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Carlos Salas Silva                                                                                

El enemigo no es Colombia, el enemigo es Petro. Quedó muy claro luego de la contundente respuesta de Trump a las estúpidas acciones del mequetrefe con las que pretendió mostrarse fuerte cuando no es más que un bicho molesto al que se le apachurra con dos dedos cuando se trata de vérselas con el país más poderoso de la tierra, comandado ahora por un tipo de armas tomar y no por un pusilánime como un Biden de tan pobre recordación.

Lo cierto es que está en la mira ahora y lo estará sin importar que él y su vergonzoso gobierno logre salir del fango en que se metió después de semejante metida de pata al rechazar, a las tres de la mañana, la llegada de dos aviones con ciento sesenta colombianos de dudosa reputación expulsados de USA. Si el tal Petro quería saber hasta dónde se le toleraría ya lo tiene muy claro: no se le consentirá ni el más mínimo desaire con los Estados Unidos de ahora en adelante. Es un ejemplo para el mundo como lo dicen comentaristas internacionales, sin duda, y particularmente para el que se ha venido llamando, desde hace un buen tiempo, el patio trasero de la potencia del norte.

¿Se puede tomar en serio a un tipo que demuestra un estado mental que bordea la locura? La triste respuesta es que sí mientras sea el presidente de un país. Quedó demostrado con la respuesta inmediata de Donald Trump al loquito ese, en pleno domingo sin aplazarlo al lunes, con un contraataque de una dimensión infinitamente mayor a la ofensa, como corresponde a su capacidad de acción, lo que hizo recular al osado mequetrefe de marras. Una respuesta de esa magnitud con unas gravísimas consecuencias para la economía y las relaciones internacionales de un país en crisis, cuyos ciudadanos se debaten día a día por no dejarlo hundir, no se habría visto siendo otro quien estuviera instalado en la Casa Blanca rigiéndose por los preceptos que quedaron cortados de tajo hace apenas una semana. El mundo cambió y de qué manera. Si la misma Europa se ha visto acorralada cómo no nuestra región. Es obligatorio cambiar la ruta y terminar de una vez por todas con el maldito socialismo del siglo XXI si queremos estar en la movida.

¿Qué nos corresponde hacer a los colombianos? Lo dijo el congresista Diaz-Balart, refiriéndose a los venezolanos: si no actúan no esperen que las madres americanas presten a sus hijos para que arriesguen su vida por otros que piden un auxilio internacional mientras permanecen refugiados en sus casas. Tanto los venezolanos como los colombianos tenemos el deber de retomar las calles. En nuestro caso, no es lo mismo que la nula popularidad del mequetrefe sea la registrada por encuestas a que sea visible a través de unas multitudes en las calles y plazas gritando en una sola voz: ¡Fuera Petro!

La terrible situación por la que estamos pasando podría verse como una oportunidad. Lo que acontece en el Catatumbo y en otros lugares del país demuestra que hay temor de parte de Maduro y sus aliados. Mi percepción es que, ante la subida de Trump y una posible intervención armada, la tiranía se ha visto obligada a reubicar sus fuerzas entre las que se cuenta el ELN. Ya en el gobierno de Uribe se conocía perfectamente documentada la presencia del grupo narcoterrorista en suelo venezolano bajo la protección de Chávez. La poca o nula acción de Uribe y su complacencia con la tiranía, que oprimía desde esos tiempos al pueblo hermano, dejó el campo abierto para que el nefasto Santos llegara a proclamarse como el mejor amigo de Chávez y de ahí en adelante la tiranía se fuera fortaleciendo, sumándole a esto la interrupción de la fumigación aérea, ya fuera por cobardía u omisión, de parte de Santos y de Duque hasta llegar a los niveles cuyas consecuencias se ven hoy en el Catatumbo que es un mar de coca.

Maduro sabe muy bien que tiene sus días contados y por ello emprende medidas desesperadas en el campo militar como desquiciadas son las de su amigo Petro en materia diplomática. El acercamiento de ese par de bestias facilitará cualquier acción en su contra y, si fuera el caso, un alejamiento los debilitaría. Lo cierto es que se encuentra esa parejita en el peor escenario posible.

Contamos con muchas herramientas para que caigan los regímenes de Venezuela y Colombia que son plenamente utilizables con la llegada de Trump al poder. Podemos visualizar un mejor panorama en el que esos tipejos, Petro y Maduro, no aparezcan sino en la lejanía detrás de barrotes.

KienyKe

Publicado en Columnistas Nacionales

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