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Andrés Julián Rendón Cardona                                                                                  

En el campo colombiano, al contrario de lo que sucede en las ciudades, no existe un mercado de tierras rurales.

La resolución sobre las Zonas de Protección para la Producción de Alimentos –expedida por el Ministerio de Agricultura y Desarrollo Rural– se pasa la Constitución por la galleta; refleja el desprecio de Petro por la economía de mercado y la autonomía territorial; usurpa la competencia exclusiva que tienen los concejos municipales para ordenar y definir los usos del suelo de su territorio, y pretende que un burócrata desde Bogotá, al mejor estilo de un planificador central de una economía socialista, les ordene a las regiones y a los ciudadanos cuál es la actividad económica que deben emprender.

El Gobierno Nacional (GN) no pierde oportunidad para evangelizar e ir en contra del capitalismo que, aunque le falta, está lejos del fracasado experimento socialista que expone con crueldad sus únicos logros: escasez, ineficiencias, hambrunas, dictaduras, ruina y corrupción.

Hace un par de años, Petro anunció la compra de 3 millones de hectáreas (ha), cuyos propietarios eran principalmente ganaderos, y se señalaban de improductivas o de estar utilizadas en sectores diferentes a su verdadero potencial agroecológico. Hoy solo se han comprado cerca de 170.000 ha, muchas ya abandonadas por sus nuevos dueños.

Estas intervenciones, compras de tierra a un gran costo fiscal o la imposición de usos del suelo como los de la resolución –demandada por la Gobernación de Antioquia– de las ZPPA, destacan la visión autoritaria y estatista predominante en el gobierno Petro. Además, desconocen el potencial de la actualización catastral a fin de hacer del impuesto predial el mejor instrumento "promercado" para implementar una reforma agraria y producir alimentos.

La Gobernación de Antioquia destinó a ese propósito $ 170.000 millones, y este año tendremos 64 % del Departamento con su catastro actualizado. Esa es la verdadera revolución del agro, productiva y eficiente para las regiones.

En el campo colombiano, al contrario de lo que sucede en las ciudades, no existe un mercado de tierras rurales. Emprender un negocio propio del sector implica ser propietario. Los campesinos o agricultores deberían estar en capacidad de sacar adelante su emprendimiento, así sea arrendando tierra.

Sin gastar un solo peso público y sin ultrajar las competencias territoriales ingresarían al mercado de tierras 3 millones de hectáreas para producir alimentos.

 

Si utilizáramos adecuadamente el catastro, no necesitaríamos gastarnos $ 60 billones, 3 millones de ha a $ 20 millones c/u, como ratificó Petro. Tampoco sería preciso "ordenarles" a los ciudadanos qué alimentos producir, como lo hizo el Minagricultura con el Suroeste Antioqueño, impartiendo equivocadamente cultivar arroz en las pendientes de Betulia donde solo por gracia de Dios y el tesón de mis paisanos brota el café. Bastaría con diseñar los incentivos adecuados.

Los cálculos del GN han estimado que los 3 millones de ha tendrían un valor comercial cada una de $ 20 millones. Sin embargo, el avalúo catastral con el que aparecen en el Agustín Codazzi no debe superar el 30 % de su verdadero precio de mercado. A lo sumo, cada ha podría figurar en un valor catastral de $ 6 millones. Como la tarifa efectiva que aplican los municipios en el impuesto a la propiedad no supera el 4 × 1.000, cada dueño estaría tributando en predial tan solo $ 24.000/ha –impuesto predial = valor catastral × tarifa–.

Si se actualizara el valor catastral de la tierra objeto de compra a 60 % de su valor comercial, este quedaría en $ 12 millones la ha. Quienes utilicen la tierra en línea con su potencial agroecológico pagarían una tarifa del 2 × 1.000 –los mismos $ 24.000/ha–; los que no, el 16 × 1.000 –$ 192.000/ha–. Comenzarían, pues, a operar los incentivos a fin de crear un verdadero mercado de tierras rurales disponibles para vender, arrendar y producir alimentos.

Sin gastar un solo peso público; sin ultrajar las competencias territoriales; sin violentar la libertad de decisión de los ciudadanos, ni vulnerar su derecho de propiedad, ingresarían al mercado de tierras 3 millones de hectáreas para producir alimentos. Seguro, la mayoría para exportar.

¡Que viva el mercado! ¡Abajo el socialismo! ¡Adelante la autonomía fiscal para las regiones!

* Gobernador de Antioquia

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