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Luis Alberto Ordóñez*

Por años, los héroes en Colombia han sido los hombres y mujeres de las Fuerzas Armadas que se han sacrificado por sus compatriotas. Algunos dieron sus vidas, otros llevan en sus cuerpos las cicatrices de la guerra y muchos en sus mentes los terribles recuerdos de un enemigo inhumano, cruel y sin principios ni valores: solo las ansias de poder y el ánimo de lucro. Por siempre les daremos reconocimiento y agradecimiento a estos héroes. Los de ahora son civiles bien preparados, con mucho carácter y dispuestos a darlo todo para preservar el estado de derecho y la patria que tanto nos ha costado construir.

En momentos en que la Nación se enfrenta a cambios, no todos para bien en mi opinión, han surgido héroes civiles, hombres y mujeres bien fundamentados, que no se dejan manosear, presionar ni obligar a incumplir la Constitución o pasar sobre las leyes; se han parado en la línea y están demostrando que en Colombia el poder no es absoluto y que todo proceso debe seguir las normas establecidas. Ellos exigen el respeto por las otras instancias del Estado y que no los obliguen a hacer algo indebido.

Allí donde la estrategia militar no tiene lugar, ni tampoco la táctica de combate o policial pues no son aplicables, entra el poder civil; el de la política, el de los encargados de hacer cumplir las leyes y el de los partidos serios, los empresarios y las asociaciones de trabajadores de diversas ramas, pero también el de los medios de comunicación, libres e independientes. Entonces Colombia está sorprendiendo; estos héroes están pensando en el país y el futuro de los ciudadanos del común, sin populismos ni pretendiendo beneficios personales: por encima está la patria.

Es que sin rubor alguno se pretende liberar delincuentes y darles lugar de honor en mesas de decisión o como supuestos gestores de paz, además de remunerarlos con los dineros de la gente de bien. Se busca poner en las calles a cientos de violentos y a los más temidos narcotraficantes; los mismos que han atemorizado, atacado y violentado a la sociedad. Pero ahí están el Fiscal General, la Procuradora, entre otros, asumiendo el papel que les manda la Constitución y dando un ejemplo maravilloso a otros funcionarios. Jueces y Juezas se niegan a liberar delincuentes, exigen respeto por su función constitucional. Esperamos que pronto las Altas Cortes, cuando vean amenazada su independencia, exijan también el lugar que les corresponde. Un país sin justicia, donde lo malo pasa a ser bueno y lo bueno es cuestionable, ingresa al grupo de parias del mundo.

Ahora, con las grandes reformas que se proponen, surgen otros héroes de la sociedad civil. La salud, ejemplo en el mundo por su cobertura y avance, quiere ser cambiada totalmente en cumplimiento de promesas de campaña y paradigmas propios. Afortunadamente han salido expertos y conocedores de la problemática a desaprobar el exabrupto que se quiere implementar y también los partidos políticos, en su mayoría, a decir que no permitirán que se acabe con algo que funciona en general bien y que, aunque es susceptible de mejoras, no debe ser arrasado.

La reforma a las pensiones es una caja de pandora, donde poco se sabe de cuál es la intención; por lo pronto atacar los fondos privados y utilizar sus recursos, es decir el ahorro de los trabajadores, para presuntos fines populistas. También aquí han surgidos héroes dispuestos a dar la pelea y mostrar la inconveniencia de acabar con un sistema que de entrada libera al Estado de la carga pensional de más de cinco millones de afiliados hasta el momento. Ojalá pronto el poder legislativo también reaccione y sobreponga intereses comunes a los personales y tome las mejores decisiones; queremos que sean nuestros héroes también.

El tema de minas y energía es el que más cuestionamientos ha generado; parece una historieta cómica la pretensión del gobierno de poner en riesgo la autosuficiencia energética. Este proceso ya está dejando bajas de prestantes funcionarios; la viceministra que sí sabe del tema y el ingeniero Bayón por su excelente gestión. Ojalá no termine Ecopetrol como Pdvsa, llevada al desastre por malas decisiones políticas, y Colombia dependiendo de terceros para suplir los hidrocarburos.

Viene ahora la “revisión de la doctrina militar y policial”, en manos de un Ministro de Defensa que desafortunadamente no conoce nada del medio y por el contrario ha mostrado mucha animadversión hacia el mismo. Pueda ser que no se acabe, además de la salud, las pensiones y la suficiencia energética, con unas Fuerzas Armadas Bicentenarias y que han sido la columna vertebral de la democracia. ¡Dios salve a Colombia!

* Vicealmirante (r). Ph.D.

 
Publicado en Columnistas Nacionales

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