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César Salas Pérez   

Colombia ya no quiere cuentos ni mentiras en el debate electoral. Es el momento de debatir con seriedad.

Hay un público expectante por saber cuáles van a ser las medidas a tomar ante la crisis de la justicia, la salud, la educación, el medio ambiente, la proliferación de la delincuencia urbana, el alza en la canasta familiar, en los insumos agrícolas, y por supuesto, cómo bajar la tasa de desempleo a un dígito, entre tantos otros temas.

La gente está cansada de escuchar y ver los desastres generados por la corrupción en todas las instituciones del Estado, es evidente que el cambio que se reclama no es precisamente dar saltos al vacío con el señor Petro, sino más bien, el cambio en el ser humano, de quien toma decisiones. Conocemos a la perfección los problemas del país, y ¿las soluciones?, muy poco.

Shakespeare dijo alguna vez que “Las valiosas presas convierten en ladrones a los hombres honrados”. Y casi cinco siglos después, la frase sigue tan campante y sonante en nuestra sociedad y en el poder. Los presupuestos y erarios públicos son la presa y el botín de guerra de la clase política dirigente. Y mientras la honradez se conserva solo hasta en campaña, sobreviene la caída de quienes la predican cuando obtienen el poder político, cayendo en el inmenso remolino de las corruptelas y las bagatelas que tienen jodido a este país. y ¿Cómo minimizar o acabar este penoso flagelo? candidatos, Colombia los escucha.

 Pero Shakespeare también dijo que “Procurando lo mejor, estropeamos a menudo lo que está bien”.  Y ese es otro gran error de los políticos de turno, no construir sobre lo construido, sino llegar a destruir lo que está bien y funcionando para darle paso al ego, a la improvisación y a la repartición del poder en cuotas y parcelas.

Es por esto que las grandes gestiones públicas, las obras macro, y los programas que benefician a amplios sectores de la población sufren un retroceso cada que hay cambio de gobierno. El candidato de Maduro en Colombia propone destruirlo todo.

Es justo decir lo que señala el viejo adagio popular “Escoba nueva barre bien”. Sin embargo, en materia política no siempre sucede.

En estos momentos de época electoral presidencial intensa, requerimos la continuación de muchos de los programas sociales y de políticas públicas de este gobierno en el que se han visto beneficiados millones de compatriotas.

A falta de ideas y argumentos es que se prometen absurdos. Pongámoslo en un ejemplo: Recientemente fue publicado un estudio interdisciplinario del centro de investigaciones de la Universidad de los Andes quienes analizaron 120 propuestas del programa de gobierno que plantea el candidato de la extrema izquierda y lo que se encontró fue que, de ese total, 89 propuestas no son realizables, 21 son imprecisas, y 10 contienen datos falsos.

Por lo anterior, es que el candidato de las Farc, del ELN y de las guerrillas acude al populismo, al engaño, a la falacia, sencillamente, porque su programa de gobierno está sustentado en planteamientos y recomendaciones que no tienen sustento financiero, ni soporte estadístico, ni mucho menos, son realizables a la luz de nuestra normatividad vigente.

De allí el peligro de que el personaje de la Colombia Humana de llegar a ganar, acuda a los estados de excepción de la carta magna y se dedique a expedir al mejor estilo de la “Decretomanía”, actos administrativos a diestra y siniestra para cambiar la carta, violar principios supremos, acomodar sus extremistas ideales zurdos a todos los colombianos y acabar con nuestras libertades y democracia.

Lo peor es que poco o nada habrá de hacer la Corte Constitucional de bolsillo que desde hace muchos años está alineada con el neocomunismo.

Precisamente, es por la falta de pensamiento inteligente que el señor Petro no acude a los debates políticos. Se esconde porque en el fondo es consciente de que es un fraude y un paquete chileno (como Boric) que solo sabe sembrar odio, resentimiento y que su camino es hostigar y crear el caos social y político. De debate serio, nada de nada.

Pero también lo dijo el gran dramaturgo W. Shakespeare “La memoria es el centinela del cerebro”. Y memoria es la que tienen millones de colombianos que reconocen en Petro un profundo amante de la subversión, del delito, del terrorismo, de ser autor intelectual de la toma del Palacio de Justicia en 1985, de haber sido el asesor del fallecido Chávez para imponer la revolución Bolivariana que ha quebrado a todo un país, y de hacer política a costa del sufrimiento de las clases menos favorecidas.

Es que el debate serio, el de las ideas, no lo da cualquiera, hay que estar lo suficientemente preparado para asumir el reto, haber mostrado trayectoria en lo público y haber sido autor de varios proyectos de ley demostrando pasar de la “verborrea” a los hechos. Y este señor no ha hecho cosa distinta que mentir y mentir. Ni siendo alcalde de Bogotá demostró resultados y como legislador tantos períodos no le conocemos la autoría de proyectos de ley para beneficio de los pobres y excluidos que dice defender.

El llamado desde la opinión es a que los candidatos presidenciales asuman el debate político con seriedad, argumenten y conquisten el voto de los ciudadanos, pero con ideas y hablando de frente.

Es la hora de la imposición de esas ideas políticas como conjunto de pensamientos que rigen las instituciones de nuestro Estado y la sociedad en su máxima expresión democrática.

No más engaños ni populismos que solo ahondan las grietas de la polarización.

Es el momento de hablar con la verdad, de exponer un plan de gobierno que sea cumplible en el tiempo y financiable económicamente. Creo saber quién está dando ese debate y va a ganar la presidencia. Además, porque fue el mejor alcalde del país y de Medellín.

Publicado en Columnistas Regionales

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