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Luis Guillermo Vélez.

Las elecciones las gana quien obtiene la mayoría de votos. Esa afirmación, enteramente válida en una votación uninominal, como la de alcalde o gobernador, admite algunos matices en el caso de la elección de cuerpos colegiados, como los concejos municipales y las asambleas departamentales.

Los sistemas electorales para la elección de corporaciones públicas o cuerpos colegiados se dividen en mayoritarios y proporcionales. Los mayoritarios pueden ser uninominales y plurinominales, según que en la circunscripción[1] se vote por uno o varios de los miembros del cuerpo colegiado en cuestión.  En todo caso, en los mayoritarios, el partido que obtiene la mayoría de los votos se lleva todas las curules de la circunscripción. Ese es el caso de las democracias anglosajonas. Otros países, como Francia, tienen sistemas mayoritarios con doble vuelta.

En los sistemas proporcionales se busca que las curules en disputa se asignen de forma aproximadamente proporcional a los votos obtenidos por cada partido o movimiento. Aquí la palabra clave es “aproximadamente”. El grado de aproximación depende de la fórmula electoral, que no es otra cosa que el procedimiento mediante el cual los votos se transforman en curules.

Hay dos tipos de fórmulas electorales:

La de cociente electoral y residuo mayor, conocida también como la fórmula de Hare, por Thomas Hare, su inventor. Se aplicó en Colombia hasta 2002. 

La de promedio mayor o de los divisores, conocida también como fórmula de D´Hont, por Víctor D´Hont, su inventor. Fue adoptada por el Acto Legislativo # 1 de 2003.

En el sistema de cociente, la votación total se divide por el número de curules a proveer y con ese resultado, llamado cociente electoral, se dividen las votaciones de cada partido. La parte entera de esa división indica el número de curules que corresponde a cada uno de ellos. En caso de que no se asignen todas las curules por cociente, las restantes se asignan a los residuos, empezando por los más altos hasta agotarlas.

El efecto de este sistema es que las curules tienen distintos precios en términos de votos siendo las más caras las que se obtiene por cociente y las más baratas las que se pagan con residuos. Esto incentiva la multiplicación de listas para maximizar el número de curules obtenidas con una votación dada, lo que en la política colombiana se conoce como operación avispa.

Con el método de D´Hont no hay cocientes ni residuos, todas curules tiene el mismo precio en votos y esa es la cifra repartidora. Se calcula así:

Se descartan las votaciones de los partidos que no cumplen el umbral[2].

Las votaciones de los partidos que cumplen se ordenan de mayor a menor.

Luego esas votaciones se dividen sucesivamente por 1, 2, 3, 4 …hasta el número de curules en disputa. El caso del Concejo son 21.

Los cocientes de esas divisiones se ordenan de mayor a menor. El cociente número 21, en el caso del concejo, es la cifra repartidora.

Con esa cifra se divide la votación de cada partido y la parte entera resultante es el número de curules que le corresponde.

Por ejemplo, en las elecciones de 2019 el Centro Democrático obtuvo cerca de 169.000 votos, los cuales, con una cifra repartidora de 24.000, le permitieron alcanzar 7 curules.

Una vez determinadas las curules obtenidas por cada lista, su asignación a los integrantes depende de que sea cerrada o abierta. En listas cerradas se asignan en el orden en que están inscritos los candidatos empezando por el primero y así sucesivamente. En lista abierta dependerá de los votos preferentes obtenidos por cada uno de ellos.

Cuando la lista es abierta el ciudadano puede votar simplemente por la lista, en cuyo caso su voto cuenta para el total de curules, al igual que en la cerrada. Pero tiene la opción de votar por la lista, marcando el logo del partido, y, además, por uno de los candidatos que la integran, marcando el número que lo identifica. En eso consiste el voto preferente. En las listas abiertas, los votos preferentes determinan la asignación de curules al interior de la lista.

En las elecciones para concejo de 2019, la candidata del Centro Democrático que obtuvo más votos preferentes fue Nataly Vélez, con unos veinte mil. El concejal Simón Molina fue segundo, con unos doce mil. El doctor Gabriel Dip obtuvo unos diez mil. Si hubiese sacado menos de siete mil, habría quedado por fuera del concejo a pesar de encabezar la lista.

No es cierto pues el mito urbano según el cual quien encabeza una lista abierta tiene garantizada su elección porque los votos marcados por lista sin indicar preferencia alguna se asignan automáticamente al primer candidato de la lista.

Por eso, si quiere que quien encabeza la lista al Concejo de Medellín por el Centro Democrático salga elegido, marque el logo del partido y el número 01.

[1] La circunscripción es la división territorial en la que se eligen uno, varios o la totalidad de los miembros del cuerpo colegiado. En los concejos y asambleas departamentales la circunscripción coincide con la totalidad del territorio de cada municipio o departamento. Para la cámara de representantes hay tantas circunscripciones como departamentos tiene el País mientras que el senado se elige en una circunscripción única nacional.

[2] El umbral es la votación mínima requerida para participar en la distribución de las curules y es igual a la mitad del cociente electoral. 

 
Publicado en Columnistas Nacionales

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