobierno Biden con miras a reactivar la economía, lo que tuvo un tinte agridulce ya que se sintió una leve mejoría, pero a costa del incremento del déficit fiscal y la deuda pública.
Así las cosas, ante una economía tan endeudada (36 Billones de dólares, sin intereses), Trump llegará a reinventar viejos conceptos de los años ochenta de Ronald Reagan y la dama de hierro Margaret Thatcher en Reino Unido, bajar impuestos, eliminar regulaciones y adoptar políticas proteccionistas para favorecer la industria nacional. Esto sin mencionar el tamaño escandaloso del déficit federal anual oscila los 1.8 billones de dólares.
Cuando se tocan estos temas económicos macro recuerdo mucho a un querido profesor de mi pregrado en la Universidad que decía algo muy obvio pero impactante “la inflación es un impuesto”, impuesto al que estarán condenados a pagar sí o sí los trabajadores y la clase media gringa quienes anhelan una parte justa del crecimiento al que “los de arriba” siempre reciben. Trump ha prometido bajar la tasa de desempleo a mínimos históricos (menos del 2%) y que los ingresos familiares alcancen máximos históricos.
En materia de política exterior, en la nueva era las cosas pintan bastante grises. Biden deja una sensación de pasividad total para tomar decisiones en momentos apremiantes. Antes de mencionar la guerra en Ucrania o el conflicto terrorista contra Israel en el medio Oriente, es preciso acotar que USA en estos últimos cuatro años perdió mucho terreno frente a la próxima potencia que le reemplazará, China. La Unión Americana que recibe Trump es poco respetada, bastante inmóvil, desgastada que incluso, las dictaduras de la región como la Cubana, la Venezolana o la de Nicaragua, se sienten envalentonadas porque la inacción para restablecer la libertad y la democracia desde USA como garante fueron cosa del lejano pasado. Ni el aliado eterno Israel toma en cuenta las consideraciones de la secretaria de Estado que pasa sin pena ni gloria y solo se dedica a viajar y figurar en medios, pero sin mostrar mayores resultados.
En la nueva era el gobierno llegó hablando fuerte con amenazas arancelarias a sus principales socios comerciales (México y Canadá), y a China. Al parecer, las barreras comerciales estarán de vuelta. Es indudable que el talante de Trump es el de períodos de fricción para negociar.
De darse, sin duda, las consecuencias podrían ser enormes en cuanto a la adopción de medidas arancelarias que en sí son esencialmente impuestos sobre los bienes importados y se trasladarán en gran medida a los consumidores. Creería que está metiendo presión para obtener concesiones porque de darse se configuraría la continuación inflacionaria del saliente gobierno y eso no es lo que se busca.
En materia de guerras, en la nueva era se llegará a acabarlas, recordemos que en su primer mandato Trump no inició ningún conflicto bélico con ninguna nación. Ciertamente, su diplomacia será de altísimo nivel y más con E. Musk su billonario patrocinador quien jugará un papel decisivo dentro y fuera de su EE.UU. Pensaría que en cuatro años se lanzará a la presidencia por los republicanos.
Putin y Zelensky con Trump de por medio, probablemente lleguen a una tregua y posteriormente, a la paz. Los rusos pedirán mucho y no se irán de brazos cruzados. Ucrania deberá ceder en mucho, así es la dinámica de la guerra moderna. En cuanto a la desescalada del conflicto en Oriente Medio las cosas no pintan bien porque entre el petróleo, el islam y el terrorismo hay demasiado en juego. De este lado del mundo, se espera ponerles fin a las dictaduras y no permitir que la violencia política siga siendo el combustible para perpetuarse en el poder.
En Colombia, al desgaste y vergüenza mundial del gobierno Petro hay que sumarle que ha llegado un Trump más fuerte que no se dejará manosear de un exguerrillero con ínfulas de emperadorcito romano. Al pobre le vendrán muchísimas y extensas agendas privadas, pero con miedo y tristeza porque el tiempo se le agota.