La miopía de los países ricos les impide ver que la miseria y la falta de educación de los países pobres les contribuye a elegir gobernantes en su “nivel de incompetencia”, como aconteció en Colombia con el presidente Petro. Ojalá no terminemos como Venezuela, siendo una empobrecida avanzada militar de Rusia, China e Irán.
Como es sabido, Lawrence J. Peter observó que las personas en una jerarquía tienden a ascender hasta alcanzar su “nivel de incompetencia”. Los trabajadores se promueven con base en su éxito en los trabajos previos, hasta que llegan a un nivel en el cual ya no son competentes, porque las habilidades de un trabajo no se trasladan a otro. Esto se conoce como el Principio de Peter.
Estimo, por ejemplo, que el Libertador Simón Bolívar se destacó como un excelente militar, pero como político poco descolló. Francisco de Paula Santander, en cambio, sobresalió como un buen político; pero no brilló como militar.
Nuestro presidente, Gustavo Petro es un exguerrillero y un político astuto; pero temo que como presidente de Colombia se encuentre hoy en su “nivel de incompetencia”, y que, como resultado de esta realidad, fracase para combatir las herencias que enfrenta hoy: del desempleo del 11%; la pobreza extrema del 12,2%; y la peor herencia, las 972 toneladas de cocaína producidas por año. Casi todos los ministros del presidente Petro también se encuentran “en su nivel de incompetencia”.
Volviendo a mi tema de la miopía de los industrializados. No comprendo cómo puede un gran país como Estados Unidos dormir tranquilo con un empobrecimiento y un viraje hacia la izquierda ya en marcha o completa de sus vecinos latinoamericanos, a saber: Cuba, Nicaragua, Colombia, Venezuela, Perú, Bolivia, Chile, Argentina y hasta Brasil, muy pronto, si eligen a Lula da Silva.
Muchas de estas naciones padecen hoy niveles de desempleo expresados con porcentajes de dos dígitos. No pocos de tales países revelan niveles de pobreza extrema superiores al 10%. En algunos de estos vecinos marchan a la baja sus exportaciones hacia los Estados Unidos y la Unión Europea (UE). En ellos también se aprecian debilitamientos: de los partidos políticos de las élites; en sus Fuerzas Armadas y en la Iglesia Católica.
Los miles de emigrantes desempleados que tratan de ingresar a los EE. UU. y a la UE arriesgando sus vidas, no les sugieren a estos miopes que algo funciona mal en nuestras sesgadas relaciones comerciales en su favor. No ven que ellos exportan y progresan, mientras que nosotros importamos y retrocedemos o avanzamos muy lentamente.