Ese soy yo, de acuerdo con uno de los diccionarios que ocasionalmente consulto, pero como también pienso, algo leo o escucho, ahí va mi pensamiento.
Apoyé a Fico, un hombre sencillo, honrado, buen administrador probado en la alcaldía de Medellín, ajeno a la corrupción; ahora me voy para donde Hernández en la segunda vuelta, alguien que no conozco, cuya hoja de vida no he mirado y sus propuestas tangencialmente conozco, advirtiendo que no soy tránsfuga, pero entiendo que la patria está por encima de nuestras preferencias y sentimientos.
A Petro se la cayó la estantería, su cambio radicaba fundamentalmente en el odio al establecimiento, a pesar de él haberse lucrado de alguna manera, porque no parece lógica una fortuna originada en sueldos del congreso o la alcaldía; pero no tengo información suficiente, fuera del video de las bolsas, para irme lanza en ristre con alguna seriedad. Y se le cayó, porque Hernández no pertenece al establecimiento, no se alió con ningún partido, no participó en coaliciones y, solito, logró un milagro en las urnas por saber vender las aspiraciones de cambio que una mayoría reclama, principalmente la juventud que, por desconocimiento de la historia retirada en mala hora de las aulas de estudio, desconocen los padecimientos del país atacado por todas las formas de lucha.
Para no distraernos en el análisis imperfecto de mi condición neófita, Fico se dejó enredar en los debates con el calificativo del “de Uribe”, “el de Duque” o el “del continuismo” que, por decencia, no combatió con suficiente contundencia a los ataques rastreros de Petro y Fajardo. Eso, y el ser paisa, que una mayoría en la capital desprecia, contribuyó a una derrota que no creíamos probable.
Tal vez fue una suerte en el momento, a Petro, se le caen su discurso y sus propuestas, y, a la juventud ansiosa de un cambio, lo logra entre dos alternativas: el socialismo del siglo XXI apoyado por el Foro de Sao Paulo y el Grupo de Puebla, o el de un demócrata, algo loco y desabrochado que, ni promoverá una Constitución de bolsillo estilo chavista, ni se atornillará al poder, ni se irá contra las instituciones, la empresa privada y los ahorros de las pensiones, que es la opción lógica.
No será fácil; pero el millón y medio de votos que seguramente se le sumarán a Hernández, a Petro le va a quedar cuesta arriba superarlos. Como pronosticó el mecánico si no pudo subir en primera, más difícil le quedará en segunda.
****
A “Pinturita”, el fatal alcalde de Medellín le fue como a los perros en misa, no pudo obtener trescientos mil votos para su jefe. ¡La revocatoria no está muerta!
El Rincón de Dios
“La paz no se escribe con letras de sangre, sino con la inteligencia y el corazón” Juan Pablo II