Se destaca el innombrable traidor a la Patria con el espurio acuerdo de La Habana, quien dizque se “había caracterizado por guardar silencio frente a casi todos los temas del país”, pero que realmente “andaba siempre por ahí” tramando así fuera a través de las conocidas interpuestas personas: el “santismo”, Juanito. En medio de su verborrea característica, cargada de mentiras, sandeces e inexactitudes, no deja de tener razón en afirmaciones como la de que el gobierno actual “está negociando con traquetos”.
Asimismo, en las entrevistas con “la gavilla mediática” caracterizada por la cadena radial mamerta, se deshace en autoelogios de “su proceso de Paz”, (¿Cuál Paz?) cayendo en verdaderos insultos al país y a la misma paz, al referirse a temas, como la justicia paralela de la JEP, tratando de establecer condiciones inamovibles, las denominadas “líneas rojas”, cuya definición y localización se establecen según la conveniencia de los mismos negociadores, en una negociación que cada día se parece más a un “Yo con Yo”, la de la “Paz total”, y son, además, más vagas que los límites a la corrupción del expresidente Turbay.
También “reaparece” el expresidente Uribe para “tomarse un tinto” con el presidente, lo que al momento de escribir esta nota, no presagia nada bueno, porque considerando el revés electoral reciente del mamertismo, acompañado por una creciente desaprobación general de la gestión presidencial, recordando el resultado del Plebiscito, no vaya a resultar ahora dándole los “primeros auxilios” al gobierno. ¡El que entendió, entendió!
Asimismo, como el mamertismo sufrió en el dicho reciente revés electoral, el presidente sale a buscar algún paliativo para salir del atolladero a donde fue lanzado, así sea “buscando alianzas hasta con el diablo” como diría Marañas, y existe entonces, una percepción de que en este caso se trataría de una alianza con el dictador de Venezuela. (¿Reaparece “el nuevo mejor amigo”?). Esto, también ha originado otra especie de reaparición del expresidente Duque para cuestionar una posible alianza “nefasta” para la explotación del petróleo.
En medio de estas circunstancias se percibe un próximo retorno de dos “políticos tradicionales” también denominados como “estrategas políticos” para plantear la eventual estrategia para subsanar el atollo en que cada día se sumerge más el gobierno. A propósito, esas características de las trayectorias de algunos personajes deben recibirse “con beneficio de inventario” como dicen los juristas. Tal inventario debe ser realizado por la comunidad, y es especialmente crítico y determinante en los casos de los “estrategas” político el uno, el inefable y polifacético Roy Barreras, y financiero el otro: el locuaz, polémico dicharachero y bañado en teflón Armando Benedetti.
A propósito, quizás para salir entonces del berenjenal post electoral, se ha presentado un cambio “estratégico” del mamertismo, mediante “un cambio de tono” en sus relaciones con el empresariado colombiano. Fue así como el “adalid” de la equidad y la igualdad hace, de entrada, una fríamente calculada y discriminatoria invitación a algunos de ellos, sin ocultar su aversión manifiesta hacia algunas regiones como Antioquia.
Fruto de tal encuentro, el presidente aparentemente conciliador, emite una declaración que es preciso analizar entre líneas con mucho cuidado porque: así se encuentren aparentes cambios en los estandartes del mamertismo como pasar del Cambio Climático y el de la Paz Total, a la meta de la Productividad, se percibe la permanencia de los ataques a algunas regiones y a algunos grupos de la sociedad y la persistencia en el adoctrinamiento de las nuevas generaciones.
Existe el temor de que el “lobo se está vistiendo con la piel de oveja”, porque, por ejemplo, prácticamente en forma simultánea, el gobierno insiste en protagonizar hechos como el titulado: “Petro se hizo al control de Nueva EPS”, para seguir presionando a favor de su reforma a la Salud. Asimismo, no debe olvidarse que también y casi al mismo tiempo, el retorno de la propuesta del senador Cepeda, “preclaro” representante del mamertismo, de instaurar una nueva inquisición en Colombia, al proponer en forma repetida la creación del delito de “Obstrucción a la Paz”.
A todas estas, simultáneamente la “gavilla mediática” lanza las campanas al vuelo, para celebrar el acontecimiento del cambio de tono presidencial, lo que también contribuye a la percepción de que se trata de un ardid estratégico post electoral para salir del lodazal en que el mamertismo del gobierno se ha venido atollando.
No debe olvidarse que con frecuencia se cumple aquello de que: “Segundas partes, nunca fueron buenas”.
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