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Juan Lozano                                                                             

Lo más grave no es lo que dijo el Presidente sino lo que entendió la Secretaria de Seguridad de Trump.

Cada uno tiene su propia versión. Según Kristi Noem, secretaria de Seguridad de Estados Unidos, refiriéndose a Gustavo Petro, “empezó con él criticando a nuestro gobierno durante aproximadamente media hora y hablando de cómo se malinterpreta a los miembros del ‘Tren de Aragua’, que en realidad solo eran personas que necesitaban más amor y comprensión... habló de cómo algunos de los miembros del cartel eran sus amigos”.

A renglón seguido, la Cancillería dio inicio a una catarata de reacciones desarticuladas del Gobierno entre comunicados, declaraciones, trinos y discursos presidenciales.

Para empezar, se expidió un comunicado a nombre del Gobierno de Colombia por la Cancillería en el que “rechaza de manera categórica las declaraciones de la señora Kristi Noem” y sustentó sus razones. Después el Presidente de la República abrió la puerta a la explicación sobre un posible error en la traducción, porque él no habla inglés; negó cualquier relación con el ‘Tren de Aragua’, desmintió que hubiese durado 30 minutos hablando contra Trump y agregó: “No lo puedo creer, nunca he conocido a ningún miembro del ‘Tren de Aragua’ en mi vida”.

También el presidente Petro especuló acerca del origen de esa declaración de la secretaria Noem... “No sé si mi decisión de comprar los aviones de guerra a Suecia tenga que ver con esas palabras que no son ciertas...” y, sin embargo, insistió en una narrativa según la cual “... esos jóvenes vinieron a Bogotá y a La Guajira y esos jóvenes no encontraban la cultura ni la universidad... eran los más excluidos entre los excluidos”.

Adicionalmente, fijó un trino diciendo, entre otras cosas: “Señora Kristi, la banda del tren de Aragua, que es una banda delincuencial asesina, la fortalecieron ustedes mismos bloqueando a Venezuela”... luego le reprochó: “Lamento que no entienda mis palabras”. Y como es usual, pretendió darle cátedra sobre el amor: “El amor acaba la violencia, Kristi, eso lo enseñó Jesús hace mucho tiempo”.

Lo cierto es que este episodio salió mal para Colombia porque es muy perjudicial que la secretaria de Seguridad se haya llevado esa impresión sobre las declaraciones del presidente Petro.

La secretaria Noem dijo lo que dijo porque eso fue lo que entendió, porque eso es lo que cree que le dijo Petro o porque eso es lo quiere creer a partir de lo que escuchó en su conversación. Y seguramente esa fue la versión que le dio a Trump sobre su encuentro.

El mal está hecho.

Muchas veces la clave no es lo que alguien dice, sino lo que entienden quienes lo escucharon.

En este Washington de hoy, de la era Trump, el Gobierno de Colombia no parece percibido como un aliado.

Ojo, eso es grave, cuando se estudia si se renueva la certificación a Colombia por su compromiso en la lucha antidrogas o si nos descertifican.

Muchas veces la clave no es lo que alguien dice, sino lo que entienden quienes lo escucharon

Y también resulta muy dañino en estos momentos en los que se está configurando una nueva era arancelaria desde Estados Unidos y se deben abrir espacios diplomáticos y comerciales bilaterales para revisar el tratamiento a Colombia y la vigencia y alcance del TLC que está firmado, ratificado y en ejecución.

El panorama anterior se agrava por la falta de un ministro de Comercio Exterior, designado en propiedad, porque no se han logrado poner de acuerdo con el ministro Benedetti y el Gobierno en la persona que ha de representar a los liberales petristas que recibirán esa designación como reconocimiento a su colaboración parlamentaria para aprobar los proyectos del Gobierno.

Es decir, el tejemaneje político tiene a Colombia sin ministro en el momento más crucial en décadas para el comercio exterior.

Más allá del ‘Tren de Aragua’, las drogas, los aranceles y el amor, el Gobierno de Colombia tiene la responsabilidad de evitar que en el mundo lo perciban como aliado de narcos, criminales y terroristas. Entrar en ese oprobioso grupo junto con Venezuela, Cuba y Nicaragua es muy perjudicial, no solo para el Gobierno, sino para todos los colombianos. El daño sería irreparable. Ojo.

6 de abril de 2025

Publicado en Otras opiniones

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