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Pedro Aja Castaño   

"Uno va al cielo una vez que ya ha estado en el infierno." Leonardo Cohen.

Cuando vi la impresionante carátula de Semana con las palabras CATARSIS – LA VERDAD DEL EJÉRCITO con el rostro camuflado de un joven soldado apuntando con un fusil, me estremecí en silencio, sin saber por qué. Después, un examen de conciencia me dijo que estaba acostumbrado a la guerra y que lo de la revista era una ESTRATEGIADE VENTA, pues ese es su negociolegítimo y legal.

Días más tarde un íntimo amigo, que no es Mockus, me ayudó a pensar y me dijo: LA VIDA ES SAGRADA. Y entendí a Leonardo Cohen porque el soldado arriesga ir al infierno defendiendo el ‘cielo’ de personas ingratas, hasta cuando las atropella el mismo dolor del guerrero. Por lo que, siendo ya una persona mayor, no es que me crea más sabio que los jóvenes mejor informados que yo, sino que me he equivocado más que ellos en el dolor y el placer.

Y no quise estar en los zapatos del ejército, ni en los de su Comandante en Jefe, que a Dios se encomienda todos los días. Tampoco en los de la guerrilla equivocada porque hay muchos arrepentidos a pesar de sus orondos voceros. Porque si bien CATARSIS es una EXPERIENCIA PURIFICADORA de las EMOCIONES humanas, hoy en día se la conoce como LIBERACIÓN, algo peligroso porque la LIBERTAD VERDADERA que viene de Dios, ha sido corrompida. ¿O acaso no tenemos el EJÉRCITO DE ‘LIBERACIÓN’ NACIONAL?

En su original griego ‘KÁTHARSIS’ significa ‘purga’. Aristóteles reconoció en su “Poética” que el horror, la ira, la compasión, la angustia, la empatía y muchas otras emociones expresadas a través del teatro le permitían al espectador REVIVIR EN SU INTERIOR la historia de sus personajes y ver el castigo merecido e inevitable de sus acciones, PERO SIN EXPERIMENTAR DICHO CASTIGO. Era la intención de los creadores de esas obras magistrales que los espectadores se entendieran mejor a ellos mismos para no repetir la cadena de decisiones que llevaron a los personajes a su fatídico final. La tragedia griega, mediante su teatro, fue PEDAGOGÍA PURA según uno de los pensadores fundamentales de la civilización occidental. Eso se ha perdido.

Sin embargo, Sigmund Freud retomó el concepto de la catarsis griega desde un punto de vista terapéutico cuando al paciente se le guía para desbloquear los recuerdos o vivencias reprimidas en su inconsciente para asociarlas con eventos traumáticos, concientizarlos, experimentarlos emocionalmente, comprenderlos y tomar decisiones para superarlos y vivir con una posibilidad de tranquilidad cotidiana.

¿Pero qué tragedia puede ocurrirle a una sociedad o al mundo cuando el individuo comprende su catarsis personal, dándose cuenta de que su corazón debe ‘dialogar’ con su cerebro, pero la sociedad no asimila ni trasmite esa VIVENCIA, porque ha sido confundida para CREER que no necesita una CATARSIS COLECTIVA porque su ‘CORAZÓN’ ha sido eliminado de la cultura? Veamos un ejemplo real de cómo nuestra sufrida patria ha venido perdiendo su corazón. Leamos   el testimonio de Édison Torres, alias Johnny, desertor de las FARC, según el libro “En el Infierno” del Coronel Luis Alberto Villamarín Pulido.

“Doce, casi trece años de militancia guerrillera por campos, ciudades, caminos, veredas, selvas y montañas, dejaron profundas huellas en mi ser. Tal vez los sucesos aquí relatados justifiquen la forma sangrienta como ingresé, permanecí y escapé de las Farc.

“Inválido, agobiado por la indoblegable tendencia al alcoholismo, sin otro recurso a mano, que sincerar el alma ante aquellos escépticos que atónitos leerán este testimonio, o ante los guerrilleros que intentaron fusilarme, queda la constancia histórica de lo que significa  para una criatura del universo, cometer atrocidades contra la especie humana, sin otra fórmula de juicio que el arrepentimiento ante Dios y ante los hombres, en espera que las justicias humana y divina, sean exactamente lo que contiene su filosofía: justas con este pecador.

“No clamo clemencia. Tampoco pretendo desprestigiar a la guerrilla Ni aspiro a ganar indulgencias con camándula ajena. De todo corazón quiero aportar un grano de arena colmado de sinceridad, para que de una vez por todas se destapen las verdades acerca de todas las violaciones a los derechos humanos de las víctimas actuales y potenciales que cometen las Farc contra el campesinado, la gente pobre a la que arguyen defender, los ganaderos, los agricultores, las gentes comunes y corrientes, los militares, los policías y en especial la guerrilla que se devora a sí misma.

“Deseo gritar tan fuerte que mi clamor sea escuchado en todos los campamentos guerrilleros en Colombia. Para que la guerrillerada de las Farc en armas o las redes de apoyo, se reconcilien con Dios y con los hombres, para que Colombia sea un país digno de habitar, para que no se sieguen más vidas de personas con vitalidad potencial para producir la ansiada riqueza que elimine la pobreza estructural, pero en especial para que el oscuro contubernio de la política extremista con el dinero del narcotráfico, no  manche con más sangre el destino colombiano, a nombre de una revolución imposible y demencial.

“Fui asesino por temor a morir. Maté para sobrevivir, pero no del Ejército ni de la oligarquía, que de acuerdo con las teorías leninistas eran mis enemigos de clase. No, no, no..... Maté para sobrevivir de las peligrosas tramas que a diario urde la guerrilla, donde los fantasmas de la traición y la delación rondan por doquier.”

¿Y por qué se produce esta catarsis? Porque en el siglo 21 el ‘escenario’ de la tragedia es la vida real. El libreto lo escribe cada quien y la ‘venta’ de su obra no se hace con boletas ni mercadeo, sino con actos reales de maldad o amor para su propia perdición o la salvación de su alma. En las películas de violencia,  se le construye a cada  escena una estética para vender sin ofender; por lo que los estándares de la realidad se violan para volver  la acción algo espectacular o fantástico para que la pantalla atraiga más que la vida real porque el asesino real  NO VENDE  ya que insulta a la víctima, descarga su odio contra ella con sevicia y asquerosidades; sin embargo se orina de miedo; el asesino real que se inicia con su primer muerto,  vomita, las violaciones no son en camas con sábanas de algodón, sino en cualquier rincón y a pescozones, muchas veces; el violador  tiene miedo porque no comprende su propio monstruo.  

Además,  en el periodismo amarillista se presentan titulares escandalosos para vender. Sin embargo  la TRAGEDIA DEL EJÉRCITO que Semana llamó catarsis, no la venden los medios quizá porque se prioriza la inconveniencia política sobre la realidad de la tragedia humana.  Por eso en la página 19 la ‘catarsis de la institución’ se da en el campo de batalla cuando el soldado le mienta la madre al terrorista que mató a su compañero. Porque para el consumo ‘decente’ leemos:

“La mayor parte de los militares han sido héroes y se han sacrificado por los ciudadanos. Como institución, pase lo que pase, seguirá existiendo para proteger al país de tantas amenazas que lo acechan. SUS HOMBRES Y MUJERES MERECEN GRATITUD.” ¡Qué tristeza me produjo esa frase! Porque en EE.UU. es un HONOR saludar a un héroe de la patria; ser su vecino; se llora su muerte con respeto y admiración.) Aquí es parte del paisaje leer que hasta el 2016, unos 18.841 militares fueron asesinados; 5.707 desaparecidos; 316 secuestrados; que en el Ejército hay 269. 573 víctimas de las cuales la JEP solo reconoce 320 (Pág. 14) y que el Ejército se ha mantenido incólume durante 202 años de historia, leer eso, duele; porque es una catarsis de números escuetos que nadie llora. Y eso es así porque en Colombia alguien protestó contra la realidad de la violencia por aquello de la ‘estética’ y la realidad de la guerra se eliminó de las fotos y descripciones. Solo queda el titular escondido en alguna sección insignificante del periódico. Sin embargo, los violentos mejoraron sus técnicas de tortura.

Por eso cuando se leen las descripciones reales de “En el infierno”, o la catarsis de un guerrillero la gente normal no puede imaginar que tal mundo pueda existir y creen que son exageraciones de los enemigos. Pero es suficiente que el lector vea las fotos del informe ¡BASTA YA! para convencerse que tal mundo existe. Los jóvenes de hoy jamás han oído la expresión ‘corte de franela’ y muchas otras, pero en los 50 eran normales. Y como no lo imaginan, creen que una dictadura   es lo que dicen los titulares de periódicos. Por eso la catarsis del guerrillero es espantosa, pública, a pesar de que es solo la rutinaria confesión que la civilización ha olvidado. Por eso ¡Es increíble que un asesino confiese en el siglo 21; no es normal! Piensan los inocentes de corazón.

Pero hay otro tipo de catarsis, que nos salva. SON LAS VOCES DEL SILENCIO. Es una incertidumbre diaria, mezclada con una delicia misteriosa y tierna con olor íntimo y alcahuetería de almohada,  con la que hablamos sin saber por qué. Es la vieja amiga que nos espera cuando cerramos los ojos; con la que coqueteamos como si fuera el alma. En esas madrugadas vamos cambiando sutilmente nuestra manera de pensar porque el respetuoso amigo, el silencio, nos escucha. Y con él podemos caminar en la niebla de nuestros caprichos; contarle la desolación del mundo que se acurruca en la oscuridad como un ángel de la calle. Y así mil personas que no conocemos vienen a nuestros sueños para purgar su desconsuelo con un desconocido. O ese amor inalcanzable de pronto aparece disfrazado en la humildad de unos ojos desconocidos. Y me doy cuenta que tengo millones de hermanos y hermanas que desconozco que abren la boca sin poder hablar. Y otros de ojos soñolientos que quieren despertar, pero se arrodillan buscando la conciencia mientras el silencio los toma de las manos y les enseña la única oración que el universo entiende porque surge del corazón que aprendió a callar. Esa es la catarsis de todos los días que buscan el santo y el pecador, el niño y el asesino. Dichosos los que la encuentran.

Publicado en Columnistas Nacionales

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