El presidente de la Confederación Unitaria de Trabajadores, Fabio Arias, amenazó al país con desatar una insurrección sangrienta, el llamado ‘estallido social’, si no se aprueba la reforma pensional de Petro, que no crea ni formaliza empleos, sino que los destruye según el propio Banco de la República. Dice Arias, como cualquier comunista bolchevique, que la riqueza de los empresarios hay que repartirla, a pesar de que hasta el 97% de nuestras empresas son mipymes y los ricos del barrio son el tendero y el taxista. En un país serio este agitador estaría en la cárcel o rindiéndole explicaciones a la justicia.
Pero este no es un país serio. Para el gobierno del señor Petro, la gravedad de los hechos del Catatumbo se circunscribe a si el ELN mandó a sus combatientes desde Arauca por territorio colombiano, incluso en flota como cualquier hijo de vecino, o si hicieron travesía por territorio venezolano sin la menor resistencia de las autoridades de ese país que —para muchos— se ha convertido en la retaguardia de los elenos. De hecho, nuestro canciller, el negrito Murillo, le pidió al gobierno de Maduro, en la ONU, que controle el tránsito de guerrilleros colombianos por su frontera.
Y es que apenas ahora, tras 30 meses de desgobierno, Gustavo Petro ha reconocido que el ELN no ha estado interesado en sus diálogos de paz, lo que todos sabíamos aun cuando él aseguraba que si era presidente este grupo se desmovilizaría en tres meses. Lo que no parece reconocer es el fracaso absoluto de su política de ‘paz total’, mediante la cual empoderó a los grupos subversivos ofreciéndoles altos al fuego que solo son cumplidos por las autoridades legítimamente constituidas, que además han sido diezmadas para beneficio de los criminales y emasculadas en su superioridad aérea.
El problema del Catatumbo pareciera una simple disputa entre el ELN y las Farc por el control del narcotráfico en ese sector, pero todo parece indicar que hay una alta incidencia del factor Venezuela en el mismo. Los elenos se han constituido en una fuerza paramilitar servil a Miraflores que tendría por misión controlar la frontera con Colombia como lo hace ya en Arauca y como tendrá que hacerlo en La Guajira para blindar a la dictadura de Maduro de una posible incursión militar desde nuestro país.
La misma satrapía venezolana informó que Diosdado Cabello estuvo en el Catatumbo coordinando acciones militares para que los elenos se enseñorearan del área. Aviones venezolanos sobrevolaron la frontera y helicópteros de ese país ‘rescataron’ a colombianos de la arremetida del ELN. No se sabe si violaron territorio colombiano y aterrizaron en el Catatumbo o si lo hicieron en el otro lado de la frontera, pero la intromisión es evidente. Colombia no tiene soberanía en muchas de sus áreas fronterizas con la dictadura narcochavista, y muchos siguen creyendo que es cuestión de ineptitud a pesar de que es evidente que Petro es leal a Maduro por convicción; pensar que no apoya a un régimen que evidentemente se robó las elecciones es un colmo de ingenuidad.
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Y mientras la gente sigue padeciendo un problema que está lejos de solucionarse, y para el que el Estado perdió su poder de coerción para imponer el orden mediante el uso de la fuerza legítima, tras convertir al Ejército en una especie de organismo de socorro y atención humanitaria que está para rescatar a los damnificados de un desastre natural, el drogadicto Petro pone en riesgo las relaciones con los Estados Unidos por estar trinando tonterías a las 3 de la mañana.
En una muestra de enfermiza bipolaridad, Petro celebró la repatriación de connacionales expulsados por el gobierno de Trump, y media hora después borró el trino y escribió que no admitía el ingreso de aviones con deportados a Colombia, para los que exigió un trato digno. Tal vez porque se enteró de que un avión con migrantes brasileños los trasportó hasta Manaos esposados y sin aire acondicionado.
Sin embargo, en su afán por mostrarse como líder del bloque anti-Trump, el enajenado señor Petro ignoró que los deportados por la administración de EE. UU., viajan esposados y custodiados por protocolo. Así llegó su amigo Mancuso. Así llegó Fabito Ochoa. Así llegan todos, incluso cuando son enviados en un vuelo comercial. Pero también ignoró que transportarlos en modernos aviones militares Boeing C-17 Globemaster, que se utilizan para el transporte de tropas, no constituye ninguna indignidad, aunque no sea tan cómodo como viajar en primera clase. Además, Petro pasó por alto lo más grave, y es que él no puede impedir que ciudadanos colombianos sean retornados a su país, a lo que tienen todo el derecho, pues de lo contrario estarían siendo convertidos en verdaderos parias por el mismísimo presidente de su propia nación, el que se da golpes de pecho exigiendo que los traten con dignidad.
Falta año y medio para que este badulaque salga del poder, y en apenas una semana, le entregó la frontera oriental a Maduro, mandó a su ficha Fabio Arias a chantajearnos con terrorismo puro y duro, y puso en juego las relaciones con los gringos, que se miden en miles de empleos y millones de dólares. ¿O será parte del decrecimiento?
@SaulHernandezB