Luis Alberto Ordóñez
Luis Alberto Ordóñez Rubio*
Definida como “ausencia de poder público”, tiene como sinónimos: desorden, caos, confusión, desgobierno; es decir lo que vivimos esta semana los colombianos, situación que nos era ajena a quienes tenemos la suerte de vivir en las ciudades, porque ese mismo desgobierno se vive a diario en las regiones, con la gran diferencia de que los camioneros son gente de bien que no empuñan armas y, aunque generaron pérdidas millonarias y afectación a la ciudadanía, no asesinan, no reclutan menores ni masacran líderes sociales o a los miembros de la Fuerza Pública.
Luis Alberto Ordóñez*
El hospital Militar como instrumento de revictimización
Luis Alberto Ordóñez*
En dos ocasiones nuestro presidente ha rendido honores a la bandera del otrora grupo terrorista M-19, demeritando, en mi opinión, su democrática llegada al poder y despreciando a las víctimas de las acciones de esa guerrilla; ese recuerdo de crueldad, tristeza y oscuridad, que todos creíamos en el olvido, se revive cuando es el primer mandatario quien, con aparente orgullo, quiere resignificar ese símbolo que en el pasado representó terror y dejó pésimos recuerdos entre los colombianos. ¿Cuál es la intención? Es la pregunta de quienes amamos la paz y propendemos por la vida.
Luis Alberto Ordóñez*
Hace unos días escribí una columna de opinión que se titulaba “Servir en Colombia es una mierda” y hoy, además de disculparme nuevamente por la castiza palabra, la cual califica perfectamente la situación, me debo ratificar en lo que allí expresaba: no se reconoce ni se agradece el sacrificio de la Fuerza Pública. Nuestra querida Policía Nacional no será perfecta, pero la mayoría de sus integrantes le sirven al país y protegen a la sociedad, exponiéndose a la agresividad y el violento actuar de delincuentes que, en los últimos tiempos, pienso, están siendo reconocidos como actores válidos, tácitamente protegidos y escasamente sancionados.
Luis Alberto Ordóñez*
En buena hora los medios de comunicación están difundiendo, en tiempo real, cómo es la vida a bordo de los buques de la Armada Nacional cuando estos cumplen misiones en alta mar. Privilegio y responsabilidad de pocos, ahora es conocido por la comunidad; esos buques son de Colombia, representan al Estado y cumplen importantes tareas operativas, diplomáticas, también de formación, investigación y protección de los océanos, así como de seguridad y defensa: son la Patria en los mares. Jóvenes periodistas han aceptado el reto de hacer largas derrotas y, al igual que los hombres y mujeres de la institución, vivir el día a día de una marina de guerra multipropósito y que es orgullo nacional y referente internacional.
Luis Alberto Ordóñez*
Las Fuerzas Armadas de Colombia han demostrado, a través de los años, que aguantan todo, sirven para todo y son la garantía de la democracia; están hechas del mejor acero del mundo, que se resume en honor, lealtad, mística y un inmenso amor por la patria. Sin embargo, con la propuesta del exministro Gabriel Silva Luján, de incorporar desmovilizados en sus filas, su fin estaría próximo. Si las quieren acabar, esa sería la mejor manera; corroyendo sus cimientos hasta destruir doscientos años de vida institucional. Que esa idea venga de un exministro de defensa no es cosa de poca monta, ni se puede tomar a la ligera.
Luis Alberto Ordóñez*
La toma del Palacio de Justicia hace casi cuarenta años, es uno de los episodios más tristes y sangrientos de la historia de Colombia; la peor osadía que grupo armado haya podido hacer contra la sociedad. Allí hubo desconocimiento total al Estado de Derecho y desprecio por la Constitución y las leyes; se pretendía extorsionar al Estado y someter a los poderes públicos y a través de ellos a toda la Nación.
Luis Alberto Ordóñez*
Con la millonaria “inversión” que hizo el gobierno con la Casa de Colombia en Davos, me pongo a pensar: y si le funciona y se nos llena el país de europeos ansiosos de conocer el país, potencia de la vida, ¿con cuántos turistas y en cuánto tiempo se recuperará el dinero y se obtendrán ganancias? Porque cuatro mil millones de pesos es mucho dinero y el retorno, hasta convertirlo en impuestos que le entren al fisco, es largo y tedioso.