Por segunda vez el presidente Gustavo Petro no llegó a una reunión multitudinaria en la cual él era el protagonista. La primera vez fue el martes 2 de agosto; como presidente electo, dejó con los crespos hechos a más de 500 alcaldes que lo esperaban en una cumbre en Bogotá. El segundo plantón se produjo esta semana, el martes, cuando dejó con el estrén comprado a cientos de policías para el reconocimiento de tropas.
Y no era propiamente un desplante específico. El día de la Policía, Petro también dejó en visto a los ministros que no había posesionado, los citó primero a las 8:30 a.m., después a las 3 p.m., pero finalmente no llegó. Y en el caso de los alcaldes, el jueves 28 de julio, había dejado esperando nueve horas a los asistentes a un encuentro del Caribe. Estaba programado para las 9 a.m. en Santa Marta y Petro finalmente, y después de muchas excusas, llegó a las 6 p.m. Hace apenas dos días, el viernes, también dejó esperando dos horas y media a las más de 500 personas reunidas en el congreso de Asobancaria.
¿Qué está ocurriendo con el Presidente? Es la pregunta que buena parte del país se está haciendo y lo peor es que no hay respuestas. Las dos veces que falló en eventos masivos su equipo de gobierno trató de sacar excusas que luego se descubrieron que no eran ciertas y, por ende, se produjo un malestar o una preocupación mayor. En el caso del desplante a los alcaldes trataron de decir que estaba en Caño Cristales haciendo las fotos oficiales, pero rápidamente se descubrió que ese viaje había sido en otra fecha. Y en el caso de los policías su equipo dijo que el Presidente estaba “atendiendo reuniones urgentes privadas de Gobierno”, pero el propio Petro al día siguiente les dijo a los periodistas que no llegó porque tenía “dolor de estómago”.
Estos episodios son un mal síntoma y más cuando apenas está comenzando un gobierno y se supone que se hace el mayor esfuerzo para que todo salga bien. ¿Qué puede ser lo que está ocurriendo?, ¿cuál es la poderosa razón para que Petro, comenzando su presidencia, deje plantados a los alcaldes del país, así como a cientos de policías y sus familias?
Solo habría tres posibles explicaciones. Una, que se debe a una suerte de desorden, o a un monumental desorden, producto de la manera de administrar de Gustavo Petro. En Bogotá, todavía muchos recuerdan con impaciencia las largas esperas que les tocó padecer cuando Petro era alcalde. Con el agravante de que no parece contarle a su equipo en qué está o su equipo procede con cierta torpeza a inventarse excusas innecesarias. Si esta es la explicación para sus desplantes no es un asunto menor: la gestión de un mandatario también se mide por su carácter y podría calificarse como grave el hecho de que no priorice la atención de eventos en los cuales hay cientos de personas invirtiendo un tiempo preciado para ellas y para la sociedad en general.
Las otras dos explicaciones tendrían que ver con algún problema que el presidente Petro esté padeciendo y no lo haya comunicado al país. Podría ser, el primero, una enfermedad. Y como bien lo dijo el columnista Ramiro Bejarano si el presidente está enfermo –de lo que sea– el país tiene derecho a saberlo y él la obligación de informarlo.
Cabe anotar que en abril de 2020 Gustavo Petro informó que fue a Cuba a que lo operaran de un cáncer temprano de esófago, que se lo habían descubierto en marzo en la isla. La noticia en su momento tuvo ruido, porque circuló un audio que un especialista de la Clínica Santa Fe envió a algún amigo y terminó siendo viral, en el que decía que había evaluado los exámenes de Petro y no se trataba de cáncer. Ojalá el presidente haya superado ese desafío y desde aquí le deseamos que esté gozando de cabal salud. Pero en caso de que sí esté enfermo, ¿por qué no se lo ha contado al país? Y, en particular, su no aparición en los eventos mencionados, ¿por qué no podía avisar antes? ¿Por qué su equipo no advirtió que era un problema de salud?
La tercera posible explicación es que el Presidente Petro esté sufriendo algún otro tipo de afectación, producto de un estado de conciencia que en determinados momentos le impida aparecer o atender los asuntos de Estado. Y esta, según han dejado entrever personas cercanas a él, puede ser la verdadera razón de sus ausencias.
Sin embargo, nada se puede afirmar con certeza. Los colombianos y las colombianas estamos en la incertidumbre de qué puede estar ocurriendo con el Presidente. Gobernar un país no es fácil, el mismo Petro dijo antes de asumir el poder, hablando con los primíparos de la Universidad Externado, “yo también estoy asustado de entrar a la Presidencia de la República”.
Tiene tiempo de corregir. Por ahora tiene dos tareas. La primera es que el país sepa que está ocurriendo. Y la segunda, ojalá se pueda solucionar. Colombia no se merece una repetición infinita de desplantes o de llegadas tarde. No solo es una falta de respeto, sino que es un comportamiento propio de déspotas.
https://www.elcolombiano.com/, Medellín, 21 de agosto de 2022.