Bien hizo entonces el primer mandatario de los colombianos durante su visita del miércoles pasado a Cali en informar, de manera amplia y suficiente, sobre el cumplimiento de sus promesas electorales, que ha ido honrando a cabalidad. Han quedado ya aseguradas, con las debidas asignaciones presupuestales, las obras que no alcanzaron a ejecutarse en razón a la pandemia y al paro que azotaron esta región como a ninguna otra de Colombia, y de seguro van a estar respaldadas por los contratos de ejecución.
Por ejemplo, esos detractores de su encomiable proceder con este departamento le sacan en cara que, cuando el mal llamado estallido social, vino a medianoche a enterarse de lo que estaba sucediendo. Pero no reconocen que al otro día presentó un plan de choque que logró repeler y controlar una revolución que se había fraguado y se encontraba en pleno desarrollo.
De no haber sido así, el despelote pudo ser total. Aunque las consecuencias no han sido las mejores, no se cayó en la trampa que tendió la narcoguerrilla empeñada en desestabilizar las instituciones y anarquizar el aparato estatal.
Qué bueno sería que tales detractores se detuvieran a analizar la gestión de Duque en estas tierras y con cifras en mano emitieran un juicio más cercano a la realidad, sin dejarse llevar por falsas apreciaciones sin ningún sustento y, por el contrario, cargadas de odios y oscuros propósitos.
La lista de las cosas buenas de Duque por el Valle llenaría varias columnas, pero estoy seguro de que los medios objetivos presentarán un recuento pormenorizado de la verdad verdadera.
P. D. A propósito del Valle del Cauca, pasamos de tener 13 senadores a solo nueve. Algo muy diciente y, sobre todo, muy grave. ¿Qué pasó?
https://www.elespectador.com/, Bogotá, 25 de marzo de 2022.