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Pedro Aja Castaño   

“Misión es esto: la conciencia que cada hombre tiene de su más auténtico ser que está llamado a realizar.” José Ortega y Gasset.

Cuando observo las carátulas o noticias de escándalo y se discuten las causas de la corrupción, violencia, delitos y todo lo horrible de la humanidad, no se puede dejar de pensar en la CARENCIA de algo superior que ordena la vida. Muchos lo llaman Dios. Pero como hay alérgicos a esa palabra, voy a hablar de algo que se encuentra escondido en todo ser humano, que hace la vida sanamente feliz, sin eliminar el sufrimiento normal. Fui profesor de idiomas y he venido a dar al comentario político porque hay mucha relación entre lo que ocurre en la escuela que moldea después el acontecer vital de cada quien. Veamos algunos aspectos.

ENSEÑANZA Y CATEGORÍAS. La enseñanza como cualquier actividad humana de nuestros días sufre la enfermedad de las categorías o clasificaciones, según el criterio de todo individuo, especialista aparecido, o genio auténtico. Resumiendo podríamos decir que los hechos naturales, lejos de ser observados en su acontecer propio, buscando la relación adecuada con su entorno, son encauzados por un parecer, doctrina, ideología o sistema. Por eso ha surgido lo alternativo que rompe ese molde.

Esa candidez no puede desembocar sino en un conflicto entre la tendencia natural creadora o misteriosa de la vida y un sistema ficticio de ordenamiento con miras a un rendimiento, un acontecer mecánico de la vida o una circunstancia. Ejemplos varios. Si se invierte tanto en un candidato que tiene que producirse un triunfo; si soy un buen ciudadano necesariamente debo recibir un trato similar del estado, si la persona está loca, necesariamente debe estar en un manicomio, etc., pero no es así.

Porque en su afán de sistematizar —por intentar comprender − el hombre sufre el espejismo de la claridad conceptual, ya que muchas veces entre la realidad y un contacto vivencial de ella se interpone el invisible cristal del concepto. De ahí que ante la falla de lo previsto y organizado que contrasta con la realidad del resultado, surja la pregunta: ¿Qué pasa?

Y como todo interrogante conlleva su propia trampa o solución se vuelve a caer en el círculo vicioso de las conclusiones no vividas o experimentadas, y entonces se habla de… falta de planeación, carencia de idoneidad, etc. Pero no olvidemos que la lógica es un instrumento que nos puede servir para descubrir la verdad o perpetuar un error.

Ahora bien, en el caso de la educación vemos que a veces se confunde el logro de metas y objetivos que producen e institucionalizan el rendimiento escolar como sinónimo de éxito con algo muy complejo que se llama REALIZACIÓN PERSONAL.

REALIZACIÓN Y RENDIMIENTO. Una primera etapa de la realización personal o autorrealización, que podríamos asociar con el trabajo y la familia, es poder alcanzar las MOTIVACIONES PERSONALES, esperanzas y ambiciones a través del crecimiento personal para una vida feliz de la que podamos sentirnos orgullosos.

Sin embargo, la felicidad es un estado temporal; sucede y desaparece hasta que la próxima cosa o persona nos haga felices; mientras que la VERDADERA REALIZACIÓN PERSONAL es algo mucho más complejo que implica un largo plazo. No es un sentimiento de felicidad o tristeza, sino una realidad subyacente e inexplicable de AMOR COMPLETO, de plenitud personal que entonces hace posible vislumbrar una trascendencia como continuación normal de esa REALIDAD AMOROSA.

Aquí es donde entra en juego una cierta obediencia a esa dimensión única e incondicionada de cada ser que llamamos AUTENTICIDAD. No se trata de ser diferente u original, sino de dejar fluir un natural equilibrio de madurez y serenidad que se deja sentir como una disposición sencilla e inocente de un AMOR especial por el otro que nada tiene que ver con el género, el erotismo, la sexualidad, amistad o adoración; es algo así como un hermoso paisaje humano que nada te pide, sencillamente ES y colma como un atardecer o una mañana hermosa. Pero es una persona que refresca y te hace sentir lo mejor de ti. Algunos lo llaman la PRESENCIA DE DIOS.

Esa realidad no es algo que pueda aparecer o desaparecer según las circunstancias; por el contrario, las modela. Es una disposición de amor y unificación para la transformación y mejoramiento de lo creado. Esa persona o realidad te hace sentir que la autenticidad existe en todo y es una unidad que nada puede cambiar.

Entonces, así como amamos ese paisaje hermoso y podemos embellecerlo con nuestra imaginación, de la misma forma esa Pintura de la naturaleza nos ama porque comparte su vida con nosotros. Cuando no es así, nos convertimos en ‘consumidores’ de paisajes, es decir, turistas de la vida y no en constructores de sus partes más sutiles. Por eso San Francisco de Asís hablaba del hermano sol, y la hermana luna.

De esa forma, la razón de ser del hombre consistiría en un permanente ejercicio para la adquisición de una trasparencia de la conciencia y la personalidad que le permita dejar traslucir la ESENCIA del ser individual en donde habita la divinidad. Pero esa realización implica la renuncia a todo lo que hasta ese momento hemos considerado como lo humano más preciado, lo que produce DOLOR; es una ascética de la renuncia que muchos toman por locura.

Por el contrario, el RENDIMIENTO es el ejercicio impuesto por un objetivo que viene de fuera, extraño, desvinculado de nuestro “sistema de ser.” Por esa razón lo que experimentamos en la vida común y corriente son los dos polos o atracciones entre los que se debate el hombre: la realización que pertenece al ámbito de la esencia interior, mientras que el rendimiento obedece a la dimensión de competencia y supervivencia. Ambos aspectos deben ser tomados en cuenta si deseamos conservar un sano equilibrio que es lo que busca la auténtica pedagogía.

APLICACIÓN PRÁCTICA DE LO EXPUESTO. En todo trabajo existe una actividad de MECANIZACIÓN Y REPETICIÓN para afianzar lo nuevo y convertirlo en hábito, cuyo perfeccionamiento produce competencia o saber que busca un logro, manteniendo presente el deseo de satisfacción.

Pasemos ahora al terreno de la AUTENTICIDAD REAL. Atrévase a ENAMORARSE DEL AMOR. ¿Cuáles serían los pasos para llegar a la UNIÓN con el amor? Los mismos: iniciar una acción (oración, servicio desinteresado), conviértalo en hábito, en nombre del amor; perfeccione esa actividad. ¿Cómo? Obsérvese a sí mismo para saber por qué hace lo que hace. ¿Vanidad, orgullo? ¿Cómo son las emociones y sentimientos que experimenta? ¿Los procesos de raciocinio, los mecanismos sensoriales, deslindando lo que es mecánico de lo consciente? Vaya deshojando su propia conciencia. Cuando no quede nada, solo la simplicidad sin esperar nada a cambio, quedando solo el anhelo de lo eterno, entonces aparece el VERDADERO NOVIO O NOVIA. Esa ‘persona’ ha venido caminando lentamente desde la profundidad de su propio ser, desde su inconsciente, santificando todo lo que encuentra en su camino, esperando el encuentro definitivo. Cuando eso sucede, actuamos entonces desde el terreno de una autenticidad verdadera y real que se siente y se vive. No más especulaciones ni viajes de búsqueda por el tesoro que siempre estuvo dentro de nosotros.

 
Publicado en Columnistas Nacionales

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